El Rincón del Chef
Por: José Ángel ViGo
Gastronomía socioemocional: cuando cocinar es un acto de humanidad
En el alma de cada cocina hay mucho más que ollas, sartenes, cuchillos y especias, se reúnen memorias, felicidades, frustraciones y deseos.
Cocinar es por naturaleza un acto emocional, pero no siempre lo reconocemos. De ahí la importancia de hablar hoy de gastronomía socioemocional, un enfoque emergente que vincula la cocina con la inteligencia emocional, la empatía y los vínculos humanos.
Fortalecer es la clave: La gastronomía socioemocional se nutre como masa al colocarla cerca de calor, se parte de la idea “comer no es únicamente un proceso fisiológico”, tampoco cocinar un acto mecánico. Es igual un fenómeno social y emocional. Se trata de comprender cómo la preparación y el consumo de alimentos influyen en nuestro estado de ánimo, nuestras relaciones y nuestro bienestar general.
La cocina como espacio emocional: ¿Quién no ha preparado un platillo con la intención de reconfortar a alguien?, ¿quién no ha cocinado con rabia y enojo para descargar frustraciones?, ¿quién no guarda el recuerdo de una comida como símbolo de un momento feliz o triste?, la cocina es a menudo el lugar con más vida de la casa, no sólo por las llamas calientes de las estufas y fogones, sino por la intensidad con la cual sentimos emociones y buscamos expresarlas.
Dándole este enfoque, los alimentos no son solo elementos físicos, igual son portadores de memoria y significado. Los esquites que saben a gusto culposo, pero recalcamos “me lo merezco”, esa receta única de tu abuelita que alimenta el alma, la receta heredada de generación en generación que se cocina con recelo ya que es un tesoro familiar y el cómo suele ser un ritual cocinar, pues de una forma tratamos de invocar a los ausentes. Se crean dimensiones emocionales en la cocina, haciéndola tan poderosa.
Comer para conectar: En la mayoría de las culturas compartir la mesa es uno de los actos más íntimos y simbólicos. Se dice que quien te invita a su mesa te invita a su vida. La comida es vehículo de comunicación, puente entre generaciones, espejo de identidades; en la mesa se cuentan historias, se resuelven conflictos, se fortalecen vínculos, pues comer juntos es una de las formas más antiguas de crear comunidad.
Terapia de gastronomía socioemocional: Se lleva a la práctica dicha terapia con programas educativos que enseñan a niños y jóvenes a expresar sus emociones a través de la cocina, y hasta dinámicas terapéuticas que usan la cocina como herramienta para el autocuidado, la autoestima y la empatía.
Chefs con inteligencia emocional: En el mundo profesional, la gastronomía socioemocional invita a repensar el rol de los chefs, no solo como participe técnico, también como facilitador de experiencias humanas. Un gastrónomo emocionalmente consciente es capaz de leer el estado de ánimo de sus comensales, de su equipo y de sí mismo. Sabe cuándo un platillo necesita pausa, cuándo una salsa pide más paciencia o cuándo un cocinero necesita apoyo antes que presión.
Esto no implica romantizar la cocina ni negar sus exigencias, al contrario, es reconocer que muchas de las crisis que viven los profesionales de la cocina (ansiedad, violencia laboral) pueden prevenirse o atenuarse si integramos una dimensión socioemocional en la formación y práctica dentro de las cocinas.
Cocinar con el corazón: Adoptar la gastronomía socioemocional es volver a cocinar con conciencia y plenitud. Es preguntarse no solamente qué voy a cocinar, es ir concientizando para quién va ese platillo por el cual te esmeraste tanto en perfeccionar. Entender que hay más allá del sabor y la presentación, eso es; conocer cómo un platillo también transmite emociones.
La próxima vez que cocines, detente un momento, escucha lo que sientes, tal vez descubras que no estás preparando solo una receta, cuentas una historia, cierras una herida o celebras algo que no sabías que querías celebrar.
Y así, entre aromas que abrazan y sabores que consuelan, la gastronomía se revela como un lenguaje del alma, uno donde el amor se dora a fuego lento, el duelo se cura con caldos tibios y la esperanza se sirve en platos hondos.
Cocinar, entonces, no es solo alimentar cuerpos, igual es incentivar a las personas de afectos, construir memorias y sanar; les veo la siguiente semana queridos lectores, me despido deseándoles buenos días, buenas tardes, buenas noches y buen provecho. Recuerden, al final lo más importante no es lo que ponemos sobre la mesa, sino lo que dejamos en el corazón de quien lo prueba.