Crónica de un festival que sabe a tradición, historia y juventud
Por: José Ángel ViGo
Una fiesta de sabores se va abriendo paso en la región de los ríos, conocedores y eruditos de la panadería y repostería se dieron cita en el, amor a la buena comida existe en nuestro edén; desfilan productores, estudiantes y visitantes, todos quieren un poco de él, ¿de quién?, del festival de la panetela que nos dio la bienvenida y despedida, esperándonos para el año siguiente.
El municipio de Emiliano Zapata ‘El balcón del Usumacinta’, nos recibió de brazos abiertos para presumirnos su fiesta de sabores, en la cual enaltecieron a su producto estrella por excelencia, la panetela.
Productores locales y de municipios aledaños, estudiantes de gastronomía de diferentes municipios y estados, turistas y chefs de renombre en la entidad se dieron cita en esta gran celebración de sabores al aire, tomándonos de la mano para degustar desde una panetela tradicional, hasta un chongo tabasqueño; a continuación, les relataré un poco de lo que viví como visitante y chef coach de la Universidad Mundo Maya, ya que fungí como responsable del equipo que enviaron a participar en el reto universitario culinario.
Productores: Son los guardianes de la receta tradicional; se reunieron en la festividad para compartir su legado; cada panetela por sencilla que pareciera contenía generaciones de historia familiar, desde la que aún se hornea en moldes de lata reciclada, hasta la que se sirve sobre hojas de plátano o se acompaña con chocolate caliente. Fue conmovedor ver a mujeres y hombres orgullosos de su oficio, defendiendo no solo su pan, sino el derecho de su cultura a seguir existiendo en cada mordida.
Competencia de la panetela tradicional: Fue sin duda un homenaje vivo a quienes han preservado esta joya gastronómica con manos firmes y corazones cálidos; las diferencias entre una y otra versión eran mínimas pero significativas, que, si se batían claras y yemas juntas o separadas, texturas más firmes o suaves, u horneados más dorados; sin embargo, todas eran dignas de celebrar.
Duelo universitario gastronómico: Nos recordó que la tradición también puede mirar hacia el futuro, pues siendo coach de la Universidad Mundo Maya, campus Villahermosa, pude observar la dedicación de las nuevas generaciones; me siento profundamente orgulloso del trabajo que hizo el equipo de la UMMA, y muy seguramente los demás chefs deben estarlo de los suyos. En el reto se tenía que realizar por equipo una panetela tradicional y un platillo en el cual, de forma innovadora, fuera la protagonista; hubo quienes optaron por crear platos fuertes con ella, postres e incluso bebidas, implementando proteínas como carne de lagarto y puerco de monte, frutas desde la yaca hasta la naranja, o igual diferentes verduras que fueron presentándose en cada platillo, sin perder la esencia de dicho pan tan rico como noble; todos los estudiantes de gastronomía demostraron sus técnicas, conocimientos y pasión que los forja tal y como “Los nuevos chefs del mañana”, resonando cual poema o título de película, pues es lo mínimo que ameritan, ya que se merecen todo el futuro que está por venir.
Fue una experiencia que va más allá de la cocina; es el tipo de vivencia que forma profesionales, sí, pero también seres humanos comprometidos con sus raíces y con la capacidad de imaginar nuevas formas de honrarlas.
Emiliano Zapata nos regaló más que sabores, nos ofreció comunidad, reencuentro y orgullo, y me queda claro que la panetela, ese pan humilde y noble no solo es tradición, es resistencia, creatividad y futuro.
Agradezco la oportunidad de haber sido parte de esta edición, me llevo aprendizajes, inspiración y muchas ganas de volver el siguiente año, porque cuando un festival logra unir productores, estudiantes, familias y curiosos en torno a una receta tan entrañable, uno no puede más que esperar su próxima edición, con el corazón en velo y el paladar expectante; me despido deseándoles buenos días, buenas tardes, buenas noches y buen provecho.