Emilio

Columna: Prospectiva

Por: Emilio de Ygartua M.

Los BRICS en la Nueva Era Geopolítica: Desafíos y Oportunidades

En estos tiempos de incertidumbre es importante analizar el papel emergente de los BRICS en el escenario geopolítico global, con especial atención a la reunión extraordinaria del 6 y 7 de julio en Brasil. Examinaremos la evolución del bloque, sus objetivos estratégicos, las tensiones internas entre sus miembros, y las implicaciones de su posible expansión. También analizaremos la propuesta de una moneda común, el papel de cada país miembro, la reacción de Estados Unidos ante el creciente poder de este grupo, y el significado de la participación de México como observador. Finalmente, evaluaremos el futuro de los BRICS y su capacidad para constituirse como un contrapeso efectivo al orden occidental liderado por Estados Unidos.

Antecedentes y Evolución de los BRICS

El acrónimo BRIC fue acuñado en 2001 por el economista Jim O’Neill de Goldman Sachs para referirse a las economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China, que proyectaban un potencial de crecimiento significativo para el siglo XXI. Lo que comenzó como un término económico se transformó en una alianza política formal cuando estos países celebraron su primera cumbre oficial en 2009 en Ekaterimburgo, Rusia. Sudáfrica se unió al grupo en 2010, completando el acrónimo BRICS tal como lo conocemos hoy.

En sus inicios, los BRICS se concebían principalmente como un foro económico para promover la cooperación comercial y financiera entre economías emergentes. Sin embargo, con el paso del tiempo, el grupo ha evolucionado hacia una plataforma con ambiciones geopolíticas más amplias, buscando reformar las instituciones de gobernanza global establecidas después de la Segunda Guerra Mundial, que consideran dominadas por Occidente.

2001. Jim O’Neill de Goldman Sachs acuña el término BRIC para identificar a las economías emergentes con mayor potencial de crecimiento.

2009. Primera cumbre oficial BRIC en Ekaterimburgo, Rusia, marcando el inicio formal de la cooperación política entre estos países.

2010. Sudáfrica se une al grupo, que pasa a denominarse oficialmente BRICS, ampliando su representación al continente africano.

2014-2015. Creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y el Acuerdo de Reservas de Contingencia, primeras instituciones financieras propias.

2023. Expansión histórica con la incorporación de Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos como miembros plenos.

Un evento fundamental en la evolución de los BRICS fue la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) en 2014, también conocido como «Banco de los BRICS», y el Acuerdo de Reservas de Contingencia (ARC). Estas instituciones representaron un desafío directo al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, respectivamente, señalando la ambición del grupo de crear estructuras financieras alternativas a las dominadas por Occidente.

En 2023, los BRICS experimentaron su expansión más significativa hasta la fecha, incorporando a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos como miembros plenos. Esta ampliación refleja la creciente influencia del bloque y su atractivo para países que buscan diversificar sus alianzas más allá del eje occidental. La reunión extraordinaria de julio de 2024 en Brasil representa un momento crucial en esta nueva etapa de los BRICS ampliados, donde se debatirán estrategias para consolidar su papel como contrapeso al orden internacional liderado por Estados Unidos.

Objetivos Estratégicos de la Reunión en Brasil

La reunión extraordinaria de los BRICS programada para el 6 y 7 de julio en Brasil no es un encuentro rutinario. Se produce en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas y representa un esfuerzo concertado para redefinir el papel del bloque en un mundo cada vez más multipolar. Bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil busca posicionar a los BRICS como un foro fundamental para la articulación de alternativas al orden económico y político dominado por Occidente.

Expansión estratégica del bloque. Uno de los principales objetivos es evaluar nuevas solicitudes de adhesión y establecer criterios claros para la incorporación de nuevos miembros. Tras la histórica expansión de 2023, varios países han expresado su interés en unirse, incluyendo naciones de América Latina como Argentina, Cuba y Venezuela. La ampliación busca incrementar la representatividad geográfica y el peso económico del grupo.

Respuesta coordinada al proteccionismo. Los miembros buscan establecer mecanismos de respuesta conjunta frente a las políticas proteccionistas impulsadas por Estados Unidos bajo la administración Trump y continuadas por Biden. Esto incluye fortalecer los lazos comerciales intra-BRICS y desarrollar cadenas de suministro alternativas menos dependientes de Occidente.

Exploración de una moneda común. Quizás el tema más ambicioso y controversial de la agenda es la discusión sobre la viabilidad de crear una moneda común para transacciones entre los países BRICS. Esta iniciativa busca reducir la dependencia del dólar estadounidense en el comercio internacional y proteger a los miembros de las sanciones financieras occidentales.

Además de estos objetivos principales, la reunión abordará otros temas estratégicos como el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo, la cooperación en materia de seguridad energética, y el desarrollo de infraestructuras digitales independientes de las tecnologías controladas por empresas occidentales. Brasil, como anfitrión, buscará también impulsar la agenda ambiental, aprovechando su liderazgo en temas de conservación de la Amazonía y desarrollo sostenible.

Un aspecto notable es la participación de México como observador, representado por el canciller José Ramón de la Fuente. Esta presencia refleja el interés del gobierno mexicano envabezado por Claudia Sheinbaum de diversificar sus relaciones internacionales más allá de su tradicional dependencia de Estados Unidos, aunque manteniendo una postura cautelosa que evite tensiones con su principal socio comercial.

