Emilio

Columna: Prospectiva Especial

Por: Emilio de Ygartua  M.

Claudia Sheinbaum en el Zócalo capitalino:

Un Año de Transformación en México

En el corazón político de México, el Zócalo de la Ciudad de México, epicentro histórico y cultural de la nación, se convirtió una vez más en el escenario de un momento significativo en el mandato de Claudia Sheinbaum, la presidenta. Esta icónica plaza, que ha sido testigo de innumerables eventos que han marcado el devenir de México desde tiempos prehispánicos hasta la era moderna, fue el telón de fondo elegido para que la mandataria rindiera cuentas a la ciudadanía tras su primer año al frente del Ejecutivo Federal. La elección del Zócalo no es casual; simboliza la cercanía con el pueblo y la continuidad de una tradición política donde los grandes anuncios y las manifestaciones de apoyo popular se sellan en este espacio emblemático.

Después de un exhaustivo recorrido por cada una de las 32 entidades federativas de nuestro país, donde informó directamente a los ciudadanos sobre los logros y avances de su administración, la jefa del Poder Ejecutivo Federal pronunció un contundente mensaje ante una multitud vibrante. Miles de personas, provenientes de diversos rincones de la República, se congregaron desde tempranas horas, tiñendo la plaza de colores y cánticos de apoyo. La atmósfera era de expectación y fervor, con pancartas ondeando al viento y la energía palpable de una base social que revalidaba su compromiso con el proyecto de la Cuarta Transformación. Este evento no solo fue una rendición de cuentas, sino una reafirmación del pulso político que mantiene la actual administración con sus bases, proyectando su visión y consolidando su liderazgo en un momento clave para el futuro político del país.

El Primer Informe Presidencial

El 1 de septiembre, fecha emblemática para la rendición de cuentas en el sistema político mexicano, la presidenta Claudia Sheinbaum, en estricto apego a lo establecido en el Artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, entregó su primer informe sobre el estado que guarda la nación. Este acto protocolario se realizó por conducto de la titular de la Secretaría de Gobernación, quien acudió a la Cámara de Diputados para hacer entrega formal del documento al presidente de la Mesa Directiva del Congreso de la Unión.

Este procedimiento, instaurado desde la reforma de 2008, marca una evolución en la tradición del informe presidencial. Anteriormente, era el propio titular del Ejecutivo quien comparecía ante el pleno del Congreso, un evento cargado de simbolismo y, a menudo, de intensos debates políticos. La actual modalidad subraya el carácter institucional de la rendición de cuentas, donde el informe escrito detalla las acciones y logros del primer año de gobierno, consolidándose como un ejercicio de transparencia y revisión democrática fundamental.

El primer informe de Claudia Sheinbaum se presenta en un contexto socio-político complejo y dinámico, marcado por desafíos significativos en diversas aristas, desde la consolidación de la recuperación económica post-pandemia hasta la persistente agenda de seguridad y los retos en materia de desarrollo social. Sin embargo, en un reflejo del pulso político que la administración ha logrado establecer, su gestión cierra este ciclo inicial con una notable aprobación del 80 por ciento por parte de la ciudadanía. Este nivel de respaldo popular se atribuye a la conexión directa con las bases y a la percepción de avances concretos en la implementación de las políticas de la Cuarta Transformación, las cuales fueron previamente comunicadas por la mandataria durante una exhaustiva gira nacional, donde visitó cada una de las 32 entidades federativas para dialogar y rendir cuentas directamente a la población.

La entrega del informe no solo es un requisito legal, sino un momento crucial para la configuración de la agenda pública y el debate nacional. Permite a los poderes Legislativo y Judicial, así como a la sociedad en general, evaluar el rumbo del país y el cumplimiento de los compromisos de campaña. Representa una oportunidad para que el gobierno exponga su visión, sus avances y los retos futuros, sirviendo como una guía para la discusión política y la formulación de políticas públicas en el próximo periodo legislativo.

