El 2016 fue el último gran jalón del bloqueo de celulares robados a través de la clave IMEI que estos aparatos poseen; en ese año se logró desactivar uno de cada cinco aparatos robados, lo que dejó esos celulares inutilizables para el ladrón y fuera del mercado negro que se abastece del robo a transeúnte, robo a casa habitación e incluso secuestros en los que los aparatos son tomados por el secuestrador.
Lo anterior es algo relevante cuando la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre la Seguridad Pública (Envipe-INEGI) indica que el robo de celulares rebasó la barrera de 4.5 millones ese año y crece a tasas de 10 por ciento anual.
Para Francisco Rivas, cabeza del Observatorio Nacional Ciudadano, hay otro aspecto que debe señalarse en torno al robo de celular: se está abriendo el riesgo del robo de identidad ya que todos cargamos gran parte de nuestra vida en estos aparatos.
Pero el impulso inicial del bloqueo IMEI se acabó y en 2017, por vez primera, el número de aparatos bloqueados decreció mientras que el aumento en los robos continuaba (ver edición del jueves de Crónica).
El robo de celulares no puede ser seguido con datos exactos provenientes de las procuradurías del país ya que en realidad no contamos con estadísticas exactas al respecto, reflexiona Rivas en entrevista telefónica. Se registran los delitos, es decir, robo a transeúnte o robo a casa habitación y no tenemos seguimiento puntual de robo de celular.
En efecto, la Envipe-INEGI establece datos de robo de celular sin una desagregación tan exacta y en los datos mensuales del Sistema Nacional de Seguridad Pública tampoco hay un rubro al respecto.
Pero, señala Rivas, “para muchos es sumamente importante si te han robado 20 veces el celular, pero luego tenemos el tema de la seguridad de los datos personales. Quienes tenemos un teléfono inteligente generalmente tenemos nuestra vida cargada allí, desde cuentas de banco, hasta contactos, todo lo que podría hacernos vulnerable para una extorsión un engaño”.
Y relata que el Observatorio ha comenzado a analizar este tema: “hace poco una víctima refirió que le robaron el celular y a las dos o tres semanas comenzaron a abrir cuentas a su nombre; ella tenía fotografías de su INE en el celular y le comenzaron a abrir cuentas a su nombre, sacaron créditos y ahora tiene una deuda de más de medio millón de pesos”.
“Es algo que no se ve, pero eso implica para la seguridad de los datos”, señala Rivas.
El celular robado, además, implica la posibilidad de utilizarlo en otro tipo de delitos: Secuestro, extorsión, otros robos. Para Rivas esto es también muy relevante.