La mujeres también le entran al sexting

Feliz con sus 20 años de matrimonio y madre de dos hijos ya adultos, Marytrini Aguilar no proyecta precisamente la imagen de una experta en sexting. Pero esta empresaria mexicana de 43 años participó recientemente en un taller dedicado a esta práctica que patrocinó el gobierno de México.

«Me hace sentir libre en la expresión de mi sensualidad, me eleva la vanidad y me da mucha seguridad», confiesa ella sobre esta modalidad, que consiste en intercambiar imágenes íntimas o eróticas mediante dispositivos móviles o electrónicos, una afición que disfruta con su esposo.

Aguilar es una de las graduadas del taller denominado «Yo sexteo, ¿tú sexteas?», organizado por el colectivo feminista Luchadoras y patrocinado por el ministerio de Cultura de México, que defiende el sexting como un derecho sexual y de libre expresión, cuyo disfrute descansa en el consenso y la buena información.

¿Qué es el sexting?

El sexting ya no es solo un electrizador del erotismo sino un arma de humillación y chantaje dirigida casi exclusivamente contra mujeres.

El revenge porn o pornovenganza, término acuñado en 2007 para referirse a la exhibición no consentida de imágenes íntimas con fines de acoso o agresión, ha forzado la creación de leyes para castigarlo en casi 40 estados de Estados Unidos y en países desde Inglaterra hasta Japón, según la organización The Centre for Internet & Society.

En México, tradicionalmente machista y con alta incidencia de feminicidios, ya son ocho estados los que han modificado sus códigos penales para castigarlo, según activistas locales.

Para Lulú Barrera, fundadora de Luchadoras, que la sociedad y la legislación adviertan a las mujeres que «sextean» que «se tienen que cuidar, que no deben de expresarse sexualmente» es un error grave. «Lo que hace es culpabilizarlas, revictimizarlas», subraya la activista e instructora del taller.

«El sexting es algo bien bonito porque cualquier persona lo puede hacer, no te embarazas, no te da ninguna enfermedad de transmisión sexual, amplías el placer y los panoramas», dice Gisela Rubio, de 22 años quien empezó a «sextear» a los 17.

Estudiante de psicología, Rubio prepara una tesis sobre esta práctica entre alumnos de bachillerato.

«Te dicen, ‘no practiques el sexting porque te vas a terminar suicidando o te van a correr (echar) de la escuela’, en vez de hacer políticas públicas que hagan una práctica segura y concientizar a las personas», reclama.
Aprendiendo a hacer fotos eróticas
El taller inicia con ejercicios de reconocimiento del cuerpo y una reivindicación del sexting, pasando luego a la instrucción sobre

seguridad digital.
Así, se explican conceptos como metadatos y geolocalización, el uso de softwares como ObscuraCam, para ocultar rostros y rasgos particulares, así como plataformas seguras para «sextear» que incluyen chats secretos o la opción de autodestruir mensajes.

«Hemos crecido con los celulares en la mano, con las tecnologías a nuestro alcance y las estamos utilizando», dice la fotógrafa y videasta que se identifica como Río, quien instruyó a las participantes en la creación de nudes o desnudos.
Hay «necesidad de parar esa violencia que existe para los jóvenes, sobre todo las jóvenes, que están haciendo uso de su derecho y de su cuerpo, a vivir su sexualidad», concluye.

La práctica del sexting debe ser consensuada por ambas partes y antes de enviar fotografías, lo más recomendable es establecer las reglas, siendo una de las principales la no distribución de las imágenes fuera de la pareja salvo se acuerde lo contrario.

Al momento de tomar las fotografías, se debe cuidar que se evite tomar rasgos o elementos que permitan la identificación de la persona. Aquí puedes conocer más tips para hacer sexting seguro.

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