El Mensaje desde el Zócalo

Bajo un cielo despejado y ante una Plaza de la Constitución abarrotada, Claudia Sheinbaum se erigió en el epicentro de un encuentro multitudinario que selló su primer año de gobierno. Cientos de miles de voces, banderas y pancartas convergieron en el corazón político de México, anticipando las palabras de la mandataria en un ambiente de palpable expectación y fervor. La energía de la gente, que había llegado desde tempranas horas para escuchar a su líder, era un testimonio de respaldo popular, creando un coro de aplausos y porras que marcaban el ritmo de la jornada, resonando entre los históricos edificios que rodean el Zócalo.

Claudia Sheinbaum se dirigió a la multitud con un mensaje de contundencia. Enfatizó con una voz firme y resonante que «cualquiera que robe al pueblo enfrentará a la justicia». Esta frase es una declaración de principios que conecta directamente con las demandas de transparencia y combate a la corrupción de gran parte de la ciudadanía. Este planteamiento sirvió para subrayar la continuidad de un compromiso con la honestidad y la erradicación de prácticas clientelistas y corruptas que han marcado épocas anteriores.

Más allá de la ética en la administración pública, la presidenta Sheinbaum articuló su visión sobre la construcción de paz en México, un tema central en la agenda nacional. Subrayó la imperativa necesidad de tomar decisiones soberanas en esta materia, negando categóricamente cualquier tipo de intervención externa que pudiera socavar la soberanía nacional o imponer agendas ajenas a la realidad mexicana.

La presidenta definió claramente la postura de un gobierno que prioriza el diseño de estrategias de seguridad y justicia desde una perspectiva interna, adaptada a las particularidades del país. Ejemplos de esta soberanía incluyen la implementación de programas sociales que aborden las causas estructurales de la violencia, el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia con enfoque en derechos humanos, y la reestructuración de la Guardia Nacional para consolidar una fuerza de seguridad con arraigo nacional y compromiso comunitario. Sheinbaum destacó que la paz se construye desde las raíces sociales, invirtiendo en educación, empleo y cultura, y no solo a través de la fuerza, una estrategia que ha buscado diferenciarse de modelos previos.

Su mensaje resonó profundamente con una audiencia que anhela un México más justo y en paz, con la certeza de que las decisiones cruciales sobre el futuro de la nación se tomarán siempre en defensa de los intereses y la dignidad del pueblo mexicano.

Reforma a la Ley de Amparo

Uno de los temas de su informe fue la reforma a la ley de amparo, dirigida a proteger derechos fundamentales y a acabar con el refugio de los evasores. Este aspecto de su gestión es crucial, ya que Sheinbaum busca implementar un marco legal que garantice la justicia social y el bienestar del pueblo mexicano, mientras se compromete a recuperar recursos y a revitalizar instituciones estratégicas como PEMEX y la CFE.

Protección de Derechos. Marco legal para garantizar derechos fundamentales

Justicia Social. Acabar con el refugio de los evasores

Revitalización. Fortalecimiento de PEMEX y CFE

Enfrentando los Retos del Segundo Año. A medida que comienza su segundo año de gobierno, Claudia Sheinbaum enfrenta múltiples retos que ponen a prueba la solidez de su administración y la visión de su proyecto político. Los desafíos no son solo de índole social y económica, como la persistencia de la inflación y las demandas de seguridad pública, sino también de naturaleza política, donde la oposición ha intensificado sus estrategias.

En su discurso, la mandataria destacó una persistente campaña de desprestigio y división orquestada por sus detractores, que buscan fragmentar la lealtad dentro de su movimiento y entre la ciudadanía. «Se han empeñado en separarnos, en que rompamos» con el líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional, afirmó con determinación, subrayando la resiliencia de su gobierno frente a estos embates.

