Santa Muerte: tradición, culto y resistencia

No pasan de las nueve de la mañana sin que cada domingo se encuentren sentados sobre la banqueta o arriba de sus automóviles decenas de devotos en espera de que se abran las puertas del templo. Son hombres y mujeres, niños y adultos mayores, que sostienen en sus manos flores, veladoras y hasta guisados hechos en casa. Todos vienen a visitar a la “Niña Blanca” o “La Madrina”, un legado de fe en el municipio mexiquense de Tultitlán.

Es una mañana soleada en la frontera entre las colonias Fuentes del Valle y San Mateo Cuautepec, los visitantes, que han llegado también en bicicleta o en moto, se han desmañanado y le han ganado la partida a carnicerías, verdulerías y tlapalerías de la zona que recién han comenzado a levantar sus cortinillas para la venta diaria. No importa si te alejas mucho o poco de la Avenida José López Portillo, ahí la verás con sus 22 metros de altura y seis metros de base, con su túnica dorada y los brazos extendidos, considerada la más grande del mundo, tan grande como la devoción de los fieles a este culto.

La Santa Muerte es una fe prohibida por el Vaticano y sin embargo, solamente en México cifras estiman la existencia de 12 millones de creyentes. ¿Por qué?, ¿cómo lo hacen? Casi como si se tratara de unas guardianas protegiendo lo sagrado, pasadas las 10 de la mañana un grupo de mujeres quitan las cadenas de un portón negro para darnos la bienvenida al Templo de la Santa Muerte Internacional, un predio en el kilómetro 25 de la ya mencionada López Portillo que resguarda al menos siete capillas, donde las personas acuden para tener un momento cara a cara con “La Bonita”.

“La Santa Muerte de Tultitlán”, un legado del Comandante Pantera y Doña Enriqueta Vargas

De la entrada principal a la zona de altares, son aproximadamente 30 metros, misma distancia que recorren los creyentes de rodillas para encontrarse a la que también denominan como “Santa Madre”. En el espacio, además de tener murales y una gran bocina donde suenan canciones y alabanzas dedicadas a ella, se cuenta con una tienda especializada en la venta de veladoras preparadas, collares, imágenes y figuras de todos los tamaños.

“Está pesada, yo creo que anda enojada, mejor le pedimos permiso primero”, nos dice uno de los encargados del templo, quien ha colocado en el centro del lugar dos figuras: la primera es de La Santa Muerte Prehispánica, propiedad de Enriqueta Vargas y la segunda de Jonathan Legaria conocido como

En entrevista, Zoé, una de las lideresas del Templo Santa Muerte Internacional, reveló que meses antes de su muerte en 2008, el “Comandante Pantera” realizaba celebraciones en el terreno donde se levanta imponente la monumental imagen de a quien llaman “La Niña Blanca”, convirtiéndose en un guía espiritual que ayudó a llenar ese vacío de fe que en su momento existía en Tultitlán, Estado de México.

El antropólogo mexicano Adrian Yllescas, autor del libro “Ver, oir y callar. Creer en la Santa Muerte durante el encierro” e integrante de la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México (RIFREM), explica en su obra que el arraigo de este culto radica principalmente en sectores populares que constantemente atraviesan crisis de salud o financiera. El especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) coincide en que los adeptos a la “Niña Blanca” se acercan a ella debido a las situaciones de riesgo que cruzan en sus comunidades, empleos y ambientes.

Al “Comandante Pantera” los creyentes lo recuerdan con cariño, como un hombre solidario y dispuesto a escuchar. Zoe, de 35 años, confiesa que él podía recibir en el templo a todo aquel que necesitaba un consejo, una guía o que incluso necesitara una ayuda económica, la cual otorgaba sin pedir nada a cambio. Por su parte, “Doña Queta”, al morir su hijo Jonathan, siguió con el culto a un punto de llevarlo a un ámbito de trabajo social que actualmente se sigue, es decir, ayudar a las poblaciones callejeras con alimento, vestido o techo, así como construir una red de altares con líderes religiosos de todo el país y el continente, de ahí el mote de Santa Muerte Internacional.
Testimonios, estigma y vigencia de la Santa Muerte

En el área de las bancas del templo, frente a la Santa Muerte monumental, se encuentra Remedios Figueroa Flores, una mujer que se hizo creyente gracias al menor de sus hijos, quien un día regresando de la escuela le mostró un dije de la “Niña Blanca” que le habían regalado, el recibimiento por parte de ella no fue el mejor y trató de ofrecerla en su trabajo a una compañera fiel al culto. Ella se negó, y le dijo que esa Santa le pertenecía, por lo que no podía aceptarla. Así que el dije volvió a las manos de Remedios y el siguiente momento canónico fue lo que la hizo volverse creyente de este culto.

“Venía en una combi rumbo a mi casa después de una jornada laboral cuando dos rateros suben y comienzan a asaltar, yo traía a la ‘Santa’ en uno de mis bolsillos”, relata.

Lo último que recuerda Remedios fue que no puso resistencia al ser encañonada por un arma de fuego, sacó su cartera y celular, estiró las manos y cerró los ojos. Al abrirlos, asegura, sus pertenencias eran las únicas que seguían ahí, todos los pasajeros habían sido agredidos y hurtados, menos ella, quien ahora la considera una “imagen bastante milagrosa”.

