Desastre de la Línea 12 se pudo evitar

No aprendimos nada… Esa es una de las lecciones que deja, nuevamente, el evento desgraciado ocurrido en la Línea 12 del Metro el lunes pasado.

En 2018, investigadores de El Colegio de México y otras instituciones como el CIDE, UNAM, ITESO, entre otros, publicaron diversos estudios en un número especial de la Revista Gestión y Política, editada por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), con el título “Eventos complejos y desastres político-administrativos: La experiencia de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México”.

Fernando Nieto Morales, profesor-investigador del Centro de Estudios Internacionales del Colmex colaboró en la dictaminación del número. En entrevista, el especialista en temas de administración pública y corrupción, entre otros, recuerda que el artículo de su colega Carlos Moreno, “La línea 12 del metro: crisis, aprendizaje y cambio institucional”, refiere que después de suspender las actividades en 2014 por las irregularidades que presentó la obra, el tema se politizó tanto que básicamente la discusión pública buscó culpar al otro y eximir culpas propias.

“No hubo un aprendizaje como tal de qué se pudo mejorar entonces”. La conclusión alertaba sobre consecuencias que en el más grave de los escenarios se materializó como lo ocurrido el pasado lunes 3 de mayo. El otro mensaje de ese número especial, puntualiza el académico, es que hubo focos rojos a lo largo de toda la obra, algunos muy claros, que los tomadores de decisiones desdeñaron.

“A veces se nos olvida, pero estas cosas pasan todo el tiempo, quizá no en magnitudes como las ocurridas en Metro el lunes pasado, que es dramático”. El investigador enfatiza que estos escenarios son el resultado de un coctel letal relacionado con una mala administración pública, compuesto por tres elementos clave:

1. La falta de garantía de que quienes toman las decisiones sean profesionales de gobierno; 2. Eficiencia en los procesos de planeación ­–siempre son deficientes y no queda claro quiénes son los responsables–, y 3. La correcta implementación de la administración pública, por falta de cuidado, irresponsabilidad, corrupción…

DESLINDE DE RESPONSABILIDADES.

Nieto Morales enfatiza que la politización y búsqueda de la supervivencia política impiden fincar responsabilidades en este tipo de problemas, donde se deben tomar en cuenta tres administraciones de gobierno:

Inicialmente la que construyó la Línea 12, donde hubo muchas advertencias por los problemas en la implementación, así como errores y la búsqueda de ahorros al cambiar el sistema neumático por el férreo, por ejemplo. “Después viene la responsabilidad de la siguiente administración, vinculada con la falta de mantenimiento y solución de los problemas que se habían identificado. Cuando se cierra la Línea 12, el Metro, bajo la dirección de Joel Ortega, no solucionó los problemas. Finalmente, la actual administración podría haber tenido responsabilidad por el impacto en la reducción de fondos».

Adicionalmente, el académico acota que en la administración actual resalta también la falta de ética pública de los funcionarios, iniciando por la directora del Metro, Florencia Serranía, quien no sólo no presentó su renuncia, sino que ha evadido el tema.

“Hay un tema característico del sistema político administrativo mexicano y es que cuando pasan este tipo de cosas nadie renuncia o es la excepción. La renuncia en una circunstancia de esta magnitud es un acto de responsabilidad, de asumir las consecuencias, y considerar la dignidad del servicio público y respeto por las víctimas, espero que haya renuncias y disculpas, para después fincar las responsabilidades conforme a las leyes”.

DESASTRE EN MEDIO DE LAS CAMPAÑAS

Fernando Nieto Morales apunta que un gobierno debe hacer cosas básicas, como aplicar la ley, coordinar entidades, proporcionar seguridad a la población…, pero también tiene que hacer análisis, generar y procesar información para justificar sus decisiones con base en ello.

“Me temo que este gobierno, al menos federal, ha adolecido mucho de ello, ha habido un desdén por la evidencia, por hacer las cosas bien en términos técnicos y se ha privilegiado el enclave político. Es un defecto no sólo en proyectos de infraestructura, sino también de muchas otras políticas públicas”.

El problema de esta negligencia en el ejercicio de las facultades que tiene un gobierno es que tiene víctimas, añade, si bien regularmente son las instituciones y organizaciones mismas o el erario, en ocasiones, como el lunes 3 de mayo, son personas, vidas humanas. “Es preocupante que el gobierno no esté haciendo estos análisis, no genere evidencia y escuche a quienes producen conocimiento. Tenemos el caso de la revista, la información ya estaba ahí desde hace varios años, así como mucha documentación más”.

El académico señala que lo más probable que ocurrirá en los próximos días será la búsqueda de la sobrevivencia política en vez de hacer un análisis y buscar un aprendizaje, “peor aún porque estamos en periodo electoral. Lo que deberíamos de aprender de este episodio es la importancia de tomar en serio cómo estamos siendo gobierno, cómo se toman las decisiones, con base a qué, con base a qué aprendizajes…, dejar muy claro a los responsables de las decisiones, cuáles son los resultados y cómo podemos medirlos.

La legitimidad de un gobierno democrático, agregó, no basta con ganar elecciones o sobrevivir al juego político, sino también depende de la calidad de éste y cómo se ejerce. “No quiero pecar de optimista, pero quisiera que ese fuera el mensaje de este tipo de fiascos, porque este tipo de problemas, sobre todo el del lunes, no se deben a efectos de la naturaleza, sino a una cadena de decisiones que pudieron ser previstas y corregirse. De haberlo hecho, muy probablemente nos habríamos ahorrado una tragedia”.

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