Los intentos de la oposición por generar fricciones, particularmente entre la figura de Sheinbaum y la del expresidente Andrés Manuel López Obrador, se manifiestan a través de narrativas mediáticas que buscan magnificar supuestas divergencias internas y erosionar la unidad del proyecto de la Cuarta Transformación. Estos esfuerzos incluyen la difusión de críticas sobre decisiones gubernamentales específicas, buscando presentarlas como desviaciones del camino original, y la promoción de figuras alternativas para sembrar la discordia. Sin embargo, Sheinbaum ha sido enfática en que su administración no se limita a una mera gestión de lo ya existente; su intención fundamental es profundizar y acelerar la transformación del país, un objetivo que va más allá de la simple administración de los recursos y las estructuras heredadas.

El segundo año de gobierno se perfila como un periodo crucial para la consolidación de su liderazgo y la cohesión del movimiento. Los objetivos específicos para este ciclo incluyen la aceleración de proyectos estratégicos en infraestructura, el fortalecimiento de programas sociales clave y la continuación de la lucha contra la corrupción. La diferencia entre «administrar» y «transformar» reside, según la visión de la mandataria, en la capacidad de implementar cambios estructurales profundos que redefinan la relación del Estado con la sociedad y la economía. Esto implica no solo gestionar los problemas cotidianos, sino también desmantelar viejas inercias, empoderar a los sectores más vulnerables y revitalizar instituciones estratégicas como PEMEX y la CFE, pilares energéticos del país.

Para contrarrestar las maniobras de la oposición y asegurar la continuidad de su agenda, la estrategia de Sheinbaum se centra en reforzar la comunicación directa con la ciudadanía, enfatizando los logros alcanzados y los beneficios de su proyecto a largo plazo. La unidad interna del movimiento se busca preservar mediante la reafirmación de los principios ideológicos que lo sustentan y la participación activa de sus bases.

Este análisis político sugiere que la capacidad de Sheinbaum para mantener la coherencia de su mensaje, la disciplina de su equipo y el apoyo popular será decisiva para navegar los retos del segundo año y cimentar las bases para una transformación duradera en México.

«Se han empeñado en separarnos, en que rompamos»

El Humanismo Mexicano: La Brújula de la Transformación

La visión de un «humanismo mexicano», un concepto profundamente arraigado en la filosofía política del actual gobierno, se erige como el pilar ideológico que Claudia Sheinbaum comparte con su antecesor. Este lazo, lejos de ser meramente retórico, busca ser un vínculo inquebrantable con el pueblo, sustentado en valores que se consideran la esencia misma de la identidad nacional: honestidad, justicia y amor (entendido como solidaridad y fraternidad). Sheinbaum ha enfatizado que estos principios no son negociables, sino la brújula que guía cada acción de su administración.

El «humanismo mexicano» se distingue de otras corrientes políticas por su énfasis en la dignidad del ser humano, priorizando el bienestar colectivo sobre el individualismo extremo y los intereses de mercado. Históricamente, sus raíces se hunden en movimientos sociales y culturales trascendentales de México, desde el indigenismo prehispánico que valoraba la comunidad y el respeto por la naturaleza, pasando por las luchas por la independencia y la reforma agraria de la Revolución Mexicana, hasta la consolidación de un Estado social en el siglo XX. Se nutre de la rica tradición de pensadores y líderes que buscaron construir una nación justa y soberana, distanciándose del modelo neoliberal que, según esta visión, acentuó las desigualdades y mercantilizó derechos básicos.

En la práctica gubernamental, este humanismo se traduce en una serie de políticas públicas concretas. La honestidad se manifiesta en la austeridad republicana, la erradicación de la corrupción en todos los niveles y la transparencia en el manejo de los recursos públicos, buscando restaurar la confianza ciudadana en las instituciones. La justicia social es el motor de los programas de bienestar que garantizan pensiones a adultos mayores, becas a estudiantes, apoyo a personas con discapacidad y acceso universal a servicios de salud. Finalmente, el amor o la solidaridad se refleja en el impulso a proyectos comunitarios, el respeto a la diversidad cultural y el fomento de una cultura de paz y colaboración entre los mexicanos, buscando suturar las heridas sociales y fortalecer el tejido social.

