Coronavirus, ¿cómo afecta a los niños?

Una tarde mi hijo nos comentó que le dolían las rodillas, así que se recostó para descansar. Por la noche presentó fiebre. Lo tratamos con paracetamol y se quedó dormido. Al otro día amaneció como si nada. Unos días después mi esposo y yo empezamos con dolor muscular, cansancio, y falta de gusto y olfato. Los síntomas eran claros. La prueba confirmaría que nos habíamos contagiado de Covid-19.

Sin embargo, debido a que el coronavirus en niños es casi siempre asintomático, a que la información sobre la enfermedad en infantes se ha ido generando con mayor lentitud y a que sus manifestaciones son diferentes a las que presentan los adultos, aquella tarde no imaginamos que el virus había llegado a la familia.

Desde que inició la pandemia, sabemos que los niños pueden adquirir la enfermedad, sólo que ellos la resisten mucho mejor que los adultos. La Covid-19 también entra en sus organismos, pero por varios mecanismos que se estudian hasta la actualidad se sabe en los menores los síntomas son más leves, que la mayoría son asintomáticos y las secuelas son mínimas, aunque su capacidad de contagio es igual a la de un adulto.

Sin embargo, hay niños que han muerto por coronavirus, la mayoría de los decesos están relacionados con otras enfermedades como leucemia, diabetes, asma, padecimientos cardiovasculares o renales. En otros casos los infantes no tenían ninguna otra enfermedad y fallecieron. ¿Por qué? Hasta el momento no hay respuestas certeras, pues la información va surgiendo y todo se va descubriendo conforme la pandemia avanza.

¿Qué ha sucedido en México? Las cifras del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) indican que los contagios acumulados de Covid-19 en esta población es de 76 749 casos de abril de 2020 al 03 de octubre de 2021: 18.6% de ellos corresponde a niños de 0 a 5 años, 24.1% a infantes de 6 a 11 años y 57.2% a jóvenes de 12 a 17 años.

De este total, 737 niños han fallecido a causa de la Covid-19. Los cinco estados con mayor número de contagios en niñas, niños y adolescentes son: Ciudad de México (17 825), Tabasco (10 211), Guanajuato (6 482), Estado de México (5 210) y Nuevo León (4 128).

Camino a la información

Cuando el SARS-CoV-2 hizo su aparición en el contexto global se sabía muy poco de él. De inmediato, científicos de todo el mundo empezaron a estudiarlo y así fue como descubrieron cómo actúa, cómo se pega a las células, cómo se contagia y cuál es su tiempo de incubación, entre otros aspectos.

El Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades y el Hospital de Niños de Wuhan hicieron los primeros estudios y determinaron que uno de los síntomas más comunes era la fiebre, que los infantes presentaban una enfermedad más leve, que la infección en ellos era mayormente asintomática y que la proporción de casos de niños con coronavirus era mucho menor que la de adultos.

Cuando en México inició el confinamiento, una de las recomendaciones era que los niños no visitaran a adultos mayores, ya que eran grandes vectores de contagio y, como en su mayoría eran asintomáticos, había un alto riesgo de que pudieran transmitir la enfermedad a sus abuelos.

Una de las primeras investigaciones en hablar de niños con Covid-19 hospitalizados en unidades de cuidados intensivos pediátricos en Estados Unidos y Canadá, fue publicada en Jama Pediatrics. Ésta destacó que, aunque se presentaba la enfermedad de forma grave en niños, la incidencia era mucho menor que en adultos, y que en aquellos infantes que ingresaban a hospitalización las comorbilidades eran un factor importante.

Una revisión de casos de síndrome inflamatorio multisistémico (PIMS) del 15 de marzo al 20 de mayo de 2020 en los centros de salud pediátrica de los Estados Unidos incluyó seis criterios para este síndrome: enfermedad grave que condujo a la hospitalización, edad menor de 21 años, fiebre que duró al menos 24 horas, evidencia de laboratorio de inflamación, afectación de órganos multisistémicos y evidencia de infección con síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2). El PIMS asociado con SARS-CoV-2 provocaba una enfermedad grave y potencialmente mortal en niños y adolescentes previamente sanos.

