Cada verano, James A. Robinson tiene dos tareas habituales que comparte a sus nuevos estudiantes colombianos, en Bogotá. Les da a leer “La raza cósmica” de José Vasconcelos y les pregunta si conocen cuál es el ingreso per cápita de su población en la actualidad.
“Les comparto que en 1900 –año en que hubo buenas estimaciones– el ingreso per cápita colombiano fue el 15% del que tenía EU; hoy, 120 años después, sigue en 15%”. El panorama no es muy diferente en la región, refiere este académico británico especializado en economía y política latinoamericana.
¿Qué es lo que impide a nuestras economías salir de la depresión del subdesarrollo? El especialista da algunas señales en entrevista, que van desde la sangría colonialista en su historia, hasta los anhelados, y después tropezados, intentos democráticos que se han generado en esta parte del mundo. México, al igual que la región tiene muchos retos aún para su desarrollo, señala, quizá el más importante es el fortalecimiento de sus instituciones.
Robinson es coautor de “Economic Origins of Dictatorship and Democracy”, libro galardonado con numerosos premios internacionales. Ha sido profesor de las universidades de Harvard, Melbourne, el Sur de California y California-Berkeley y actualmente es Director del Pearson Institute y profesor en la University of Chicago’s Harris School of public policy. Los veranos, como señaló, da cátedra en Bogotá. El científico social visitó México hace unos días con motivo del recibimiento del Premio Daniel Cosío Villegas, otorgado por El Colegio de México y su fundación el pasado 20 de febrero.
La pregunta obligada para el destacado experto en economía y política latinoamericana es ¿cómo observa el panorama en la actualidad? “El gran paisaje es que los países latinoamericanos están teniendo un manejo económico lejos de su potencial, algo histórico, pero que permanece hasta la actualidad. Vemos muchos problemas en la región, como una gran inflación en Argentina o el colapso económico en Venezuela, la inestabilidad en Perú, situaciones muy familiares con el pasado de la región debido a problemas institucionales muy arraigados”.
El tema es abordado por su libro referente “Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty”, donde expone cómo una de las principales fallas en la región ha sido la construcción de instituciones que permitan un sistema económico exitoso y progreso. México no está exento de este lastre.
“México enfrenta retos similares. En mi libro ‘Why Nations Fail…’ hacemos esta comparación entre Nogales-México y Nogales-EU: ¿cómo estos estados tan cercanos, con características en común, geográficamente y culturalmente, son tan diferentes económicamente? Es porque están conectadas con diferentes instituciones.
“Su país tiene muchos retos institucionales y para mí el problema actual es la falta de enfoque en sus instituciones. El gobierno actual no las está construyendo, sino que está ‘desinstitucionalizando’ el Estado. No tiene una agenda para tratar de construirlas, cuando son necesarias en la creación de oportunidades para una gran parte de los mexicanos”.
El académico señala que si bien ha habido progreso en la creación de instituciones políticas más inclusivas en términos de democracia, aún tiene el enorme reto de construir instituciones de Estado. “Por el contrario, parece que todo va en retroceso en los últimos años”.
PODER POLÍTICO-ECONÓMICO.
Este malestar en la región parece endémico, con orígenes desde la organización colonial y postcolonial de Latinoamérica, sembrando grandes inequidades sin oportunidades para muchas personas, apunta, y eso tiene un cruce peligroso cuando se encuentra con la política.
En su citado libro, añade, los autores señalan que uno de los grandes problemas de la región son los monopolios y la manera de hacer dinero a través de las conexiones políticas, explotando las debilidades de las instituciones políticas y su falta de responsabilidad. “Esto tiene raíces profundas y en la forma de pensar en la región, quizá podría ser un aspecto cultural, pero hay que enfatizar cómo el poder político es utilizado para concentrar poder económico. Este círculo vicioso de la concentración de poder político y económico ha permitido, por su puesto, generar gente extremadamente rica, pero para la mayoría ha significado la exclusión y la falta de oportunidades, de generar riqueza o éxito”.
Este vínculo insano entre poder y política es el que detiene más efectivamente la construcción de instituciones, dice. “Las élites no quieren instituciones fiscales que les cobren impuestos. El gobierno mexicano, por ejemplo, parece no tener una agenda de este tipo para gravar a las personas más ricas, aun cuando son recursos importantes si quieres proveer los servicios y bienes públicos y desarrollar el país. Pero los ricos no quieren impuestos y tienen el poder para que esto se mantenga así”.
MOMENTO DEMOCRÁTICO.
Por otra parte, Robinson observa en la región un momento político interesante, más cargado hacia el avance de las democracias, que al autoritarismo y el populismo.
“Es un momento interesante y excitante en Latinoamérica, uno muy democrático. Estábamos acostumbrados en abordar los problemas desde las élites, pero ahora ocurre una apertura democrática en muchas sociedades. No son las élites quienes eligieron a Castillo en Perú ni a Petro en Colombia o López Obrador en México. Latinoamérica está experimentando una mayor apertura democrática, más que nunca en su historia y es muy excitante”.
El problema es que hay muchas quejas, problemas y mucha frustración en la región como consecuencia de esta historia de atraso, agrega. “Es una situación muy difícil de manejar, de crisis, de inflación en muchos países que se democratizaron».
Sobre una visión hacia futuro en la región, Robinson menciona que no es posible dar un pronóstico exacto, como hace 120 años no era de esperarse que el ingreso per cápita colombiano no avanzara mucho, como ejemplifica a sus estudiantes. Hay países, como Chile, que han buscado cambiar su trayectoria, pero no han logrado ajustar su contexto democrático, apunta.
“Entonces, si me pides un pronóstico diría que Latinoamérica tendrán que lidiar con el problema de la democratización en su sociedad, por una parte, tenemos un momento muy excitante, por otra hay que reconocer que aún no tenemos el gran ejemplo de algún país exitoso que haya logrado hacer ese ajuste. Pensamos que había ocurrido en Brasil, pero vimos que el partido de los trabajadores en el poder resultó muy corrupto en el poder, por lo que abrió camino a Bolsonaro. Es difícil ver un ejemplo exitoso en la región, de transitar lejos del viejo camino de los regímenes sociales anteriores, no veo ese cambio sucediendo, excepto con este crecimiento democrático al que me he referido (…).
“Por desgracia no tenemos un buen modelo a seguir en Latinoamérica, pero tenemos otros fuera, como Corea del Sur o China, de la cual se puede aprender mucho. No sería tan pesimista porque el futuro no yace en el pasado y no hay razón por la cual deba ser así”.
Dice el intelectual mexicano Roger Bartra que naciones como la nuestra se quedaron estancadas en el subdesarrollo, que nunca conocimos –al igual que el axolote– la capacidad de volvernos una nación desarrollada, una salamandra completa.
Para Robinson este estancamiento no tiene por qué ser intrínseco de la región, pero hay que mirar hacia otros países que lograron hacer esa transición. “Hace 60 años, Corea del Sur era más pobre que México, pero hicieron una enorme transición rápidamente. No hay razón por la cual no pueda ocurrir en su país o cualquier otro de Latinoamérica, la clave es hacerlo en sus términos, con su propia identidad. Por eso, a mis alumnos de Bogotá les pido leer la obra de José Vasconcelos”.