Durante su primer año de gobierno, la administración de Sheinbaum se ha esforzado por dar continuidad y profundidad a estos principios. Se ha observado un notable avance en la consolidación de grandes proyectos de infraestructura estratégicos, diseñados no solo para impulsar el desarrollo económico, sino también para integrar regiones históricamente rezagadas y conectar al pueblo. Los programas sociales han ampliado su cobertura y eficiencia, llegando a un mayor número de beneficiarios, lo que se considera un paso fundamental para reducir la brecha de desigualdad. Asimismo, la lucha contra la corrupción ha continuado siendo una prioridad, con investigaciones y sanciones que buscan desmantelar redes de impunidad. Estos esfuerzos demuestran un compromiso palpable con la promesa de una transformación que va más allá de la gestión administrativa, buscando un cambio estructural que redefina la relación del Estado con sus ciudadanos y promueva una sociedad más equitativa y solidaria, enraizada en las más profundas tradiciones humanistas de México.

Honestidad Radical. Compromiso ético inquebrantable y austeridad como norma de gobierno.

Justicia Social. Marco legal y programas que garantizan equidad y bienestar para todos.

Amor al Prójimo. Vínculo solidario con el pueblo, fortaleciendo la comunidad y la paz.

Avances en la Lucha contra la Pobreza y la Desigualdad

En la lucha contra la pobreza y la desigualdad, la administración de Claudia Sheinbaum ha demostrado resultados concretos, reafirmando el compromiso inquebrantable de su gobierno con el pueblo. Este compromiso se traduce en políticas que buscan cerrar la brecha de oportunidades y garantizar condiciones de vida dignas para todos los mexicanos, distinguiendo su gestión en un contexto donde el desencanto político ha proliferado.

Datos recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) indican una notable reducción de la pobreza y la pobreza extrema durante este periodo. Se estima que, en el último año, aproximadamente 5.1 millones de mexicanos han salido de la pobreza, y más de 2.3 millones de personas ya no se encuentran en situación de pobreza extrema, lo que representa un avance histórico. Estos logros son el reflejo de una estrategia multifacética que prioriza el bienestar social.

Los programas sociales concretos han sido el eje central de esta transformación. La Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores ha visto incrementado su monto y universalizado su cobertura, asegurando un ingreso vital para millones de abuelos y abuelas. Las Becas para el Bienestar Benito Juárez han garantizado la continuidad educativa de estudiantes en todos los niveles, especialmente en zonas de alta marginación, reduciendo la deserción escolar. En materia de salud, la consolidación del Sistema de Salud para el Bienestar busca asegurar que todos los ciudadanos, sin importar su condición económica, tengan acceso gratuito a servicios médicos, medicamentos y atención hospitalaria, marcando un contraste significativo con modelos anteriores que mercantilizaban este derecho fundamental.

Los resultados tangibles se observan en comunidades específicas. Por ejemplo, en la Sierra Tarahumara de Chihuahua, la implementación coordinada de apoyos para la producción agrícola, programas de vivienda digna y brigadas de salud ha permitido que más de 3,000 familias rarámuris mejoren sustancialmente su calidad de vida, accediendo a alimentos nutritivos y servicios básicos que antes eran inalcanzables.

Esta aproximación contrasta fuertemente con las administraciones anteriores, donde el enfoque neoliberal, según la visión del Humanismo Mexicano, exacerbó las desigualdades y dejó a grandes sectores de la población desprotegidos. La actual gestión ha revertido esa tendencia, priorizando la redistribución de la riqueza y el acceso universal a derechos, en lugar de un crecimiento económico que no permeaba a la base social.

Para el próximo año, la administración se ha fijado metas ambiciosas: reducir la pobreza extrema en un 10% adicional y asegurar que el 100% de la población sin seguridad social tenga acceso efectivo a los servicios de salud, con un enfoque particular en las zonas rurales y los cinturones de miseria urbanos.

Los desafíos han sido considerables, desde la inercia burocrática y la resistencia de intereses creados hasta la necesidad de optimizar la entrega de los apoyos en territorios complejos. Sin embargo, mediante una gestión transparente, la simplificación de trámites y una constante vinculación directa con las comunidades, se han logrado superar obstáculos, garantizando que los recursos lleguen a quienes más los necesitan.

