Entre las leyendas más inquietantes que intrigan a los niños hay una que ha trascendido generaciones sembrando incertidumbre y un halo de misterio tan encantador como macabro: “Esta escuela está construidas sobre un panteón”.
Esta afirmación ha dado pie a cualquier cantidad de mitos e historias que circulan de boca en boca entre los pasillos de las escuelas. No falta el niño que vio una sombra aparecer y desaparecer al fondo del salón, otro que escuchó voces en un pasillo solitario o bancas arrastrándose en un salón donde no había nadie; algunos más aseguran que vieron una niña en el baño. La explicación más común para todas estas manifestaciones es que son fantasmas de un viejo cementerio que existió en el lugar donde hoy está la escuela.
En la gran mayoría de los casos no se trata más que de un mito. Pero, ¿y si fuera real que la escuela donde estudiaste o donde hoy toman clases tus hijos está construida sobre un viejo cementerio? En la Ciudad de México hay 4 casos documentados de planteles escolares donde hoy toman clases cientos de estudiantes y que fueron construidas sobre lugares donde antes hubo criptas y lápidas de una ciudad que fue devorada por el crecimiento urbano.
Se trata del Centro Escolar Benito Juárez, en la colonia Roma, las escuelas primarias Revolución y Belisario Domínguez, así como el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, las 3 en el Centro Histórico de la capital. Estas son sus historias.
Centro Escolar Benito Juárez
Ubicación: Jalapa números 272 y 290, Centro Urbano Presidente Juárez, colonia Roma Sur, alcaldía Cuauhtémoc.
Este centro educativo, que hoy día está conformado por un jardín de niños y una escuela primaria, es conocida como la verdadera escuela de la Ciudad de México que fue construida sobre un cementerio. Se erigió en 1923 bajo la dirección del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, el mismo que construyó el Monumento a la Revolución, sobre una parte de los terrenos donde estuvo el Panteón General de la Piedad. Es una de las escuelas modelo que formaron parte del proyecto de infraestructura educativa que el entonces Secretario de Educación, José Vasconcelos, buscaba impulsar en todo el país.
“La escuela Benito Juárez tiene todo lo que Vasconcelos creía que debería tener una escuela básica. Tiene biblioteca, dos patios, alberca, una sala para clase de baile, amplios corredores y zonas para hacer exposiciones. La idea era que en la Secretaría de Educación Pública (SEP) se plantearan estas prácticas que se iban a reproducir en las escuelas. Por eso se necesitaba espacio”, explica en entrevista para El Heraldo de México la historiadora Bertha Hernández.
Bajo esta escuela estuvieron algunas de las tumbas del antiguo Panteón General de la Piedad, inaugurado en 1872 por el presidente Benito Juárez. Estaba delimitado por la actual avenida Cuauhtémoc, colindando con el Centro Médico Siglo XXI y muy cerca de otro cementerio, el Panteón Francés de la Piedad. A principios del siglo XX, el panteón desapareció cuando la colonia Roma se expandió hacia el sur y sus terrenos se aprovecharon para construir, entre otros proyectos el Centro Escolar Revolución. Décadas más tarde, también en parte de los terrenos que ocupó el panteón se construyó el Multifamiliar Juárez, del cual algunos edificios se derrumbaron en el terremoto de 1985.
Centro Escolar Revolución
Ubicación: Arcos de Belén, número 82, colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc.
Esta escuela se encuentra muy cerca de la Ciudadela, en una de las zonas más antiguas de la Ciudad de México. En el complejo de edificios que lo conforman estuvo el Recogimiento de San Miguel de Belén para mujeres pobres, a finales del siglo XVII, que después se convirtió en el Colegio de Niñas de San Miguel de Belén y a mediados del siglo XIX se transformó en la Cárcel de Belén, una de las más temidas del país, sobre todo en tiempos del porfiriato.
Las condiciones de los internos no eran las mejores; debido al hacinamiento las enfermedades eran algo de lo más común y los médicos de la prisión no se daban abasto para atender a los presos que las padecían, quienes también padecían de la violencia de los guardias. Estas condiciones y los fusilamientos que ahí ocurrían, hacían de la muerte algo de lo más común en ese lugar.
“Naturalmente había gente que moría ahí y ahí se le daba sepultura. La Cárcel de Belén es una historia muy interesante porque nació como el intento liberal de crear una cárcel moderna. Iba a tener talleres para que la gente aprendiera oficios, pero ya para fines del siglo XIX, todo el mundo dice lo que siempre se dice de las cárceles, que son escuelas del crimen. Posteriormente se demuele y en el arranque de los 30, se crea el Centro Escolar Revolución que es inmenso. Cuando se inaugura presumen que puede dar servicio a 5,000 alumnos”, apunta Bertha Hernández.
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