Roma.— Por tercer año consecutivo, el papa Francisco no presidió el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, debido a los problemas respiratorios que lo han mantenido en convalecencia. Sin embargo, su presencia espiritual se hizo sentir a través de las meditaciones que él mismo redactó para la ocasión.
La ceremonia, una de las más simbólicas de la Semana Santa en el Vaticano, se desarrolló sin contratiempos, bajo estrictas medidas de seguridad y con la participación de fieles de todo el mundo. Las reflexiones del pontífice acompañaron cada una de las estaciones, ofreciendo mensajes de esperanza, perdón y compasión.
Aunque no estuvo presente físicamente, el papa siguió la celebración desde su residencia en Santa Marta. El Vaticano ha señalado que esta decisión forma parte de las recomendaciones médicas para preservar su salud en vísperas de las actividades de Pascua.