Se acabaron los ‘porteros’ del gobierno gracias a las Jornadas de Atención al Pueblo en Territorio

“Un campesino nunca podía hablar con un gobernador porque apenas recibía el cargo y ya tenía portero”, expresó don Juan Manuel Montiel Córdoba luego de saludar al Gobernador de Tabasco, Javier May Rodríguez.

Ni la lluvia que cayó desde temprano lo desanimó para salir del poblado Carlos Green hasta llegar al Centro Integrador de la Ciudad de Tecolutilla, en el municipio de Comalcalco, con el firme propósito de cumplir dos encomiendas: Primero saludar al Gobernador de parte suya, de su esposa enferma y de su hija. Y después obtener una silla de ruedas propia, pues el viaje que realizó de cuarenta minutos en combi, lo hizo en una silla de ruedas prestada. “Esto nunca lo habíamos visto”, expresó aliviado y contento.

A un costado del camino de entrada, seis peluqueros y estilistas del DIF municipal se integraron a las Jornadas de Atención al Pueblo en Territorio. Entre las “Dalilas” se hallaba Teresita, madre de dos hijos, y que realizaba su servicio social, luego de haber estudiado gratuitamente el arte de podar las melenas. “Estas Jornadas me parecen muy buenas porque llega a las comunidades que están retiradas de los servicios”, comentó.

Amílcar Pérez asentió ligeramente con la cabeza, cuidando de no moverse tanto mientras las estilistas hacían lo propio. Él vive en el Centro Integrador de la ciudad y trabaja como albañil en la cabecera municipal de Comalcalco, pero hoy se desplazó porque vino a llevarse unas matas de naranja, que sembrará en un terrenito donde ya cultiva mango, papaya y guayaba. “Iba a pagar 100 pesos, pero aquí me los ahorre y ahora me están acicalando para estar listo para el cariteo”, agregó en broma.

A unos metros de la carpa de los estilistas, donde cae una fina llovizna y los cabellos de adolescentes, señoras y hasta niños, Julián de la Cruz Izquierdo hizo fila para comprar un kilo de bistec. Cuatro tablajeros cortaban y pesaban la carne, ofertada a precios económicos. Sobre los ganchos colgados de chuleta, hígado, arrachera y bistec, ya se había acabado el mondongo, la tripa y las tres cabezas de ganado que se sacrificaron en la madrugada para ofrecer carne fresca.

De la Cruz Izquierdo vino al Centro Integrador desde la ranchería Progreso Tular Segunda, a unos cuarenta minutos de la ciudad. “Me ahorré cincuenta pesos para la comida con mi esposa e hijas porque aquí dan más barato en apoyo a la economía familiar”, agregó.

En esta ciudad de más de 30 mil 734 habitantes, no es extraño oír a los tecolutillenses decir que conocen al Gobernador, y don Wagner de la Cruz Fuentes no es la excepción. El vecino de esta ciudad asegura que durante sus 84 años de vida ha visto pasar una docena de mandatarios, pero ahora lo que veían sus ojos era muy distinto.

Luego de cerrar los ojos por puro instinto y “no por miedo” mientras recibía la vacuna contra la influenza, en el módulo de salud, resaltó que “de todos los gobernadores, ninguno había venido a Teco —el apócope con el que nombran a esta ciudad sus propios habitantes— con su gabinete y todos los servicios públicos que ofrecen”.

A la 1:20 de la tarde el Gobernador Javier May concluyó las audiencias con el pueblo. Camino a su salida, agradeció a las y los estilistas su participación. «¿No tienen las manos entumidas?», preguntó. Ellas respondieron que no, aunque perdieron la cuenta de las melenas podadas. «Al rato regreso yo», dijo el secretario de Ordenamiento Territorial y Obras Públicas, Daniel Casasús. «Muchas gracias a todas y todos», cerró el mandatario, antes de trasladarse -bajo la lluvia que no cesó- a recorrer el Colegio de Bachilleres de la localidad para seguir atendiendo las necesidades de su pueblo.

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