Hoy 2 de septiembre de 2025, se cumplen exactamente 10 años desde que el cuerpo sin vida del pequeño Aylan Kurdi, un niño sirio de apenas 3 años, apareció en una playa de Bodrum, en Turquía. Esta imagen, capturada por el fotógrafo Nilüfer Demir, se convirtió en un símbolo icónico de la crisis de refugiados sirios y de las tragedias humanas en el Mediterráneo.
A pesar del impacto global que generó, muchos analistas y activistas señalan que el mundo no ha cambiado lo suficiente desde ese 2 de septiembre de 2015: las muertes en el mar continúan, y las políticas migratorias siguen siendo insuficientes.
La fotografía de Aylan, cuyo nombre original era Alan Kurdi -según algunas correcciones posteriores en la prensa-, boca abajo en la arena, con su camisita roja y pantalones azules, fue publicada por agencias internacionales como Reuters y Associated Press. Se difundió rápidamente en redes sociales y medios de todo el mundo, generando un shock colectivo.
En Twitter, ahora X, posts de la época y recientes conmemoran cómo esta imagen «puso rostro humano» a la crisis, recordando que «un niño ha muerto cada día en el Mediterráneo desde entonces».
Nada a cambiado
A pesar del revuelo en estos años, el balance es desolador. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde 2015, más de 30000 migrantes han muerto o desaparecido en el Mediterráneo, con un promedio de un niño ahogado cada dos días.
La crisis siria persiste, con millones de desplazados, y ahora se suman conflictos en Ucrania, Sudán y Gaza, exacerbando las rutas migratorias.
En conmemoraciones de hoy, medios como El Periódico y RTVE enfatizan que Aylan fue “una muerte que lo sacudió todo para no cambiar nada»