ENTREVISTA
“Por si tienes que explicarle a un foráneo qué significa trasqué”, Vianey Pérez López reúne en 22 crónicas y una “no novela”, relatos desde el habla y las costumbres del estado, que dedica a las nuevas generaciones.
Rosa Elena Cortés/Villahermosa
Para Vianey Pérez López el lenguaje es una cofradía, una hermandad tejida por las palabras, la patria más íntima –dice– citando al dramaturgo y narrador chiapaneco, Héctor Cortés Mandujano.
En Tabasco, el lenguaje es punto y aparte. Antropología con pimienta gorda es el título del libro que recién publica la empresaria y activista tabasqueña. En él emplea a lo largo de 22 crónicas costumbristas, algunas de las palabras comunes entre los abuelos, que en el resto del país suelen desconocerse o estar en desuso y que, considera, deben seguir vigentes en el vocabulario choco.
También, comenta en una plática con Carolina Brondo Macias, directora de Novedades de Tabasco, se “da permiso” de contrastar esos términos, muchos de ellos derivados del chontal, con el lenguaje actual de las nuevas generaciones, (influenciado por las redes sociales y la globalización) en un texto que bautizó como una “no novela” y que está incluido en esta publicación.
Considera que la evolución natural del lenguaje se debe acompañar de este tipo de documentos, de la tradición oral en los hogares, entre los miembros de las familias, para preservar el vocabulario con el que sus antecesores nombraron el día a día y que representa desde los pueblos originarios del estado, sus costumbres, su forma de ver la vida y un “puente” con el idioma español.
CÓMO SURGE
Un Diccionario de americanismos escrito por el exgobernador Francisco J. Santamaría, una plática con Carlos Monsiváis y muchas experiencias de la vida en familia, en un entorno que solo el trópico posee, fueron determinantes para que Vianey Pérez comenzara a escribir sobre la cosmovisión de su tierra natal, esa que le pareció no haber encontrado en ningún otro lado en los años que estuvo fuera de Tabasco para realizar sus estudios profesionales e iniciar su vida laboral.
“Cuando mi negocio cumplió cinco años, quisimos celebrarlo de una manera muy especial y contratamos a don Carlos Monsiváis para que viniera a dar una conferencia. Queríamos dar ese regalo a nuestros clientes. Llegó don Carlos por la mañana, lo llevamos a un desayuno con el gobernador, con el presidente municipal, tuvo una conferencia en un hotel, y los asistentes se la pasaban tomándole fotos y fotos y él no parecía muy cómodo o sociable, entonces dije: ya déjenlo que le va a salir un tutupiche, por lo que don Carlos me voltea a ver sorprendido”.
“Más tarde, durante la cena, el mesero se tropieza con la salsa y le digo: no lo vaya a charpear, y don Carlos vuelve a voltear y entonces me pregunta ¿charpear?”
“El caso es que el gobernador en turno, le regaló un Diccionario de americanismos, escrito por otro gobernador de Tabasco, don Francisco J. Santamaría. Cuando llegamos al aeropuerto, saco el diccionario de mi cajuela y al querer entregárselo me dice ‘no, no me lo voy a llevar, usted lo necesita más que yo. Seguramente ahí están esas palabras que usted dice, búsquelas y escríbalas antes de que se extingan, no lo guarde, léalo’. Esto me lo dijo en el aeropuerto en el 2005. Lo leí y efectivamente, ahí está charpear, que es salpicar con un líquido sucio”.
EL PROCESO
“Yo siempre escribo por placer”. La autora no oculta que siempre le ha gustado escribir. Sus textos en redes sociales sobre la vida cultural de Tabasco y sobre el activismo social y ambiental, provocan importantes interacciones entre sus seguidores.
“Yo escribo cosas que tienen que ver con el medio ambiente, con el activismo social y también escribo crónicas costumbristas; este año lo que hice fue buscar todo lo que había escrito y seleccioné las crónicas, tenía 18 y escribí tres más: el velorio de mi abuelita, la Identidad a cucupache y la anécdota de Carlos Monsiváis”.
