EE.UU. supera la barrera de los 100.000 muertos

Cuatro meses después de que registrar el primer caso de la nueva enfermedad en su territorio, Estados Unidos superó el miércoles por la tarde la sombría barrera psicológica de los 100.000 muertos por coronavirus. Alrededor del 6% de los 1,7 millones de personas que han contraído la Covid han fallecido, de acuerdo con los cálculos del centro de seguimiento de la universidad Johns Hopkins. El impacto ha sido muy desigual a lo largo del vasto territorio nacional: casi un tercio de las víctimas mortales se han registrado en el estado de Nueva York (29.302 en total, más que toda España o toda Francia a pesar de no llegar a los 20 millones de habitantes).

El impacto de la pandemia per cápita tanto en número de contagios como de fallecimientos es mejor que el registrado en muchos países europeos pero la cifra es un duro golpe para el orgullo la primera potencia mundial, que observa con envidia cómo países menos ricos que él, desde Corea del Sur a Alemania o Canadá, han conseguido doblegar la curva de contagios con éxito. Con menos del 5% de la población mundial, repiten machaconamente los medios de comunicación, Estados Unidos acumula casi un tercio de los casos de Covid en todo el planeta.

Al dolor por la dramática pérdida de vidas humanas se suma la inquietud de muchos estadounidenses por la falta de control de la epidemia a nivel nacional. Aunque el ritmo de contagios y defunciones se ha ralentizado, todo el país ha relajado en mayor o menor grado las restricciones y hay muchos ciudadanos que nunca se han tomado en serio la crisis, negada en primera lugar por su presidente, Donald Trump. En 24 de los 50 estados del país la epidemia está todavía fuera de control según un estudio del Imperial College de Londres.

Obsesionado con las cifras, el presidente Trump se ha aventurado varias veces a vaticinar cuál será la cifra total de muertos por la pandemia. Todos sus presagios se han quedado cortos. Primero habló de 50.000 o 65.000 muertes. Luego de 80.000, 90.000 o 100.000… De viaje a Florida para presenciar el (fallido) lanzamiento de la misión espacial tripulada desde suelo estadounidense en casi una década, la prensa esperaba anoche su reacción al último dato.

La respuesta estadounidense a la Covid se ha visto lastrada desde el primer momento por el caos administrativo que caracteriza a la actual Administración y algunos tropiezos, como el rechazo a la oferta de Alemania en enero de comprar sus recién desarrollados pruebas de diagnóstico del nuevo virus, el envío de tests defectuosos a los estados y el colapso de los laboratorios públicos, una situación que llevó a que cuando el país se planteó tomar medidas se encontró con que no tenía datos fiables sobre cuán avanzada estaba la pandemia en el país. Las órdenes de confinamiento y los cierres de negocios decretados a finales de marzo se probaron más difíciles de aplicar y mantener que en Europa, en parte por la baja incidencia de la enfermedad en muchos estados.

El grupo de trabajo de la Casa Blanca dijo el pasado 31 de marzo que, sin medidas de prevención, la cifra de muertes podría elevarse a entre 1,5 y 2,2 millones de personas. Si se adoptaba restricciones, la cifra de víctimas mortales podría rebajarse a entre 100.000 y 240.000 vidas, de acuerdo con diferentes modelos que manejaban. Trump apuntó que cualquier cifra por debajo de 100.000 víctimas mortales sería un éxito.

Conforme la mayor parte de Europa afloja las medidas con un nivel de control del virus diferente según los países, el continente americano se ha convertido en el epicentro de la pandemia. Más allá de la situación en Estados Unidos, el virus avanza a un ritmo pavoroso en Brasil donde el presidente Jair Bolsonaro no ha dejado de banalizar el virus como “una gripecita”. Con 391.222 casos, el país latinoamericano es el segundo país con más contagios del mundo.

El aspirante demócrata a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, Joe Biden, publicó un mensaje de condolencias a las familias de las víctimas y recordó el informe de la Universidad de Columbia que calcula que de haberse tomado medidas una semana antes, habría sufrido 36.000 muertes menos. Mientras tanto, Trump, viajando de vuelta a Washington, tuiteó un vídeo en el que un presentador de Fox News lo aclama como “el mejor presidente de la historia de EE.UU”.

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