El Proyecto de Moneda Común: Desafío al Dólar

La propuesta de crear una moneda común para los BRICS representa uno de los desafíos más directos al sistema monetario internacional dominado por el dólar estadounidense. Esta iniciativa ha ganado impulso en los últimos años, especialmente tras las sanciones económicas impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania, que evidenciaron la vulnerabilidad de los países que dependen del sistema financiero occidental.

El concepto no es crear una moneda única como el euro, sino establecer una unidad de cuenta para el comercio intrabloque que coexistiría con las monedas nacionales. El modelo más discutido es similar al del «bancor» propuesto por John Maynard Keynes durante las negociaciones de Bretton Woods: una moneda supranacional utilizada exclusivamente para las transacciones internacionales entre los bancos centrales de los países miembros.

China, el mayor impulsor de esta iniciativa, ve en ella una oportunidad para internacionalizar gradualmente el yuan y reducir los riesgos asociados con sus enormes reservas en dólares. Rusia, por su parte, busca desesperadamente alternativas al sistema SWIFT del que ha sido parcialmente excluida. Brasil e India mantienen posturas más cautelosas, reconociendo los beneficios potenciales pero también los riesgos de antagonizar a Estados Unidos.

Protección contra sanciones. Reducir la vulnerabilidad ante sanciones financieras occidentales al crear canales alternativos de pago.

Reducción de costos. Disminuir los costos de transacción en el comercio intrabloque al eliminar la necesidad de conversión al dólar.

Estabilidad económica. Menor exposición a la volatilidad del dólar y a las decisiones unilaterales de la Reserva Federal de EE.UU.

Influencia geopolítica

Mayor autonomía y capacidad de influencia en el sistema financiero internacional.

Los obstáculos técnicos para implementar esta moneda común son considerables. Las economías de los BRICS tienen estructuras y ciclos económicos muy diferentes, así como distintos regímenes cambiarios. China mantiene un estricto control sobre el yuan, mientras que Brasil e India tienen monedas que flotan más libremente. Estas disparidades complican la creación de un sistema de tipos de cambio estable entre las monedas participantes.

Más allá de los desafíos técnicos, la implementación de una moneda común tendría profundas implicaciones geopolíticas. Estados Unidos ha utilizado históricamente el estatus del dólar como moneda de reserva global para ejercer influencia, imponiendo sanciones económicas y controlando el acceso al sistema financiero internacional. Una alternativa viable al dólar socavaría significativamente esta herramienta de poder blando estadounidense, precipitando potencialmente una reconfiguración del orden económico mundial.

Enesta reunión se espera que los líderes de los BRICS discutan un plan de implementación gradual, comenzando posiblemente con acuerdos bilaterales de comercio en monedas locales, seguidos por la creación de una unidad de cuenta digital para el comercio intrabloque, y eventualmente, el establecimiento de un sistema de pagos independiente. El éxito de esta iniciativa dependerá no solo de la voluntad política, sino también de la capacidad del bloque para superar sus diferencias internas y presentar un frente unido ante las inevitables presiones externas.

China y Rusia: El Eje Central de los BRICS

El binomio China-Rusia se ha consolidado como el eje central que impulsa la agenda estratégica de los BRICS. Ambas potencias comparten un interés común en desafiar la hegemonía occidental liderada por Estados Unidos y en promover un orden mundial multipolar. Esta alianza, descrita por algunos analistas como una «asociación sin límites», se ha fortalecido significativamente tras la invasión rusa a Ucrania y las subsecuentes sanciones occidentales.

China, con su impresionante crecimiento económico y su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta (conocida como la Nueva Ruta de la Seda), representa el motor económico del grupo. El proyecto, anunciado por Xi Jinping en 2013, abarca más de 140 países y contempla inversiones por más de un billón de dólares en infraestructura global. Este megaproyecto ha permitido a China extender su influencia económica y política a través de Asia, África, Europa y América Latina, creando una red de países dependientes de su financiamiento e inversión.

PIB en miles de millones de dólares (2000-2023)

Rusia, por su parte, aporta al bloque su considerable peso geopolítico, su capacidad militar y sus vastos recursos energéticos. Aislada por las sanciones occidentales tras la anexión de Crimea en 2014 y más severamente después de la invasión a Ucrania en 2022, Moscú ha reorientado significativamente su economía hacia Asia, con China como su principal socio comercial. Para el Kremlin, los BRICS representan una plataforma crucial para demostrar que no está aislado internacionalmente y para buscar alternativas al sistema financiero occidental.

La complementariedad entre ambas economías es evidente: China necesita los recursos energéticos y materias primas rusas, mientras que Rusia depende del mercado chino y su tecnología. Sin embargo, esta relación no está exenta de tensiones subyacentes. Rusia teme convertirse en un mero «apéndice de recursos» para China, y hay recelos históricos sobre la influencia china en el Lejano Oriente ruso y en Asia Central, considerada por Moscú como su «patio trasero».

En el contexto de los BRICS, el binomio China-Rusia impulsa las iniciativas más ambiciosas y potencialmente disruptivas, como la creación de una moneda común y el desarrollo de sistemas financieros alternativos. Su capacidad para coordinar posiciones en foros internacionales y presentar un frente unido ante Occidente ha aumentado significativamente la relevancia geopolítica del bloque, aunque también ha generado tensiones con otros miembros como India, que mantienen relaciones más complejas con las potencias occidentales.