“A las demás les di un pequeño toque, una actualización y me puse a investigar, a buscar en el diccionario chontal-español y el diccionario de americanismos”.
Pero aclara que hay muchas palabras en el lenguaje tabasqueño que no vienen en el diccionario de español antiguo o de americanismos, sino que provienen del Yokotán. “Por ejemplo puque, cuando decimos que algo está puque, puc es podrido en Yokotán”.
Asegura que son textos ligeros, de fácil lectura, y al final de cada crónica incluye un pequeño glosario, “para los que no saben qué significa devanar, escarpa o anaguao”.
Para ella todos los textos son especiales, pero quizá el que tiene un mayor significado es El velorio de Eulalia, su abuela. Relata la sorpresa que le causó presenciar un funeral en Monterrey, cuanto tenía 14 años, alejado de la idea con la que ella había crecido sobre cómo tenían que ser este tipo de ceremonias.
“¿Dónde están las rezadoras, las velas de unto, los tamales? ¿Por qué dejan solo al difunto? ¿Por qué cerraron el velatorio para regresar hasta el otro día si al difunto hay que acompañarlo”, se preguntó.
“Fue algo totalmente distinto a lo que se ve acá para despedir a un ser querido. Es nuestra antropología social, porque antropología es eso, estudia los pueblos del mundo, sus creencias, sus ceremonias, sus ritos, su cosmovisión y, por otro lado, la pimienta es el picor, el sabor que caracteriza a esta parte del país, por eso se llama así Antropología con pimienta gorda”.
EL MEJOR MARCO
Antropología con pimienta gorda, que desde el 08 de septiembre está a la venta en Gabolibros, tiene previstas tres presentaciones en inmejorables escenarios. La primera, el 23 de septiembre en el Museo Nacional de Antropología e Historia, durante la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia en la que Tabasco es el estado invitado. Ahí será presentado por Carlos Ruiz Abreu, director del Archivo General de la Nación.
En Tabasco el doctor Jorge Abdo Francis y el Licenciado Héctor de Paz lo presentarán el 17 de octubre en la Quinta Grijalva; y el 27 de noviembre se presentará de nuevo en la Ciudad de México, en la Casa Tabasco.
CON DEDICATORIA
“Pa los nietos que se fueron a Houston, pa’l jefe norteño de tu empresa, pa la novia yucateca de tu hermano, pa’l novio chilango de tu bff, o por si tienes que explicarle a un foráneo que significa trasqué”, es parte del público lector al que desea llegar Vianey Pérez con su libro. Sabe que sus contemporáneos lo leerán, pero quiere que aquellos que ignoran las costumbres tabasqueñas, las conozcan, y espera que los más jóvenes lo reciban y a través de él atesoren esas costumbres.
“Este libro va dirigido a la generación Z”, precisa. Es un esfuerzo para que nuestros hijos conozcan un poquito de lo que es el español antiguo, esas palabras que nuestros abuelos usaban, que no las usan en ninguna parte, no porque no estén bien dichas, sino porque se han ido perdiendo”.
No menosprecia la manera en que los chavos se comunican ahora, los nativos digitales, nacidos en la primera década de los 2000. ¡Qué padre! –dice— pero que eso no signifique olvidar las palabras con las que dos tabasqueños aún pueden entablar una conversación y, un tercero que no es de aquí, simplemente no entender nada.
“Yo quiero que el libro lo compren los jóvenes, lo que yo deseo es que lo lean los jóvenes, es una tradición oral que se debe continuar y que se debe preservar en las familias, en ningún otro lado se va a conservar, y entre los tabasqueños hacer conciencia, que valoremos este legado y hagamos lo posible por transmitirlo a nuestros hijos”.
“Lo que yo deseo es que este libro lo lean los jóvenes, es una tradición oral que se debe continuar y que se debe preservar en las familias, en ningún otro lado se va a conservar, y entre los tabasqueños hacer conciencia, que lo valoremos y hagamos lo posible por transmitirlo a nuestros hijos”
Vianey Pérez López
Autora
Plática. Compartió con Novedades de Tabasco algunos detalles de la publicación que será presentada el 23 de septiembre en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Disponible. Ya se puede adquirir en las librerías locales.