Asimismo, The Journal of Pediatrics publicó un estudio que se hizo con niños del Hospital General Pediátrico de Massachussets en donde analizaron la carga infecciosa dentro de la población pediátrica. Entre sus resultados destacó que los niños pueden portar altos niveles de virus en las vías respiratorias superiores, particularmente al comienzo de una infección aguda por SARS-CoV-2, sin embargo, presentan síntomas relativamente leves o nulos.

Una enzima que ayuda

Cuando se habla sobre Covid-19 en niños se menciona con frecuencia que son asintomáticos, pero qué significa o por qué esta característica distingue mayormente a la población infantil.

La doctora Rosa María Wong, de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que cuando nacemos nuestro sistema inmunológico está inmaduro, va madurando poco a poco; así, durante el primer año se van completando varias funciones que tiene y conforme pasan los años y vamos teniendo contacto con diferentes patógenos y estímulos, se va fortaleciendo. Hasta que alrededor de los 18 años está completamente desarrollado.

“Esto justo tiene que ver con que el sistema inmunológico del niño está en desarrollo; es decir, probablemente, la respuesta no sea tan fuerte o exacerbada para que le dé un cuadro tan grave. [Esto a diferencia de] una persona que ya tiene todo el sistema desarrollado, que ya tuvo contacto previamente con otros patógenos parecidos o el mismo patógeno y entonces la respuesta es mucho más fuerte. Sin embargo, sí es posible que dé, aunque en menor frecuencia.”

Por esta condición, muchas enfermedades, no sólo la Covid-19, sino otros padecimientos virales se presentan en los niños con menor gravedad en comparación con los adultos.

Una de las ideas que busca explicar cómo actúa el coronavirus en niños es a través del receptor de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2).

El virus SARS-CoV-2 cuando entra a nuestro organismo se pega al receptor de la proteína ACE2 a través de su proteína S, lo cual permite que entre a la célula, se replique y se desarrolle la enfermedad. Algunos estudios señalan que los niños pueden tener menos receptores de ACE2 en sus pulmones y eso es lo que los ayudaría a no enfermar de manera tan grave.

Si en su mayoría tienen síntomas leves o son asintomáticos, explica la doctora Wong, es porque cuando el virus entra al organismo, hay menos receptores, entra menos virus a las células y la respuesta inmunológica no es tan fuerte.

PIMS y enfermedad de Kawasaki

Un aspecto que se ha documentado es la aparición del síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico (PIMS) de cuatro a cinco semanas después de que tuvieron Covid-19 y que, fuera de haber sido diagnosticados con éste, no presentaron una enfermedad previa.

Algunos de los síntomas que se empezaron a registrar en los niños con PIMS eran lengua y labios rojos, erupciones cutáneas en el cuerpo, fiebre muy elevada, ojos rojos, dilatación de las arterias coronarias y otras alteraciones del corazón.

“Al parecer tiene que ver con auto anticuerpos, con la respuesta inmune, pero no se sabe por qué a unos sí y a otros no, y de todas formas es algo extraordinariamente raro”, explica la doctora Wong, quien además es jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina.

Cuando empezaron a surgir estos primeros casos se pensaba que era la enfermedad de Kawasaki asociada al coronavirus, porque algunos síntomas son similares entre la primera y el PIMS. Una de las diferencias que se han encontrado entre estas dos enfermedades es que los infantes que presentan PIMS también desarrollan problemas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea y vómito.

Asimismo, el PIMS se presenta más en niños y adolescentes, mientras que la enfermedad de Kawasaki es más frecuente en menores de 5 años. Además, la primera puede ocasionar confusión, cefalea, alteración del estado de alerta, conjuntivitis, tos, se puede requerir de oxígeno, y se presentan miocarditis, valvulitis, derrame pericárdico, exantema y edema de manos y pies.

Por su parte, los menores con Kawasaki presentan irritabilidad, inyección conjuntival no supurativa, linfadenopatía cervical, hiperemia faríngea, labios fisurados, aneurismas coronarios y, en menos frecuencia, miocarditis y derrame pericárdico, así como edema y eritema de manos y pies.

Un sistema inmunológico sano

Algo que se ha observado en los niños, a diferencia de los adultos, es el hecho de que en los primeros se presentan en forma muy rara secuelas una vez que les dio Covid-19. La doctora Wong señala que hay pocos reportes de coronavirus largo en niños; pero se ha descrito que se presenta en un porcentaje bajo (10% a 20%) fatiga, falta de aire, intolerancia al ejercicio y debilidad; “al parecer es una enfermedad aguda, benigna, de corta duración y, por lo general, no es grave; es algo leve en la mayoría de los casos”.