India: El Contrapeso Estratégico dentro de los BRICS

La posición de India dentro de los BRICS representa uno de los equilibrios más delicados y complejos del grupo. Como la democracia más grande del mundo y una potencia emergente con ambiciones globales propias, India se ha resistido consistentemente a convertirse en un «socio menor» dentro de un bloque dominado por China. Esta tensión fundamental define la participación india en los BRICS y explica sus frecuentes posturas divergentes en cuestiones estratégicas clave.

Las relaciones entre India y China están marcadas por una profunda desconfianza histórica, disputas territoriales no resueltas y una creciente competencia por la influencia en Asia. Los enfrentamientos militares en la región fronteriza de Ladakh en 2020, que resultaron en bajas en ambos lados, ejemplifican estas tensiones subyacentes. A pesar de que ambos países son socios comerciales importantes, con un intercambio bilateral que supera los 135.000 millones de dólares anuales, esta relación económica es altamente asimétrica, con un déficit comercial significativo para India.

Alianza estratégica con EE.UU. India ha fortalecido su cooperación militar y estratégica con Estados Unidos, formando parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) junto con Japón y Australia, visto como un contrapeso a China.

Equilibrio pragmático. Mantiene su autonomía estratégica participando simultáneamente en los BRICS y en alianzas occidentales, negándose a alinearse completamente con cualquier bloque.

Multilateralismo selectivo. Aprovecha los BRICS para promover reformas en instituciones internacionales y aumentar su voz global, sin comprometer sus intereses nacionales.

La política de «autonomía estratégica» de India, heredera del Movimiento de Países No Alineados durante la Guerra Fría, le ha permitido mantener relaciones pragmáticas con todas las grandes potencias. Bajo el liderazgo del Primer Ministro Narendra Modi, Delhi ha fortalecido significativamente sus lazos con Washington, particularmente en el ámbito de la seguridad, sin romper sus vínculos históricos con Moscú, de quien sigue dependiendo para gran parte de su equipamiento militar.

En relación con las principales iniciativas de los BRICS, India ha adoptado posturas cautelosas. Respecto a la propuesta de una moneda común, Delhi ha expresado reservas, temiendo que pueda beneficiar desproporcionadamente a China y amenazar la soberanía monetaria india. De manera similar, aunque participa en el Nuevo Banco de Desarrollo, ha sido reticente a comprometerse plenamente con iniciativas financieras que podrían aumentar la influencia china en la región.

La incorporación de Irán como miembro pleno de los BRICS en 2023 ha añadido otra capa de complejidad a la posición india. Aunque India mantiene relaciones históricas con Teherán y tiene intereses estratégicos en el desarrollo del puerto de Chabahar como contrapeso a la influencia china en Pakistán, las crecientes sanciones estadounidenses contra Irán han obligado a Delhi a reducir sus importaciones de petróleo iraní y a calibrar cuidadosamente su relación con este país.

En la próxima reunión de Brasil, se espera que India adopte una postura constructiva pero cautelosa, apoyando iniciativas de cooperación económica y desarrollo sostenible, pero resistiéndose a propuestas que perciba como demasiado antagonistas hacia Occidente o que puedan aumentar desproporcionadamente la influencia china dentro del grupo. Esta posición ambivalente de India, lejos de ser una debilidad, podría considerarse como un factor equilibrador crucial que impide que los BRICS se conviertan en un bloque explícitamente anti-occidental, manteniendo su carácter de foro de cooperación entre economías emergentes diversas.

Brasil: Puente hacia América Latina y Ambiciones Regionales

Brasil, bajo el liderazgo renovado de Luiz Inácio Lula da Silva, ha asumido un papel proactivo dentro de los BRICS, posicionándose como el representante de América Latina y como puente entre las grandes potencias emergentes y el Sur Global. Como anfitrión de la reunión extraordinaria de julio, Brasil busca aprovechar esta plataforma para reafirmar su liderazgo regional y promover una agenda que combine sus intereses nacionales con aspiraciones más amplias de reforma del orden internacional.

El regreso de Lula al poder en 2023 marcó un cambio significativo en la política exterior brasileña, abandonando el alineamiento con Estados Unidos característico de la administración Bolsonaro y retomando la tradición diplomática de multilateralismo activo y diversificación de relaciones. Esta reorientación ha revitalizado el papel de Brasil en los BRICS, donde Lula ve una oportunidad para impulsar un orden mundial más equitativo y multipolar.

Expansión regional. Brasil impulsa activamente la incorporación de más países latinoamericanos a los BRICS, con Argentina como candidato principal, seguido por Cuba y Venezuela. Esta ampliación reforzaría la influencia brasileña como articulador regional dentro del bloque.

Agenda ambiental. Lula ha posicionado la protección de la Amazonía y la lucha contra el cambio climático como ejes de su diplomacia internacional, buscando convertir a Brasil en líder global en desarrollo sostenible y utilizando los BRICS como plataforma para esta agenda.

Reformas financieras. Brasil apoya la creación de mecanismos financieros alternativos dentro de los BRICS, incluyendo el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo y esquemas de comercio en monedas locales, aunque mantiene cierta cautela respecto a una moneda común.

La estrategia brasileña dentro de los BRICS refleja las complejidades de su posición geopolítica. Por un lado, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, con intercambios que superaron los 150.000 millones de dólares en 2023, centrados principalmente en la exportación de materias primas agrícolas y minerales. Esta relación ha generado preocupaciones sobre una excesiva dependencia y desindustrialización, llevando a Lula a buscar un equilibrio que preserve la autonomía económica brasileña.

