No es un secreto que México se encuentra lleno de simbolismos y tradiciones que hacen del país un territorio rico en historias y hasta leyendas; entre las festividades más importantes y representativas se encuentra el Día de Muertos, momento en el cuál el viento otoñal trae consigo a las almas de nuestros difuntos para que así puedan recorrer una vez más el camino hasta su hogar, en donde son recibidos con sus platillos favoritos y el cariño de sus familiares que aún los recuerdan.
Y es que en las antiguas creencias mexicas, la muerte no era el fin, sino el comienzo de un largo viaje. Por lo que nuestros ancestros pensaban que tras morir, el alma de una persona debía atravesar varios niveles del inframundo antes de llegar al Mictlán, el noveno y último nivel donde moraba el dios de la muerte, Mictlantecuhtli. Este recorrido estaba lleno de obstáculos, como cruzar el temido río Apanohuacalhuia, que sólo puede ser atravesado con la ayuda de un xoloitzcuintle ya que sin la asistencia de este fiel guía, las almas podían perderse en el inframundo.
Es así como el tema de la muerte se encuentra rodeado de muchos simbolismos que van más allá de la ofrenda del Día de Muertos, ya que el xoloitzcuintle es una raza de perro con una profunda conexión espiritual en la cultura mexicana, especialmente vinculada a esta tradición y al Mictlán. Pues según la mitología prehispánica, este perro, también conocido como «xolo», era el encargado de guiar a las almas de las y los fallecidos hasta encontrar su descanso final.
Xoloitzcuintle, el perro con la misión más importante
De esta forma, el honor de ser guiado por el xoloitzcuintle hacia el Mictlán no es otorgado a cualquiera, ya que las leyendas cuentan que si una persona había maltratado a los perros en vida, el xolo se negaría a ayudarles, dejándoles atrapados en el inframundo. Por el contrario, aquellas personas que habían sido bondadosas con los animales, eran dignos de su guía; además, se creía que el color del xolo tenía un significado especial: un perro negro indicaba que ya había guiado suficientes almas y no podría hacerlo más, mientras que un xolo joven o claro no tenía la madurez necesaria para acompañar a los muertos.
Pero la relevancia del xoloitzcuintle en la cosmovisión prehispánica no solo se limitaba al plano espiritual, pues estos perros también eran asociados con Xólotl, el dios mexica relacionado con la muerte y la transformación, de quien tomaron su nombre. Por ello, en la vida cotidiana de las culturas mesoamericanas, los xolos eran compañeros valiosos y respetados, como lo demuestran los hallazgos de figuras y restos de xoloitzcuintles en tumbas y sitios arqueológicos.
Así mismo, los xoloitzcuintles eran considerados perros fieles que cuidaban de sus dueños y participaban en rituales importantes y eran valorados por sus propiedades terapéuticas. Dado que eran perros sin pelo, se creía que su calor corporal ayudaba a aliviar dolencias como el reumatismo y otros dolores físicos, lo que los hacía compañeros valiosos en la vida cotidiana; y al ser una raza fuerte y resistente, eran útiles para labores prácticas.
¿Cómo es el tormentoso camino hasta el Mictlán?
Según las creencias prehispánicas, cuando una persona fallecía, su alma debía emprender un viaje arduo y lleno de obstáculos antes de alcanzar el Mictlán, un proceso que dura cuatro años y pasa por 9 niveles de pruebas y desafíos. El Mictlán es el inframundo donde las almas que no murieron de manera honorable (como en el combate, el parto o el sacrificio) van a parar después de su muerte; de acuerdo con la mitología mexica, las etapas hasta este lugar de descanso son:
1. Itzcuintlán (El Lugar de los Perros)
El primer tramo es un río ancho y profundo llamado Apanohuacalhuia. Para cruzarlo, los muertos necesitan la ayuda de un perro llamado Xoloitzcuintle (perros de origen divino), que los acompaña y les ayuda a cruzar el agua, es por ello que en vida se trataba bien a los perros, pues se creía que serían sus guías en la muerte.
2. Tepectli Monamictlan (El Lugar Donde los Cerros se Juntan)
Aquí los muertos enfrentan dos montañas que continuamente chocan entre sí, aplastando todo lo que se interpone entre ellas por lo que las almas deben atravesar rápidamente, esperando que las montañas no se cierren mientras cruzan.
3. Iztepetl (La Montaña de los Cuchillos)
En este paso, las almas tienen que escalar una montaña cubierta de cuchillos de obsidiana que rasgan y cortan su carne; sobra decir que este es uno de los pasos más dolorosos del viaje.
4. Izteecayan (El Lugar Donde los Vientos Cortan Como Navajas)
Después, los muertos enfrentan vientos helados que llevan cuchillas de obsidiana, desgarrando y lacerando sus cuerpos. El viento gélido es implacable, causando gran sufrimiento a las y los viajeros.
5. Paniecatlacaloyan (El Lugar Donde la Gente Vuela y Cae Como Flechas)
Aquí, las almas deben atravesar un lugar donde vientos violentos las levantan por los aires y luego las dejan caer bruscamente, como si fueran flechas lanzadas desde el cielo.
6. Timiminaloayan (El Lugar Donde Te Flechan)
En este paso, las almas deben esquivar flechas invisibles que caen del cielo, estas flechas simbolizan los recuerdos dolorosos y las penas de la vida terrenal.
7. Teocoyohuehualoyan (El Lugar Donde las Bestias Te Devoran)
Este lugar está lleno de jaguares y otras bestias feroces que intentan devorar las almas. Las bestias son símbolo del miedo y las angustias que atormentaban a las personas en vida.
8. Apanohuaia (El Río de la Sangre)
De la misma forma, este es un río de aguas turbulentas y sangrientas que las almas deben cruzar sin la ayuda del perro, ya que su guía no puede ir más allá de este punto. A menudo, las almas deben nadar solas y luchar contra la corriente.
9. Chicunamictlán (El Mictlán Propiamente Dicho)
Finalmente, después de superar todos estos obstáculos, las almas llegan al Chicunamictlán, el último nivel del Mictlán, donde se encuentran con Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del inframundo. Aquí, las almas entregan las ofrendas y objetos que trajeron consigo en su entierro, y solo entonces encuentran el descanso eterno.
Este recorrido es una representación simbólica de los desafíos y sufrimientos de la vida y la muerte, por lo que las almas que completan el viaje finalmente encuentran la paz y el descanso, pero antes deben superar numerosas pruebas físicas y espirituales. Igualmente, a pesar de haber estado cerca de la extinción tras la llegada de los colonizadores españoles, que intentaron erradicar muchos aspectos de las creencias mexicas, los xoloitzcuintles lograron sobrevivir en zonas rurales, por lo que hoy en día, han sido reconocidos como un símbolo del patrimonio cultural de México y son una parte integral de las festividades del Día de Muertos.
De esta forma, la presencia del xoloitzcuintle en la cultura mexicana moderna no solo evoca su relevancia histórica, sino que también sirve como recordatorio de la rica tradición espiritual que ha sido preservada a través de generaciones; por ello, durante el Día de Muertos, la imagen del xolo sigue apareciendo en altares y celebraciones, representando el puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos.