“Mi hija siempre me ha visto como una súper mamá”, cuenta Aline

Aline lleva 22 años siendo parte de las Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, es una mujer médico cirujano de esta élite y también es mamá de una pequeña de 11 años, lo que no ha sido fácil para ella porque en ocasiones tiene que anteponer su servicio a la patria por su familia.

El rango que tiene no es menor, es una de las tres jefas que hay de todas las mujeres que se han graduado del curso básico de Fuerzas Especiales, en total son 142, una cifra menor si se compara con los 15 mil 368 hombres que han culminado este curso.

Aline es una mujer de 40 años, con un semblante firme y parece de temperamento fuerte, pero no puede evitar sonreír y llenar sus ojos de brillo al hablar de su familia; especialmente de su hija. Es admirada por quienes la rodean, no importa si son más jóvenes o mayores, pero se refieren a ella con mucho orgullo y respeto: “la mayor”, “la jefa”.

Desde pequeña, se relacionó con la milicia y la medicina, su mamá era enfermera y siempre soñó con que Aline se dedicara a algo relacionado, y su tío era militar. Ella recuerda que siempre quiso ser doctora, y aunque era una niña y sólo observara cuando acompañaba a su mamá al hospital, le parecía fascinante ver a las mujeres embarazadas, a los heridos, a los niños y el entorno, “el ambiente del hospital siempre me llamó mucho la atención”, aseguró Aline a este diario.

Relató que cuando cursaba la preparatoria, un grupo de militares acudió a su escuela para dar informes y en cuanto le comentaron que podía entrar al ejército y ser doctora, tomó la decisión, “no lo pensé y decidí enlistarme”.

Como mujer, pertenecer a la élite del Ejército Mexicano no es fácil

“Ser parte de las Fuerzas Especiales como mujer no es sencillo, hay que tratar de equilibrar la cuestión personal, como madre y con mi familia, y las exigencias del servicio. A veces anteponemos nuestros intereses personales por la misión que tenemos, que es servir a la nación, servir a la patria”.

Aline dio a conocer que son muy pocas mujeres en las Fuerzas Especiales, ya que requieren una mayor preparación tanto mental como físicamente, siempre desempeñando sus funciones con el mayor esfuerzo, pese al riesgo que conlleven; por ello asegura firmemente que, “pertenecer a la élite del Ejército Mexicano, es motivo de orgullo”.

Detalló que las actividades durante los cursos son a la par con los hombres, “la jerarquía no importa mucho, quitamos el grado, tampoco hay exclusión como mujeres y es todo un reto porque no es fácil convivir una mujer entre treinta varones, no hay privacidad, en los cursos se pierde eso, y ellos son nuestro apoyo y nuestra moral. No nos dejan a un lado”.

Para su familia también es motivo de orgullo, su madre y su hija la ven como una superheroína, es jefa, médico y mamá. Su pequeña tiene 11 años y a pesar de su corta edad, sabe que su mamá ocupa un importante cargo y entiende que no todo el tiempo de su madre es para ella.

“He tratado de ser ejemplo para mi hija, siempre me ha visto como una súper mamá y la aliento a que sea mejor que yo. En cualquier lugar que vamos y vemos soldados, mi hija siempre me dice, mira mamá tus soldaditos”.

La mayor sabe que no ha sido fácil para su hija tener una mamá comprometida con la nación, “hubo ocasiones en que yo salía con las unidades operativas, estuve en un batallón de infantería, llegamos a salir hasta tres meses y regresábamos sólo 15 días. Yo creo que esa ausencia para ella no es fácil, pero de alguna manera le ha servido para ser independiente y madurar a su corta edad. No digo que no me extrañe, pero se ha acostumbrado y ha madurado”, precisó.

Recordó que llegó un momento en el que su mamá le pedía que se abstuviera de contarle a dónde iba, “me decía, ya no me digas porque yo no sé si andas en operaciones y siempre estoy con la preocupación y el pendiente”.

“También para mí, es motivo de orgullo pertenecer al ejército. Si me volvieran a preguntar, yo elegiría ser soldado, las veces que me preguntaran”.
La disciplina y la organización, sus aliadas

“Ser disciplinado no es fácil, procuro preservar mi salud, como doctora debo de dar ejemplo en esa parte. Si quiero hacer ejercicio lo hago de 4:30 a 5:30; regreso, preparo las cosas para la escuela y dejo todo en orden en casa para salir con confianza y sin pendientes”, reveló que siempre está al pendiente de su hija, si ya regresó o no de la escuela y de sus tareas.

Como parte de sus actividades del día a día, es responsable de una oficina y realiza, desde trámites administrativos, consultas médicas e incluso, actividades de riesgo. “Sí se puede, parece difícil, pero tratando de equilibrar cada aspecto de nuestra vida se puede. Aunque, es un reto día a día, pero confirmo que se puede”.
Soldado, médico o mamá… ¿Qué le gusta más?

“Todo, de cada aspecto, me llevo lo mejor, yo estoy orgullosa y agradecida, amo mi trabajo, amo ser soldado y servir a los demás. Es un aspecto fundamental ayudar a las personas y servir a nuestro ejército y a nuestra nación. No podría decir que una más que otra, tanto como la atención médica, las actividades castrenses y la familia, todo hay que equilibrarlo, la familia es un aspecto importante porque es nuestro apoyo”.
Uno de los momentos más impactantes

Las operaciones militares son lo más impactante que ha vivido, ver a sus compañeros heridos y tener que tomar decisiones oportunas porque hay vidas en riesgo y tiene que salvar vidas, aseguró que “es algo muy, muy, estresante”.

“Hemos recibido urgencias y hemos visto que gracias a nuestro apoyo y servicio se salvan vidas. Desafortunadamente, hay personas que llegan en muy mal estado o su situación de salud es muy grave y lamentablemente a veces no podemos hacer mucho”.
Vale la pena el esfuerzo y el sacrificio

Aline nunca imaginó que sería una de las tres jefas de las Fuerzas Especiales y detalló la complicidad del cambio radical que tuvo que hacer en su vida, “fue difícil porque venir del medio civil, estar acostumbrado a la familia, a un espacio y llegar al ejército, cambia totalmente la vida. Se restringen muchas cosas”.

“No puedo decir que perdí, vale la pena el esfuerzo y el sacrificio que uno lleva día a día. Acostumbrarse a las actividades militares no es fácil y en mi caso, me costó mucho trabajo llevar a la par la parte de ser estudiante de medicina, pero poco a poco uno se va acostumbrando y adaptando. Ese es un punto importante en nosotros, la capacidad de adaptación en todas las actividades”.

Ahora enseña y comparte a quienes están a su cargo las bondades de las Fuerzas Especiales, “siempre comparto a mis subordinados que aquí podemos hacer muchas actividades que allá afuera jamás haremos como el manejo del armamento, actividades en aeronaves, eso en ningún otro lado lo vives. Me quedo con esa parte como experiencia. Siempre hay que aspirar a ser mejor en todas las áreas de nuestra vida”.

La mayor hizo un llamado, a todas las mujeres que forman parte del ejército y a las civiles, a conocer las actividades de las fuerzas especiales y se unan a ellas. “Pertenecer a Fuerzas Especiales es motivo de orgullo, pareciera inalcanzable, pero damos testimonio de que podemos cumplir con muchas actividades a la par. Conlleva un sacrificio, pero no es imposible”.

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