Por otro lado, Brasil mantiene importantes vínculos económicos y políticos con Estados Unidos y Europa, que siguen siendo cruciales para su economía. Esta realidad obliga a Brasilia a evitar posiciones demasiado antagónicas hacia Occidente, adoptando un enfoque más moderado que el de Rusia o China en cuestiones geopolíticas controvertidas.

En términos regionales, Brasil ve en los BRICS una oportunidad para consolidar su liderazgo en América Latina, históricamente disputado por Estados Unidos y, más recientemente, por China. La invitación a México para participar como observador en la reunión de julio puede interpretarse como parte de esta estrategia, buscando tender puentes con la segunda economía latinoamericana a pesar de sus tradicionales vínculos con Estados Unidos.

La capacidad de Brasil para equilibrar estas diferentes dimensiones —su papel dentro de los BRICS, sus relaciones con Occidente, y sus ambiciones de liderazgo regional— determinará en gran medida el éxito de la reunión de julio y la evolución futura del bloque. Como país democrático con una diplomacia experimentada y respetada, Brasil podría jugar un papel crucial en mantener a los BRICS como un foro constructivo de cooperación Sur-Sur, evitando que se convierta en un bloque meramente anti-occidental.

La Reacción de Estados Unidos: Entre el Recelo y la Contención

La creciente influencia de los BRICS ha generado una respuesta compleja y multifacética por parte de Estados Unidos. El presidente Donald Trump (ya ocurría en su primer mandato) observa con evidente preocupación la consolidación de un bloque que explícitamente busca reducir la hegemonía de este país en el sistema internacional.

El mandatario estadounidense ha expresado abiertamente un recelo particular hacia los BRICS, considerándolos una amenaza directa a la primacía económica y política de Estados Unidos. Su administración está implementando una serie de medidas proteccionistas y sanciones dirigidas especialmente contra China y Rusia, dos de los pilares fundamentales del grupo. La guerra comercial con China y la intensificación de sanciones contra Rusia tras la anexión de Crimea ejemplifican esta postura confrontativa.

La administración de Joe Biden, aunque suavizó la retórica, mantuvo en esencia la misma orientación estratégica de Trump (2016-2020) reconociendo a China como el principal competidor sistémico de Estados Unidos y a Rusia como una amenaza a la seguridad europea. La respuesta estadounidense a los BRICS se articula en varios niveles:

Población mundial. Los BRICS originales representan el 42% de la población global, tras la expansión supera el 45%.

Comercio global. Participación aproximada de los BRICS en el comercio mundial, con tendencia creciente.

Contención económica. Estados Unidos ha intensificado sus esfuerzos para reducir su dependencia económica de China, promoviendo la «desvinculación» (decoupling) en sectores estratégicos como los semiconductores, las tecnologías avanzadas y las cadenas de suministro críticas. La Ley de Reducción de la Inflación y la Ley CHIPS representan intentos de reindustrializar la economía estadounidense y reducir su vulnerabilidad frente a rivales estratégicos.

Diplomacia de contrapeso

Washington ha revitalizado sus alianzas tradicionales y creado nuevos formatos de cooperación para contrarrestar la influencia de los BRICS. El fortalecimiento del QUAD (EE.UU., Japón, India, Australia) y la creación de AUKUS (Australia, Reino Unido, Estados Unidos) ejemplifican esta estrategia, buscando establecer un «cordón sanitario» alrededor de China en la región Indo-Pacífico.

Defensa del dólar. Ante los intentos de los BRICS de desarrollar alternativas al dólar en el comercio internacional, Estados Unidos ha reforzado su control sobre el sistema financiero global, utilizando activamente su capacidad de imponer sanciones financieras como herramienta de política exterior. Simultáneamente, la Reserva Federal ha acelerado sus estudios sobre un posible dólar digital que mantenga la relevancia de la moneda estadounidense en la era digital.

Diplomacia divisiva. La estrategia estadounidense incluye también intentos de explotar las divisiones internas entre los miembros de los BRICS. El fortalecimiento de las relaciones con India, evidenciado por la visita de Estado del Primer Ministro Modi a Washington en 2023, busca evitar que Delhi se alinee completamente con el eje China-Rusia dentro del bloque.

La participación de México como observador en la próxima reunión de los BRICS representa un dilema particular para Estados Unidos. Como principal socio comercial de México y tras la renovación del acuerdo T-MEC, Washington observa con preocupación cualquier acercamiento significativo de su vecino al bloque liderado por China.

En última instancia, la respuesta estadounidense a los BRICS refleja la tensión fundamental entre un orden internacional establecido, que busca preservar sus prerrogativas, y potencias emergentes que demandan mayor voz y representación. La capacidad de Washington para adaptar su estrategia a esta nueva realidad multipolar, evitando tanto la confrontación directa como la pasividad, será determinante para la evolución del sistema internacional en las próximas décadas.

México como Observador: Implicaciones y Perspectivas

La participación de México como observador en la reunión extraordinaria de los BRICS, representado por el canciller José Ramón de la Fuente, marca un hito significativo en la política exterior mexicana y refleja las complejas dinámicas geopolíticas que nuestro país enfrenta en un mundo cada vez más polarizado. Esta decisión no es meramente protocolar, sino que representa un cuidadoso cálculo estratégico con implicaciones potencialmente profundas para el posicionamiento internacional de México. Claudia Sheinbaum, con su participación en la reunión del G-7 ha marcado un rumbo claro en materia internacional.