El impacto ha sido transversal: los jóvenes tienen acceso a oportunidades educativas y laborales; los adultos mayores gozan de dignidad económica; y las comunidades indígenas ven respetados sus derechos, su cultura y sus proyectos productivos impulsados, como se evidencia en los programas de fomento a la agricultura sostenible en estados como Oaxaca y Guerrero. Este enfoque integral busca no solo aliviar la pobreza, sino transformar las estructuras que la perpetúan, construyendo un México más justo y equitativo.

El Segundo Piso de la Transformación

El 1 de octubre del 2024, Claudia Sheinbaum recibió la estafeta de manos de su antecesor con una misión clara: construir el «segundo piso» de la Cuarta Transformación, una fase que promete ser más inclusiva, solidaria y profundamente arraigada en los principios del humanismo mexicano. A un año de distancia de esa transición, la mandataria mantiene firme el timón de un gobierno que continúa priorizando el bienestar del pueblo, llevando a cabo reformas y políticas públicas que buscan regresar al Estado el poder que le fue despojado por años bajo el manto de un modelo neoliberal que tuvo como objeto distribuir la riqueza entre los ricos olvidándose de los que menos tienen.

El concepto del «segundo piso» no se limita a una mera continuación; representa la consolidación, profundización e irreversibilidad de las bases sentadas en la primera etapa. Si el «primer piso» se dedicó a desmantelar la corrupción, reorientar el gasto público hacia programas sociales universales y recuperar la soberanía energética y de los recursos naturales, el «segundo piso» se enfoca en perfeccionar estos avances, institucionalizar los cambios y expandir su alcance hacia nuevas fronteras del bienestar y la justicia social.

Primer Piso (2018-2024) Bases de la transformación: combate a la corrupción, austeridad republicana, programas sociales universales (ej. Pensión Adultos Mayores), rescate de Pemex y CFE, renegotiación T-MEC.

Segundo Piso (2024 en adelante). Construcción más inclusiva y solidaria: consolidación de derechos, reformas estructurales (ej. judicial, salud), desarrollo científico y tecnológico, soberanía hídrica y energética, seguridad ciudadana integral.

En su primer año de gestión, la administración ha sentado logros concretos que pavimentan el camino hacia esta nueva etapa. Se ha observado un impulso renovado a los programas sociales, fortaleciendo la red de apoyo a los más vulnerables. La continuidad en el proyecto de infraestructura estratégica, como la finalización de tramos ferroviarios clave o la expansión de energías renovables, demuestra la visión a largo plazo. Además, se han iniciado debates legislativos fundamentales, como la reforma judicial, que busca garantizar una justicia más expedita y equitativa, así como la reforma para consolidar el acceso universal a la salud, basándose en la experiencia adquirida durante la primera fase de la Transformación.

Esta nueva etapa se caracteriza por proyectos y reformas específicas que buscan impactar directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Entre ellas destacan: la consolidación de un sistema universal de salud pública, garantizando acceso gratuito a medicamentos y tratamientos para toda la población; una reforma educativa centrada en el desarrollo científico, tecnológico y humanístico, promoviendo la investigación y la innovación desde las aulas; el impulso a la soberanía hídrica, con proyectos de infraestructura y manejo sustentable del agua; y la profundización de la independencia energética a través de la inversión en energías limpias y la optimización de los recursos nacionales.

Las diferencias metodológicas y de enfoque con administraciones anteriores son patentes. Mientras el modelo neoliberal promovía la desregulación y la privatización, el «segundo piso» reafirma el papel rector del Estado en la economía y en la garantía de derechos sociales. Se prioriza un enfoque basado en evidencia científica, eficiencia administrativa y una transparencia sin precedentes, con énfasis en la planeación a largo plazo y la sostenibilidad. La toma de decisiones se orienta por el beneficio colectivo, dejando atrás la lógica del mercado como único motor de desarrollo.