Respecto a la estigmatización que gira en torno a dicho culto, Adrian Yllescas explica que en religiones como la católica y cristiana “no tiene ningún sentido” venerar a una figura con aspecto calavérico, además de que en estos recintos cuentan con un sistema de valores para decidir qué es sagrado y qué no lo es. El culto a la muerte es una expresión plenamente popular apropiada por la sociedad, lejos de los establecimientos de las instituciones religiosas.
La Santa Muerte, un culto encabezado por mujeres

Para Remedios la Santa Muerte también la ha dotado de buena salud tras recientemente haberse encomendado a ella y salir con éxito de una operación de vesícula. “En este mundo existe el bien y el mal, no te lo voy a negar, depende de nosotros para que utilicemos a la Santa Muerte. Yo le pido por mis hijos y los más desprotegidos, los que no tienen un techo y los que deambulan por las calles”, agrega.

“Si la Muerte no discrimina porque nosotros lo vamos a hacer. Nuestra madrina Enriqueta siempre nos decía que en este templo no había clases sociales, todos somos iguales, somos una hermandad”, declaró la lideresa Zoe respecto a la integración al culto a sectores como la comunidad LGBTIQ+ o las poblaciones carcelarias.

Es falso, comentan los devotos, que la Santa Muerte sea vengativa con tus seres queridos o te pida algo a cambio por los favores solicitados. “Ella recibe lo que tu le quieras dar, lo que a ti te nazca. En este templo hemos visto de todo, desde personas que le dejan paletas hasta creyentes que cumplen sus mandas trayendo comida los domingos para los visitantes.

Zoe se sincera y sentencia que el Templo de la Santa Muerte Internacional: «permanecerá por muchos años, ya que se ha vuelto una creencia heredada de generación en generación, así como seguirá resistiendo a los embates de aquellos sectores que la tachan de satánica únicamente por prejuicios y comportamientos clasistas».

Son las seis de la tarde y las puertas del recinto comienzan a cerrarse, revisan que todo esté en orden, que no haya una vela desacomodada que pueda provocar un accidente, las guardianas de la Santa Muerte cuidando el legado del Comandante Pantera y Doña Enriqueta Vargas.
Origen, significados y tradiciones: conociendo a la Santa

El templo se encuentra abierto de martes a domingo en un horario de 10 de la mañana hasta aproximadamente seis de la tarde. Además, cada primero de mes se realizan “oraciones” donde los devotos se reúnen para expresar su fe mediante plegarias y externar sus necesidades a “La Niña Blanca”.

Conforme avanzan las horas del día, van llegando los devotos al templo con sus figuras en brazos, acostumbran colocarlas al sol frente a la Santa Muerte monumental para que ellas se descarguen de las “malas vibras” que se traen del exterior. Los domingos, después de escuchar la oración, las Santas son purificadas con agua bendita.

Zoe expresa que cada año se trata de cambiar el color de la monumental figura hecha de fibra de vidrio, que actualmente se encuentra dorado que significa prosperidad y dinero. Pero ahí no termina, la Santa Muerte es diversa y cuenta con varios simbolismos:

La Santa Amarilla: tener trabajo
La Santa Negra: protección
La Santa Roja; para el amor
La Santa Blanca: es purificación
La Santa Verde: para problemas legales y de trabajo

¿Cuál es la ubicación del templo de la Santa Muerte, horarios y cantidad de visitantes?

Doña Enriqueta, relata Zoe, era una mujer allegada a las tradiciones y el mundo prehispánico, donde la muerte tenía una connotación particular. Era el símbolo que liberaba a los guerreros en la batalla y a las madres en el parto. El investigador de la Universidad La Salle, Felipe Gaytán Alcalá, explica en su artículo “Culto a La Santa Muerte en el México del siglo XXI” que dicha veneración procede de un sincretismo de cosmogonías donde la muerte no se observa como un fin, sino una nueva vida que se desarrollará en otro plano.

Ya encaminados hacia la modernidad el origen del culto tiene dos versiones: una primera en Tepatepec, en el estado de Hidalgo, con una curandera otomí de nombre Albina y una segunda en 1800 en el Puerto de Veracruz. Sin embargo, estudios recientes de la RIFREM indican que la aparición de la Santa Muerte en público data del año 2001 con el altar de Tepito de Enriqueta Romero. Previo a eso, se tiene conocimiento que las reuniones de los devotos eran clandestinas o privadas, incluso Yllescas tiene la hipótesis de que una vertiente del culto nació al interior de las prisiones mexicanas como un acto de necesidad de fe.

Fundación del Templo de la Santa Muerte Internacional: diciembre de 2007 por Comandante Pantera
Ubicación: Sobre la Avenida López Portillo, a la salida de la estación del Mexibus: Fuentes del Valle
Horarios: El Templo de la Santa Muerte Internacional tiene un horario de 10:00 am a 18:00 pm
Cada domingo, días de oración, acuden al templo entre 2 mil a 4 mil personas
El templo fue fundado por Jonathan Legaria, quien tras su muerte pasó la administrado a su madre Enriqueta Vargas

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