Su gobierno ha mantenido una postura de autonomía en política exterior, buscando diversificar las relaciones internacionales de México más allá de su tradicional dependencia de Estados Unidos. Sin embargo, esta autonomía se ha ejercido dentro de los límites impuestos por la realidad económica: aproximadamente el 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen al mercado estadounidense y la integración económica entre ambos países, consolidada a través del T-MEC, es profunda y estructural.

En este contexto, la participación de México como observador en los BRICS puede interpretarse como un intento de abrir nuevos espacios de maniobra diplomática sin comprometer sus relaciones fundamentales con Estados Unidos. Esta aproximación cautelosa refleja varios intereses estratégicos:

Diversificación económica. Reducir la dependencia de EE.UU. y explorar nuevos mercados para exportaciones e inversiones, especialmente con China y otros mercados emergentes.

Mayor influencia global. Participar en foros alternativos que permitan a México amplificar su voz en asuntos globales y posicionarse como un actor relevante en el Sur Global.

Cooperación Sur-Sur. Acceder a mecanismos de financiamiento para desarrollo e infraestructura a través del Nuevo Banco de Desarrollo y otras iniciativas de los BRICS.

Autonomía estratégica. Mantener opciones abiertas en un escenario internacional incierto, especialmente ante el posible retorno de Trump y políticas proteccionistas en EE.UU.

Para Brasil, la participación mexicana como observadora representa un éxito diplomático significativo, permitiéndole ampliar la influencia latinoamericana dentro del bloque y potencialmente crear un contrapeso regional a la dominación del eje China-Rusia. China, por su parte, ve en México un mercado atractivo y un posible punto de entrada adicional al mercado norteamericano, complementando sus inversiones en otras partes de América Latina.

El futuro de la relación entre México y los BRICS dependerá en gran medida de la evolución del contexto político interno mexicano en la era trumpiana, y en el marco de las dinámicas geopolíticas globales, particularmente en torno a las relaciones entre Estados Unidos y China. Considero que no está en la agenda de la presidente mexicana solicitar su incorporación formal al grupo, lo que per se representaría un realineamiento geopolítico significativo en Norteamérica, con profundas implicaciones para el equilibrio de poder regional y global. Me parece que esta participación está enfocada a fortalecer el sentido autónomo y la defensa a ultranza de nuestra soberanía en independencia nacionales.

El Futuro de los BRICS: Desafíos y Perspectivas

La reunión extraordinaria de los BRICS en Brasil representa un momento pivotal para un bloque que se encuentra en plena transformación. Tras la histórica expansión de 2023, que incorporó a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, el grupo enfrenta el desafío de redefinir su identidad y propósito estratégico. ¿Se consolidará como un verdadero contrapeso al orden occidental o permanecerá como un foro de cooperación entre economías emergentes diversas?

Los BRICS originales compartían características como economías emergentes de gran tamaño con aspiraciones de mayor representación en las instituciones internacionales. Sin embargo, la reciente expansión ha incorporado a países con perfiles muy diferentes, desde monarquías petroleras del Golfo hasta estados con sistemas políticos abiertamente antagonistas a Occidente como Irán. Esta diversidad plantea interrogantes sobre la cohesión interna del grupo y su capacidad para articular posiciones comunes más allá de la retórica.

BRICS+. Un bloque ampliado pero con membresía selectiva, manteniendo cierta coherencia entre sus miembros.

Red de influencia global. Evolución hacia una plataforma menos institucionalizada pero con mayor alcance global, funcionando como un foro flexible de coordinación Sur-Sur.

Bloque anti-occidental. Transformación en una alianza más explícitamente opuesta a las estructuras de poder occidentales, liderada por el eje China-Rusia.

Institucionalización profunda. Desarrollo de estructuras institucionales robustas, incluyendo un sistema financiero alternativo completo y mecanismos de seguridad colectiva.

El éxito de las iniciativas más ambiciosas de los BRICS, como la creación de una moneda común o el desarrollo de sistemas financieros alternativos, dependerá en gran medida de la voluntad política de sus miembros para asumir los costos y riesgos asociados con el desafío directo a la hegemonía occidental. Los intereses divergentes entre países como India, que mantiene fuertes vínculos con Occidente, y Rusia, que busca activamente socavar el orden liderado por Estados Unidos, representan un obstáculo significativo para la cohesión del grupo.

La capacidad de los BRICS para atraer a más países del Sur Global dependerá de su habilidad para ofrecer alternativas concretas y ventajas tangibles frente al orden establecido. El Nuevo Banco de Desarrollo ha comenzado a consolidarse como una fuente alternativa de financiamiento para infraestructura, pero su escala sigue siendo modesta en comparación con el Banco Mundial o los bancos de desarrollo regionales.

La creciente fragmentación del orden internacional, acelerada por la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, ofrece oportunidades y desafíos para los BRICS. Por un lado, el escepticismo hacia la globalización liderada por Occidente ha aumentado, creando un terreno fértil para propuestas alternativas. Por otro lado, las tensiones geopolíticas han llevado a una mayor polarización, dificultando la posición de países que, como India o Brasil, buscan mantener buenas relaciones con ambos campos.

La reunión de Brasil será crucial para evaluar si los BRICS pueden superar estas contradicciones internas y avanzar hacia un proyecto coherente de reforma del orden internacional. El resultado de esta reunión enviará señales importantes sobre la capacidad del grupo para actuar como un bloque cohesionado en un escenario global cada vez más complejo y turbulento.

