El calentamiento global, causante de climas extremos como graves sequía, incendios pavorosos y poderosos huracanes en muchos puntos del planeta, está provocando también paisajes insólitos, como el desierto norteafricano del Sahara, el más grande del mundo, lleno de lagos entre sus dunas de arena.
El Sahara es conocido por sus temperaturas extremas y su escasa cantidad de lluvia, con algunas regiones recibiendo solo unos pocos milímetros al año. Sin embargo, este año, una serie de condiciones climáticas inusuales provocaron una tormenta que trajo consigo hasta 20 centímetros de lluvia en sólo dos días, algo que no había ocurrido en más de 50 años.
Este fenómeno se produjo cuando un sistema de baja presión avanzó por el noroeste del desierto, generando lluvias torrenciales en regiones como el sureste de Marruecos. Ciudades como Errachidia y Merzouga, que suelen ser áridas, vieron cómo sus paisajes desérticos se transformaban con la aparición de lagos y lagunas en medio de las dunas de arena.
Cambios en el ciclo hidrológico
Los estudios indican que el calentamiento global está alterando el ciclo del agua en todo el mundo, y el Sahara no es la excepción. A medida que el aire retiene más humedad debido a las temperaturas más altas, las lluvias extremas se vuelven más probables, incluso en zonas tan secas como este desierto.
Los expertos advierten que este tipo de fenómenos podrían volverse más frecuentes en el futuro. El aumento en la temperatura del planeta está acelerando el ciclo hidrológico, lo que significa que veremos más eventos de lluvias extremas en lugares donde antes eran casi imposibles.
Tragedia en Chad
Pero, detrás de las imágenes insólitas de estas inundaciones entre palmeras del desierto, se revela la tragedia del cambio climático, con lluvias torrenciales que han dejado decenas de muertos y poblados arrasados.
Los expertos aseguran que este tipo de tormentas en el Sahara podrían volverse más comunes en las próximas décadas, lo que podría alterar los patrones climáticos en África y tener consecuencias impredecibles para las comunidades locales y la biodiversidad del desierto,
La tragedia se cebó particularmente en Chad, uno de los países más pobres y más vulnerables climáticamente del mundo. Las lluvias torrenciales de septiembre dejaron un saldo de 600 muertos y 1.5 millones de desplazados, que perdieron las cosechas por las inundaciones y enfrentan ahora una inminente hambruna, según denunció la ONU, que ha pedido la ayuda de la comunidad internacional.
Los países “subsaharianos” (los que hacen frontera con el sur del desierto), también están sufriendo estragos por lluvias atípicas.
Diez millones de niños sin escuela
Unos diez millones de niños en cuatro países de África occidental y central no van a la escuela actualmente debido a graves inundaciones que han dañado y destruido infraestructura y desplazado a casi un millón de personas de sus hogares, advirtió este martes la ONG humanitaria Save The Children.
Las fuertes lluvias caídas este año en Nigeria, Malí, Níger y la República Democrática del Congo (RDC) han empeorado la crisis educativa en esos países.
«Este tipo de fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y graves como consecuencia de la crisis climática», subrayó la organización en un comunicado.
Los diez millones de niños, actualmente atrapados en sus hogares o desplazados debido a las inundaciones, se suman a unos 36 millones de menores (de los cuales más de 20 millones están en Nigeria) que ya no están escolarizados en los cuatro países debido a los conflictos y la pobreza, según la ONU.
A finales de septiembre, Níger declaró el aplazamiento del inicio del año escolar durante al menos tres semanas debido a las inundaciones, lo que obligó a 3,8 millones de alumnos a abandonar la escuela.
Las inundaciones también dejaron en ese país 5,520 aulas dañadas, destruidas u ocupadas por familias desplazadas.
A principios de este mes, Malí también declaró un aplazamiento de un mes para el inicio del año escolar, una decisión que afecta a unos 3,8 millones de alumnos de escuelas primarias y secundarias.
En Nigeria, unos 2.2 millones de niños recientemente abandonaron la escuela debido a los cierres en el estado de Borno (noreste) por las inundaciones.
Las fuertes lluvias afectaron a 30 de los 36 estados de Nigeria durante el mes pasado, matando a 269 personas y obligando a 640,000 a abandonar sus hogares.
En la RDC, a principios de año, las inundaciones provocaron la destrucción de 1.325 escuelas y afectaron a más de 200.000 niños.
«En todo el mundo, el inicio de un nuevo año escolar es un momento de alegría y esperanza. Para muchos niños de África occidental y central, el inicio del año escolar es sinónimo de tristeza al ver sus hogares, escuelas y aulas bajo el agua», aseveró Vishna Shah-Little, directora regional de promoción y campañas de Save the Children.
«Además de ver a sus familias devastadas y sus hogares destruidos, los niños tienen que aceptar ser testigos de la inundación de su educación», agregó Shah-Little.
La ONG hizo un llamado a donantes y gobiernos para que apoyen la respuesta a «las devastadoras consecuencias de los desastres naturales en la población afectada, especialmente los niños».