Por: José Ángel ViGo

Cocina de mercado: lo que el súper no nos da.
El mercado tradicional, ese él cual transpira esencia, recuerdos, alegrías y tristezas, no es solo es un lugar para comprar comida, igual funge como el corazón de una ciudad o pueblo que late con la cultura, el sabor y la memoria colectiva. Ahí estaba doña Mari con sus canastas de chiles recién cortados, don José el carnicero que sabe más de cortes que cualquier chef de renombre, y doña Lupita, yerbera cuya sabiduría botánica no está en Wikipedia sino dictada por generaciones.
Lo que ofrece el mercado (y el súper no):
• Frescura y variedad de temporada: Puedes encontrar frutas y verduras locales y de temporada con mayor calidad, en tianguis y mercados; el tomate saladet, por ejemplo, puede costar alrededor de $20 el kg, mientras que en el súper llega a rondar los $28.90 por kg.
• Precios competitivos en frescos: Un litro de leche fresca cuesta unos $25 en el tianguis, frente a $30 o más en supermercado; pasta de 250 g está a $9 vs $13.50; azúcar $20 por kg en tianguis vs $30 por kg en súper.
• Ahorro significativo en canasta básica: En promedio una selección de 14 bienes en los mercados cuesta aproximadamente $590, contra $800 en supermercados, ¡$210 menos!
• Mariscos y carnes a mejor precio en temporada: Durante la Cuaresma 2025 Profeco reportó que el filete de pescado puede subir hasta un 30% más en el súper que en mercados, esto se debe a su alta demanda, viéndose provechosos los súper mercados para generar más ganancias inflando precios.
• Productos locales, orgánicos o medicinales: Existen miles de productores certificados que llevan directamente sus productos (como frutos, café u hortalizas) a los mercados, preservando saberes tradicionales.
• Apoyo a la economía local y reducción ambiental: Al comprar en mercados, estimulas la economía de pequeños productores y evitas embalajes excesivos, reduciendo la huella de carbono; hay que cuidar nuestro ambiente.
• Vínculo emocional con el consumo: Un 38% de consumidores mexicanos prefiere productos nacionales y esa conexión emocional refuerza su sentido de identidad; a veces juega la nostalgia o las vivencias del día a día, pues acercarse a un mercado es reconectar con nuestros ancestros.
Lo que no da el súper (pero no todo lo suyo es negativo):
• Experiencia humana única: No existe código de barras para la complicidad de una vendedora que te susurra ‘llévate estos mangos que están bien dulces’, o, ‘este aguacate está buenísimo para comerse hoy’.
• Talento artesanal que no verás en pasillos brillantes cual espejo de un rey: Los mercados de cada estado aún conservan puestos de tejidos tradicionales, llevados de generación en generación por familias que tejen petates o chiquihuites (cestos de palma) para usos cotidianos y festividades.
• Dulces y productos culturales exclusivos: Algunas delicias como los dulces típicos de leche, calabaza, coco, entre otros, siguen vivos gracias a productores artesanales, la cultura se alimenta día a día para no perderse entre tanta urbanización.
Lo que ‘el súper no te da’ es la memoria de la tierra, el rostro detrás del producto, la temporada que conversa con tu paladar y aquella sabiduría milenaria que no cabe en un escáner; comprar ahí es hacer de tu despensa un acto de memoria, identidad y comunidad.
Agradezco permitirme entrar un domingo más por medio de la lectura a sus vidas, espero sea de su agrado el tema de hoy, les espero el siguiente fin con más del mundo gastronómico, ‘no me despido sin desearles buenos días, buenas tardes, buenas noches y buen provecho’.