Más allá de los resultados concretos de la cumbre, la mera existencia y expansión de los BRICS refleja un cambio tectónico en la distribución del poder global. El sistema internacional está evolucionando hacia una configuración más multipolar, donde potencias emergentes como China, India y Brasil demandan mayor voz y representación. En este contexto, los BRICS, con todas sus limitaciones y contradicciones, representan uno de los intentos más significativos de articular una visión alternativa del orden mundial para el siglo XXI.

Para analistas políticos y económicos, seguir de cerca la evolución de los BRICS resulta fundamental para comprender las dinámicas de poder en el sistema internacional contemporáneo. La reunión de Brasil no solo definirá el futuro inmediato del bloque, sino que también ofrecerá valiosas pistas sobre la dirección que tomará el orden global en las próximas décadas, mientras el centro de gravedad económico y político continúa desplazándose gradualmente desde Occidente hacia el Este y el Sur Global.

El Babel Norteamericano

En un análisis de la tensa relación entre Estados Unidos y México durante la presidencia de Donald Trump, Jorge Zepeda Patterson (El País. 30 de junio de 2025) recomienda transitar de la animadversión hacia un acuerdo colaborativo que respete la soberanía nacional, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum mantiene la cabeza fría en esta Babel de dos vecinos cada día más distantes.

La metáfora del Babel norteamericano refleja con precisión el diálogo de sordos que caracteriza actualmente la relación bilateral. Trump ha intensificado su retórica antiinmigrante, amenazando con aranceles punitivos y deportaciones masivas, mientras acusa a México de «enviar» criminales y drogas hacia el norte. Por su parte, la administración de Sheinbaum ha respondido con firmeza diplomática, recordando la interdependencia económica y la colaboración en seguridad que beneficia a ambas naciones.

Las amenazas del mandatario estadounidense generan incertidumbre en los mercados financieros y en las cadenas de suministro que integran a ambas economías desde la firma del TLCAN en 1994, ahora renovado como T-MEC. Los analistas económicos advierten que un deterioro en las relaciones comerciales podría tener consecuencias devastadoras para industrias clave en ambos lados de la frontera, desde la automotriz hasta la agrícola.

El fenómeno migratorio continúa siendo el punto más álgido de tensión. México se encuentra en la difícil posición de gestionar tanto la migración de centroamericanos hacia Estados Unidos como la presión política y económica de su vecino del norte. Simultáneamente, el tráfico de fentanilo se ha convertido en otro tema central de la agenda bilateral, con acusaciones cruzadas sobre responsabilidades compartidas en esta crisis de salud pública.

Zepeda Patterson establece que, ante este panorama complejo, la estrategia más efectiva para México es mantener la dignidad nacional sin caer en provocaciones, priorizando una diplomacia pragmática que salvaguarde los intereses de ambos países. «En esta torre de Babel donde las palabras pierden significado,» escribe, «la única salida es construir puentes de entendimiento basados en intereses mutuos, no en discursos incendiarios.»

La Retórica Antiinmigrante de Trump

La retórica antiinmigrante de Donald Trump ha alcanzado niveles inéditos desde su campaña electoral y a partir de su seguda gestión presidencia (20 de enero de 2025). Sus declaraciones sobre los migrantes mexicanos, a quienes ha calificado de «criminales» y «violadores», han escalado a amenazas de deportaciones masivas y la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas.

El republicano ha prometido la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos y ha amenazado con utilizar al ejército para llevarla a cabo. También ha anunciado que impondrá aranceles de hasta 25% a todas las exportaciones mexicanas si el gobierno de México no detiene el flujo migratorio y el tráfico de fentanilo.

Calificativos contra migrantes mexicanos. Trump ha utilizado términos como «criminales» y «violadores» para referirse a los migrantes mexicanos, generando tensión diplomática.

Amenaza de deportaciones masivas. Ha prometido la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos, incluso mencionando el uso del ejército para este fin.

Imposición de aranceles. Trump ha amenazado con imponer aranceles de hasta 25% a todas las exportaciones mexicanas si México no detiene el flujo migratorio y el tráfico de fentanilo.

La Respuesta de México

Frente a estas amenazas, la presidenta Claudia Sheinbaum ha optado por mantener la cabeza fría. Ha evitado responder a las provocaciones y ha instruido a su gabinete a no entrar en polémicas con el candidato republicano. La estrategia parece ser la de no alimentar la confrontación y esperar a que pase la campaña electoral.

Sin embargo, esta postura no ha estado exenta de críticas. Algunos analistas consideran que México debería adoptar una posición más firme y responder a las provocaciones de Trump. Otros, en cambio, apoyan la estrategia de Sheinbaum, argumentando que entrar en una guerra verbal con el candidato republicano solo serviría para alimentar su narrativa antiinmigrante.

La presidenta Sheinbaum ha mantenido una postura diplomática y mesurada frente a las provocaciones de Trump, evitando alimentar la confrontación.

El Impacto Económico de las Amenazas. Las amenazas de Trump no son solo retórica; tienen un impacto real en la economía mexicana. La mera posibilidad de que se impongan aranceles a las exportaciones mexicanas ha generado incertidumbre en los mercados y ha afectado la inversión extranjera en México.

México es el principal socio comercial de Estados Unidos, con un intercambio comercial que supera los 600 mil millones de dólares anuales. La imposición de aranceles afectaría gravemente a ambas economías, pero especialmente a la mexicana, que depende en gran medida de sus exportaciones al vecino del norte.

