“Si yo no hubiera hablado, ¿cuántas más serían agredidas?”: Susan Saravia

Susan Saravia, una mujer de 22 años, estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Campeche, decidió plantarse ante una cámara y dejar el anonimato que ella y su madre, Liz Rodríguez, habían acordado mantener sobre su verdadero nombre cuando la violación grupal de la que fue víctima se hizo pública. La denuncia que hizo, solo unas horas después del ataque del pasado 31 de marzo —en el que Saravia señala a tres jóvenes, uno de ellos su amigo, vinculados al partido Morena— ha derivado en la detención de uno de ellos, sin que todavía se sepa el paradero de los otros dos. Ángel, Yeshua y Jorge, abusaron sexualmente de ella y, según los testimonios recabados por Susan y su madre, hicieron lo mismo con al menos otras siete mujeres.

El silencio institucional ronda el caso, que ya comienza a ser nombrado como el de La Manada de Campeche, —en alusión a la violación grupal en Navarra, España, en julio de 2016, por cinco hombres a una joven—. La Fiscalía del Estado, la FGECAM, publicó este martes, horas después de que Susan subiera su video, un comunicado en el que “refrenda su compromiso” con las víctimas de delitos. “Derivado de las investigaciones realizadas por el Centro de Justicia para las Mujeres, se tuvo conocimiento de que el pasado 31 de marzo, alrededor de las 03:53 horas, un grupo de hombres agredió sexualmente a una mujer al interior de un predio ubicado en esta ciudad capital”, dice el texto.

El Fiscal general de Campeche, Jakson Villacis Rosado, dijo este martes en una entrevista que siguen trabajando para hacer la detención de Yeshua y Jorge, los otros dos presuntos atacantes, tras la captura, el pasado 10 de julio, del tercero: Ángel N. “Sabemos que llevamos un tiempo de búsqueda, pero no vamos a adjudicar hasta no tener a los detenidos. Ya tenemos una persona, Ángel, ya fue vinculado a proceso, tiene medida cautelar de prisión preventiva oficiosa, pero nuestro objetivo es buscar, localizar y detener a estas dos personas que siguen prófugas”, dijo.

Además, el fiscal apuntó que no tenían más denuncias que vincularan a los tres hombres con otros delitos, e invitó a posibles víctimas a denunciarles si es que los reconocían. También dijo que en Campeche no hay privilegios: “Aquí no hay influencias, no permitimos nada de privilegios ni influyentismos. Es una orden de la gobernadora para trabajar en favor de las víctimas”.

Sin embargo, por parte de la gobernadora morenista de la entidad, Layda Sansores, o de la secretaria de Gobierno, Elisa María Hernández Romero, no ha habido mención a la denuncia de Susan, que señala al partido Morena como probable encubridor de los tres jóvenes. De acuerdo con declaraciones de Susan y su madre, los tres presuntos atacantes trabajaron en la campaña para la gubernatura de Campeche y las tres familias tienen entre sus miembros a funcionarios públicos del Estado. “Nosotras solas no vamos a poder luchar contra todo esto. Ni la Fiscalía, ni el Centro de Justicia para las Mujeres, ni la gobernadora, ni la secretaria de Gobierno nos dieron una respuesta. Solo nos pidieron un voto de confianza y que los dejáramos trabajar”, dice Liz Ramírez en una conversación por videollamada.

Pero ya han pasado cuatro meses, y la desesperación ante la falta de resultados a partir de la emisión de la orden de aprehensión para detener a los tres hombres —el pasado 14 de abril— llevó a estas dos mujeres a hacer público lo que en principio no deseaban: “Susy es la que me dijo: hazlo tú desde tu página de Facebook, yo no quiero estar en medio de todo esto. Y es lo que se trató de hacer, hasta el día de ayer”, recuerda Liz.

Susan también recuerda su resistencia ante la posibilidad de hacer públicos sus datos, hasta que llegó el mes de mayo y no había avances: “[Al principio] preferimos no hacerlo público, porque decidimos confiar en que se haría justicia. Yo sentía injusto que, aparte de lo que estaba viviendo, tendría qué exhibirme, dar mi nombre, tener que estar en ojo público y recibir todos esos malos comentarios”, recuerda.

Yeshua, uno de los tres presuntos violadores, era su amigo. Era estudiante de la carrera de Ciencias Políticas de su misma universidad. Lo conoció en una fiesta y se hicieron muy cercanos. Susan asegura que nunca antes había sentido peligro con él: “Había muchísima confianza hasta antes de los hechos, nunca vi una mala intención de su parte. Siempre fue una buena amistad”, apunta.

Otras posibles víctimas

Susan recuerda que, tras hacerse público su caso, una joven desconocida se acercó a ella y, entre lágrimas, le contó que también había sido víctima de los tres hombres que denunciaba. Ambas mujeres, Susan y su madre, cuentan que, hasta ahora, son siete mujeres las que se han acercado para contarles que sufrieron lo mismo, a través de redes sociales y de manera personal.

“Ahora que veo los comentarios y me enfoco en lo positivo pienso que si yo no hubiera hablado, ¿cuántas más hubieran sido agredidas por estos hombres? Estas personas hubieran seguido, porque ya lo hacían, estaban acostumbrados. Yo no estoy buscando la lástima de nadie, quiero que mi caso no sea un carpetazo como todos los demás. Me siento orgullosa de tener la mamá que tengo porque todas las niñas, yo y las demás víctimas vamos a tener justicia por mi mamá”, concluye.

Susan ha defendido su derecho a no ser revictimizada, a aparecer sin llorar y sin quebrarse ante las cámaras y en las declaraciones que da a los medios de comunicación. Defiende también su deseo de que sus agresores y las personas que los protegen no la vean derrumbarse ni rendirse.

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