Cosío demuestra que pudo ser más que un simple sicario

En el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés), se charló con el receptor de la Cruz Más Cine Por Favor así como de la Medalla de Plata de la Filmoteca de la UNAM, Joaquín Cosío, sobre la importancia de sus papeles, de los festivales de cine y de sus próximo proyectos.

Joaquín reflexionó sobre el cambio en sus papeles, pasando de roles rudos y agresivos hacia algo mucho más familiar y amigable. “No necesariamente decidimos el proyecto, nosotros somos invitados a la fiesta. Mi carrera ha tenido cierto giro hacia otros géneros porque básicamente así me han invitado a los proyectos”, dijo.

“Tú no puedes decirle a Gustavo Moheno o a Rodrigo Prieto, ‘oye, quiero estar en tu película’. Tienes que esperar a que el teléfono suene para que te digan ‘te queremos invitar a una cinta’”, continuó.

“Entonces, de alguna manera, estoy muy contento también de que se me haya separado un poco de este cine que en algún momento hice, donde se me identificaba como un personaje rudo, violento y de pronto la comedia ha venido a darme un respiro sobre eso y, al mismo tiempo, me ha permitido demostrar que la carretera de recursos que puedo tener es más amplia que hacer un simple sicario”, añadió.

A pesar de esos cambios en su carrera, Cosío cocina un nuevo trabajo con Luis Estrada, con quien realiza su serie, Las Muertas, que retoma el hecho de Las Poquianchis. “Es un director muy relajado, muy estricto, pero no por ello la atmósfera laboral deja de ser muy enriquecedora y muy atractiva. En pocas palabras, me la paso increíble trabajando con él”, comentó.

“Es alguien con sentido del humor, muy exigente con el texto, eso sí, pero creo que así debe de ser. De pronto, si le quieres cambiar una línea o improvisar algo, te dice: ‘oye, duré cuatro años escribiendo este guión y tú quieres cambiar el método en 30 segundos’. Entonces hay rigor y una tensión nerviosa porque todos sabemos que es así en lo que busca. Él sabe perfectamente lo que quiere”, explicó sobre hacer equipo con el afamado realizador mexicano.

“Con Las Muertas, que es una historia terrible y muy dramática, también de violencia, sobre hechos reales ocurridos aquí, en Guanajuato, es un proyecto donde desfilaron más de 100 actores. Va a ser una serie con seis capítulos, y él nos dijo qué estaba haciendo algo así como seis películas, porque es la manera en cómo él puede entenderlo”, dijo.

“Pero de nueva cuenta fue una gran experiencia. Es un momento de alta exigencia para el actor, pero cuando lo logras, creas un universo entre la exigencia, la atención y el gran placer de estar haciendo un cine sustancialmente interesante y atractivo”, explicó.

Curiosamente, este año se cumplen 20 años del estreno de Matando Cabos, así como 14 de El Infierno, obras que se han convertido en pilares del cine mexicano contemporáneo. “Me siento afortunado de estar ahí y de que me hayan considerado para ambos. Matando Cabos, sobre todo, fue de las primeras películas que me permitió ser conocido con los públicos y los productores. Antes de ella, mi trabajo en cine era muy pequeño, con papeles pequeñitos, algunos cortos”, mencionó.

“A partir de esa cinta, mi vida cambia con el famoso Mascarita al grado de que, después de haberla hecho y de que salió, pues una vez en el Metro en la Ciudad de México venían unos policías atrás de mí y yo decía ‘caray, aquí va a pasar algo’. Era de noche en la estación de Barranca del Muerto, que es muy profunda y yo ya venía sudando”, recordó.

“De repente, me quedo parado para ver qué pasará y ambos me dicen ‘¿usted es el Mascarita? Pues con mucho gusto déjenme saludar’. Eso fue una gran sorpresa, de las primeras ocasiones en que el público empezó a reconocerme por un proyecto”, complementó con esta memoria el histrión.

“En El Infierno, otra película extraordinaria de Luis Estrada, es todavía vista después de 14 años de que la hicimos, porque simplemente es una gran película, me parece que contiene todos los elementos del drama y retrata un momento muy particular que sigue todavía vigente, donde en México nos vemos representados”, dijo.

“Entonces, estar en esos dos proyectos, para mí es algo de lo cual me siento afortunado y sumamente contento. Además, esas películas tienen mucho que ver en este reconocimiento del GIFF a un simple actor como yo”, expresó humildemente el actor.

Pero el nacido en Tepic y criado en Ciudad Juárez tiene otras facetas artísticas como es la poesía y sus textos. “Siempre ha sido una actividad bastante lenta. Empecé haciendo teatro muy joven, a los 18, 19, y empecé a escribir también al mismo tiempo. Entonces, en algún momento, mi maestro que tuve de literatura me decía ‘tienes que elegir, o eres actor o te conviertes en escritor’”, contó.

“Creía que podía hacer ambas cosas pero la poesía siempre ha estado de alguna manera muy supeditada a mi trabajo actoral. Porque como actor vivo y la literatura se ha convertido en esa parte íntima y muy personal donde puedo plasmar o manifestar mis emociones más elementales o inmediatas”, añadió.

“La literatura la tengo ahí. Hay opciones, por fortuna, para publicar. Tengo tres libros y una obra de teatro. Pero le tengo mucho respeto. Entonces lo llevo con calma, definitivamente mi carrera como actor es la que ahora es lo más importante”, manifestó.

En el repaso de su pasado, Joaquín ejerció alguna vez como docente pero ¿acaso él se considera maestro para estas nuevas generaciones?:

“Para los jóvenes no tengo nada que enseñar, porque ya son unos actorazos. Tanto Kristyan Ferrer como Ianis Guerrero son excelentes. No me considero maestro. Fui en algún momento de mi vida un catedrático universitario y muy joven, a los 25 años. Eso porque tuve una parte donde me dediqué mucho a estudiar y a trabajar en mi carrera”, dijo.

“Pero realmente soy Licenciado en Ciencias de la Comunicación y entonces allá en Ciudad Juárez trabajé de docente. Tenía una vida estupenda, era catedrático, joven, tenía una plaza universitaria. Pero pues nada, me llaman de México para hacer teatro y dejo todo, renuncio y me vengo al azar, a la incertidumbre total. Cosa de la cual no me arrepiento”, confesó.

Finalmente, el icónico actor no dudó en mencionar qué significa para él el GIFF. “Bueno, desde luego es un evento indispensable, urgente y valiente. 27 años, 27 ediciones, eso significa que durante ese tiempo han pasado muchas cosas, como diversas administraciones, políticas culturales, unas fallidas, unas agresivas, otras mucho más amables. Pero definitivamente los festivales como éste son indispensables y necesarios para la cultura mexicana”, concluyó.

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