La Interdependencia Económica. A pesar de la retórica antiinmigrante de Trump, la realidad es que Estados Unidos y México están profundamente interconectados económicamente. La integración de las cadenas de suministro entre ambos países es tal que una disrupción en el comercio bilateral tendría consecuencias devastadoras para ambas economías.

Manufactura. Las cadenas de suministro en sectores como el automotriz están tan integradas que los componentes cruzan la frontera varias veces antes de que el producto final esté listo.

Agricultura. México es un importante proveedor de productos agrícolas para Estados Unidos, especialmente en frutas y verduras.

Energía. Existe un intercambio significativo de productos energéticos, con México importando gas natural y gasolina de Estados Unidos.

Servicios. El sector de servicios, incluyendo turismo, finanzas y telecomunicaciones, también está altamente integrado entre ambos países.

Esta interdependencia económica debería ser un factor moderador en la relación bilateral, pero la retórica política a menudo ignora estas realidades económicas.

El Desafío Migratorio

El tema migratorio es uno de los más complejos en la relación bilateral. Estados Unidos acusa a México de no hacer lo suficiente para detener el flujo de migrantes que cruzan su territorio con destino a la frontera norte. México, por su parte, argumenta que el problema es regional y que requiere una solución integral que aborde las causas estructurales de la migración.

La realidad es que México ha endurecido su política migratoria en los últimos años, desplegando a la Guardia Nacional en sus fronteras y deteniendo a miles de migrantes. Sin embargo, el flujo migratorio continúa, impulsado por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en los países de origen, principalmente en Centroamérica.

Según datos oficiales, en 2023 más de 400,000 personas fueron detenidas por autoridades mexicanas mientras intentaban llegar a Estados Unidos, un aumento significativo respecto a años anteriores. Esto demuestra tanto la magnitud del fenómeno como los esfuerzos de México por contenerlo, a pesar de sus limitados recursos.

El gobierno mexicano ha implementado programas como «Sembrando Vida» en países centroamericanos, buscando crear alternativas económicas que reduzcan la necesidad de migrar. No obstante, estos esfuerzos resultan insuficientes ante la complejidad del fenómeno migratorio, que involucra redes de tráfico humano, corrupción institucional y crisis humanitarias recurrentes.

Por su parte, Estados Unidos ha oscilado entre políticas restrictivas como «Quédate en México» y enfoques más humanitarios, dependiendo de la administración en turno. Esta inconsistencia política dificulta el establecimiento de estrategias migratorias efectivas y sostenibles a largo plazo.

Las organizaciones internacionales como ACNUR y OIM han señalado repetidamente que el enfoque puramente securitario de la migración está condenado al fracaso. Proponen, en cambio, un modelo de responsabilidad compartida donde los países de origen, tránsito y destino colaboren en programas de desarrollo económico, fortalecimiento institucional y ampliación de vías legales de migración.

La solución al desafío migratorio requiere de la cooperación entre Estados Unidos, México y los países de origen de los migrantes. Sin embargo, la retórica antiinmigrante de Trump dificulta esta cooperación y polariza aún más el debate sobre la migración.

Un aspecto frecuentemente ignorado es el aporte económico y cultural de los migrantes a las sociedades de destino. Estudios económicos demuestran que, contrario a la narrativa populista, los migrantes suelen contribuir más en impuestos y seguridad social de lo que reciben en servicios públicos, además de cubrir sectores laborales esenciales que enfrentan escasez de mano de obra local.

El cambio climático representa otro factor que intensificará los flujos migratorios en las próximas décadas. Sequías prolongadas, huracanes más intensos y la pérdida de tierras cultivables en Centroamérica y el Caribe empujarán a más personas a buscar nuevos horizontes, añadiendo urgencia a la necesidad de encontrar soluciones estructurales al fenómeno migratorio.

El Problema del Fentanilo

Otro punto de fricción en la relación bilateral es el tráfico de fentanilo. Trump ha acusado a México de no hacer lo suficiente para combatir el tráfico de esta droga sintética, que ha causado una crisis de sobredosis en Estados Unidos.

México argumenta que el problema del fentanilo es principalmente estadounidense, tanto en términos de demanda como de producción. Aunque reconoce que los cárteles mexicanos están involucrados en el tráfico de esta droga, señala que los precursores químicos provienen principalmente de Asia y que el consumo se da en Estados Unidos.

Muertes anuales. Más de 100,000 estadounidenses mueren cada año por sobredosis de opioides, principalmente fentanilo.

Potencia. El fentanilo es hasta 50 veces más potente que la heroína, lo que lo hace extremadamente peligroso.

Dosis letal. Tan solo 2 miligramos de fentanilo pueden ser letales para un adulto promedio.

La solución al problema del fentanilo, al igual que el de la migración, requiere de la cooperación bilateral. Sin embargo, las acusaciones mutuas y la politización del tema dificultan esta cooperación.

De la Animadversión a la Colaboración

Frente a estos desafíos, Jorge Zepeda Patterson recomienda transitar de la animadversión a la colaboración. Argumenta que, a pesar de las diferencias y las provocaciones, México y Estados Unidos están condenados a entenderse debido a su proximidad geográfica y su interdependencia económica.

Animadversión. La retórica hostil y las amenazas solo generan tensión y dificultan la cooperación en temas cruciales como la migración y el tráfico de drogas.

