Por: María Elodia Zurita Argáez
…no existe una buena guerra
En los últimos días la situación se ha complicado mucho y el panorama se vislumbra un tanto complicado; nada más y nada menos en la actualidad están sucediendo más de 50 conflictos armados en todo el mundo (mucho más de los que estaban en curso durante la Segunda Guerra Mundial) y por mencionar algunos: el conflicto Rusia-Ucrania; el conflicto israelí-palestino; la guerra civil en Sudán; el conflicto en Myanmar; el conflicto en la región del Sahel, que involucra a Mali, Níger, y Burkina Faso; el conflicto en la República Democrática del Congo; etcétera.
El origen de las guerras, según los vestigios encontrados, se puede rastrear entre 50.000 a 12.000 años atrás; aparentemente el hombre tenía y sigue teniendo una naturaleza beligerante; es posible que en esa época prehistórica al igual que en la actualidad, los actos violentos estuvieran relacionados con el sentido de la propiedad y/o el miedo de perder aquello que se posee; esto podía involucrar a la posesión tanto de bienes materiales como de personas, también a posturas ideológicas o relacionadas con las creencias religiosas. Aunque en la actualidad las guerras también son un recurso político.
La palabra guerra tiene un origen germánico; que significa desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias; pero a pesar de lo fuerte que es esta palabra,solemos usarla de manera regular y con cierta ligereza, incluyéndola en nuestro vocabulario con expresiones coloquiales, restándole la seriedad de sus consecuencias: guerra de nervios; guerra sucia; guerra mediática; guerra de palabras; guerra de precios; declarar la guerra a algo; guerra de los sexos; guerra campal; etcétera.
Las guerras lamentablemente han formado parte de la historia de la humanidad y a veces han sido un mal necesario para resolver conflictos que de otro modo continuarían indefinidamente.
La guerra es la expresión extrema de violencia y crueldad por sus consecuencias; los daños que produce regularmente son catastróficos, tanto en la pérdida de vidas, y no solo humanas; como en daños de carácter emocional y psicológico (que la mayoría de las veces resultan irreversibles); y por otro lado los daños materiales, que casi siempre alcanzan niveles incuantificables.
El hombre anhela la paz, pero de algún modo siempre está en guerra; se infiere que al hombre le resulta más fácil crear conflictos que construir la paz. La paz es el resultado del entendimiento; de una humanidad civilizada, y debe ser la consecuencia directa del desarrollo científico de la humanidad. El bagaje del conocimiento acumulado debería ser igualmente proporcional a la disminución de conflictos en el mundo.
La guerra es el resultado de la acción conjunta de individuos unidos por una causa que en ocasiones desconocen; no se deben olvidar las palabras de Benjamin Franklin –Nunca ha habido una buena guerra ni una mala paz-.
El pasado 20 de junio se conmemoró el Día Mundial del Refugiado, que tiene elpropósito de reconocer a las personas que, debido a los conflictos de su lugar de origen, se ven obligadas a desplazarse, a convertirse en refugiados y a vivir a veces en condiciones infrahumanas.
¡Qué esta sea una semana productiva para todos!