Sin embargo, esta nueva fase no está exenta de desafíos. La coyuntura económica global, el cambio climático y la necesidad de consolidar la paz y seguridad en todo el territorio nacional son obstáculos que requieren soluciones innovadoras y coordinadas. La resistencia de intereses corporativos y la inercia burocrática siguen siendo puntos a superar, demandando una gestión con mano firme y una convicción inquebrantable en el proyecto de nación.

Las metas y objetivos concretos para los próximos años son ambiciosos pero alcanzables: se busca reducir la pobreza extrema en al menos un 15% adicional, garantizar que el 100% de la población sin seguridad social tenga acceso efectivo a los servicios de salud de calidad, expandir la cobertura de educación superior en un 20% y lograr la autosuficiencia energética. Estos objetivos se anclan en la firme convicción de que un México más justo es posible.

El papel de las instituciones en esta etapa es crucial. Se busca fortalecer su autonomía, erradicar cualquier vestigio de corrupción y asegurar que actúen como garantes de los derechos ciudadanos y no como facilitadoras de intereses particulares. La reformulación de ciertas estructuras institucionales es clave para que respondan con agilidad y eficacia a las demandas del pueblo.

La participación ciudadana es el eje fundamental en la construcción de este «segundo piso». A través de consultas populares, consejos comunitarios, plataformas digitales y el fortalecimiento de organizaciones sociales, se busca que la ciudadanía sea cocreadora y supervisora de las políticas públicas. Esta interacción constante garantiza que las decisiones del gobierno reflejen las verdaderas necesidades y aspiraciones de la gente.

La visión a largo plazo de esta transformación es la de un México plenamente soberano, justo, equitativo, próspero y sostenible. Un país donde los derechos sociales sean una realidad innegable, donde la economía esté al servicio del pueblo y no de unos pocos, y donde la cultura, la ciencia y la innovación florezcan para construir un futuro de bienestar compartido. El «segundo piso» no es solo una etapa de gobierno, es la cimentación de un nuevo paradigma nacional.

El Zócalo como Símbolo de Transformación

El Zócalo, epicentro histórico y geográfico de la Ciudad de México, nuevamente se convirtió ayer domingo 5 de octubre en un símbolo viviente de la lucha por el cambio en México. Esta plaza mayor, que ha sido testigo silencioso de la fundación de Tenochtitlán, de la instauración de virreinatos y del nacimiento de la nación independiente, ha fungido siempre como el corazón político y espiritual de México. Sus cimientos resguardan siglos de historia, y cada evento celebrado en su vasto espacio reverbera con la memoria colectiva de un pueblo que ha forjado su destino entre la esperanza y la resistencia. Es en este escenario monumental donde la voz del pueblo y el eco del poder se encuentran, tejiendo la narrativa de una identidad nacional en constante evolución.

Este evento no solo reafirma la continuidad de un legado prometido por la mandataria, sino que también establece un puente con momentos cruciales de la historia mexicana. Así como el Zócalo ha sido escenario de la proclamación de la Independencia, de la reforma agraria y de las grandes movilizaciones estudiantiles, hoy se inscribe un nuevo capítulo en su trayectoria. Se compara, sin lugar a dudas, con las concentraciones cívicas que han marcado puntos de inflexión en la vida política de la nación, donde el pueblo ha ejercido su soberanía y su derecho a ser escuchado. La imponente Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional, flanqueando la plaza, no son meros edificios, sino símbolos arquitectónicos que anclan el presente en un pasado milenario y que recuerdan la vocación de México de ser una nación con memoria y propósito.

La respuesta a los retos que enfrenta el país es un camino aún por delante, y el compromiso inquebrantable de la presidenta Sheinbaum con el bienestar de la nación sugiere que la transformación apenas comienza. En este sentido, Claudia no solo ha logrado consolidar su administración, sino también generar un vínculo solidario y genuino con los mexicanos. Este vínculo se traduce en una lucha compartida hacia la justicia, el progreso y la construcción de una sociedad más inclusiva.

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