Diálogo. Es necesario mantener canales de comunicación abiertos, incluso en momentos de tensión, para abordar los desafíos comunes.

Colaboración. La cooperación bilateral es esencial para abordar de manera efectiva los desafíos compartidos, respetando siempre la soberanía de ambos países.

Esta transición hacia la colaboración no implica ceder ante las presiones o renunciar a la defensa de los intereses nacionales. Por el contrario, se trata de buscar soluciones que beneficien a ambos países, reconociendo la interdependencia y la necesidad de cooperación.

Mantener la Cabeza Fría

En este contexto de tensión y provocaciones, la estrategia de Claudia Sheinbaum de mantener la cabeza fría parece ser la más adecuada. Evitar responder a las provocaciones y centrarse en la defensa de los intereses nacionales a través de canales diplomáticos es una muestra de madurez política. Esta postura, que prioriza el diálogo constructivo sobre la confrontación, ha sido respaldada por diversos analistas internacionales que ven en ella una oportunidad para desescalar las tensiones bilaterales.

Esta estrategia no implica pasividad o sumisión. Por el contrario, requiere de una diplomacia activa y firme, que defienda los intereses de México sin caer en la confrontación estéril. También implica prepararse para diferentes escenarios, incluyendo la posibilidad de que Trump gane las elecciones y cumpla con sus amenazas.

Preparación jurídica. México debe fortalecer su equipo legal internacional para enfrentar posibles aranceles o medidas comerciales unilaterales que violen los acuerdos del T-MEC.

Diversificación económica. Acelerar la diversificación de mercados para reducir la dependencia económica de Estados Unidos, fortaleciendo lazos con Europa, Asia y América Latina.

Fortalecimiento interno. Desarrollar políticas que mejoren las condiciones económicas y de seguridad en México para abordar las causas estructurales de la migración.

La administración de Sheinbaum también debe considerar una estrategia de comunicación clara y consistente, tanto para audiencias nacionales como internacionales. Esto incluye transmitir mensajes de cooperación y beneficio mutuo, enfatizando la interdependencia económica y cultural entre ambos países, sin dejar de defender la dignidad y soberanía nacional. El uso estratégico de aliados en el Congreso estadounidense, el sector empresarial y la sociedad civil podría ser fundamental para contrarrestar narrativas negativas.

«Mantener la cabeza fría en esta Babel en la que se encuentra la relación de dos vecinos cada día más distantes» es el consejo de Jorge Zepeda Patterson para navegar este complejo momento en la relación bilateral.

Esta Babel, esta confusión de lenguas y entendimientos, requiere de líderes que puedan comunicarse efectivamente y construir puentes, no muros, entre ambos países. La metáfora bíblica es particularmente acertada: en la torre de Babel, la incapacidad para comunicarse efectivamente llevó al fracaso de un proyecto común. De manera similar, la falta de entendimiento mutuo y comunicación efectiva entre México y Estados Unidos amenaza con obstaculizar la colaboración necesaria para abordar desafíos compartidos.

Un enfoque prudente también requiere mantener y fortalecer alianzas estratégicas con otros actores globales. La diversificación de relaciones diplomáticas y comerciales no solo ofrece alternativas económicas sino también mayor influencia geopolítica. México, como miembro del T-MEC, del G20 y con una creciente presencia en foros internacionales, puede utilizar estas plataformas para defender el multilateralismo y las normas internacionales frente a tendencias proteccionistas o unilateralistas.

Finalmente, es esencial que esta estrategia de «cabeza fría» no sea meramente reactiva sino proactiva. México podría tomar la iniciativa proponiendo nuevos mecanismos de cooperación en áreas de interés común, como la seguridad fronteriza, el desarrollo económico regional o la transición energética. Estas propuestas constructivas podrían cambiar la narrativa de confrontación por una de colaboración, demostrando que México es un socio serio y responsable, dispuesto a contribuir a soluciones compartidas pero no a ceder ante presiones injustificadas.

Hacia un Acuerdo Colaborativo

El camino hacia adelante, según Zepeda Patterson, pasa por la construcción de un acuerdo colaborativo que respete la soberanía nacional de México. Este acuerdo debería abordar de manera integral los desafíos compartidos, como la migración, el tráfico de drogas y la seguridad fronteriza, reconociendo la responsabilidad compartida en estos temas.

Respeto a la Soberanía. Cualquier acuerdo debe respetar la soberanía nacional de México y su derecho a determinar sus propias políticas internas.

Responsabilidad Compartida. Los desafíos como la migración y el tráfico de drogas son responsabilidad de ambos países y requieren soluciones conjuntas.

Beneficio Mutuo. Las soluciones deben buscar el beneficio de ambos países, reconociendo la interdependencia económica y social.

Este acuerdo colaborativo no será fácil de construir, especialmente en un contexto de polarización política en ambos países. Sin embargo, es el único camino viable para superar la actual crisis en la relación bilateral y construir una relación más constructiva y beneficiosa para ambos países.

En última instancia, México y Estados Unidos están condenados a entenderse. La geografía, la historia y la economía los han unido de manera indisoluble. La tarea de los líderes de ambos países es encontrar la manera de que esta unión sea lo más armoniosa y beneficiosa posible, a pesar de las diferencias y los desafíos.

Lamentable la declaración de una funcionaria de la administración Trump calificando a México como adversario de los Estados Unidos. Sin duda, seguimos siendo vecinos distantes como señalar en los años setentas en su libro homónimo Alan Giddins, pero no enemigos.

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