Señala que los cuadros de repetición no son tan frecuentes, sin embargo, con las variantes que están surgiendo, hay algunas que sí pueden causar infección a pesar de tener anticuerpos contra otras variantes del mismo virus.

“En niños hay pocos reportes sobre reinfecciones, pero con el surgimiento de variantes, si hay variantes que tengan este escape de anticuerpos por infección natural –que sería en el caso de niños–, entonces es posible que puedan darse reinfecciones”. Las variantes que mayormente se han detectado en México son la Alpha, Gamma y Delta.

Aunque se llegan a promover suplementos para fortalecer el sistema inmunológico de los niños, la principal recomendación de los expertos es mantener una alimentación adecuada, que cumplan con sus horas de sueño y hacer ejercicio.

Variantes y vacunación

“Todos los virus se reproducen generalmente haciendo copias de sí mismos y estas copias pueden tener errores, por diferentes razones. La mayoría de estos errores simplemente generan cambios químicos en su estructura, sin embargo, algunas de esas mutaciones pueden dar origen a una variante que pueda motivar preocupación, porque presentan situaciones distintas a las de los virus originales”, explica el doctor Miguel Ángel Rodríguez Weber, neonatólogo del Instituto Nacional de Pediatría (INP).

La mayoría de estas mutaciones les confieren algunas ventajas competitivas, con respecto a los virus anteriores: pueden tener una mayor capacidad de contagio, de transmisión o de propagación, o generar una enfermedad más grave que la de los virus anteriores. Así, la variante Delta es altamente contagiosa, se considera que es 60% más contagiosa que la variante Alpha y 75% más que el virus original, por lo tanto, genera más casos de hospitalización.

El doctor Rodríguez Weber explica que diversos estudios han mostrado que la Delta tiene un periodo de incubación más corto, por lo que se replica más rápido. Así, la combinación de estas dos situaciones explica por qué tiene mayor posibilidad de transmitirse y generar eventos conocidos como de súper propagación, debido al mayor número de personas que pueden ser afectados.

Con la aparición de la variante Delta en nuestro país se vio un incremento de casos de niñas, niños y adolescentes con Covid-19. Esto no significa que es exclusiva de esta población o que les dé mayormente a ellos, sino que esto tiene una relación más directa con la vacunación. Es decir, cuando esta variante arribó al país, niñas, niños y adolescentes era la población que no estaba vacunada.

Es decir, se ha visto que en la población que ya ha sido inmunizada se ha logrado frenar esta variante, por lo tanto, aquellos que no han sido inoculados, como los menores de 18 años, sí se han visto afectados por ella.

Al respecto, en mayo de 2021 la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA)amplió la autorización de uso de emergencia de la vacuna Pzifer para personas de 12 a 15 años, después de un estudio que incluyó 2 200 infantes, y después del cual se identificó que su efectividad es de 100% en la prevención del virus con síntomas de la Covid-19 en niños de 12 a 15 años y de 91% en la prevención de una enfermedad grave con el virus de la Covid-19 en las personas de 16 años y mayores.

A finales de junio de 2021, el gobierno mexicano aprobó la vacuna Pfizer contra Covid-19 para mayores de 12 años. A pesar de esto aún no ha iniciado de manera masiva esta vacunación, y sólo Coahuila inmunizó a algunos menores –en este caso fue a aquellos cuyos padres trabajaban en una empresa maquiladora de la frontera, según informó en un tuit el gobernador del estado, Miguel Ángel Riquelme Ríos–.

En México, algunos otros niños han sido vacunados gracias a amparos legales que han conseguido para obtener la vacuna. Además se anunció que se aplicaría un millón de vacunas a menores de entre 12 a 17 años con factores de riesgo como cáncer, insuficiencia renal o hepática, enfermedades congénitas, entre otras.

El 20 de septiembre de 2021 Pfizer/BionTech anunciaron, mediante un comunicado de prensa, los resultados de un ensayo de fase 2/3 que su vacuna contra Covid-19 es segura y que hay una respuesta sólida de anticuerpos en niños de 5 a 11 años.

Impacto en las emociones

Los impactos que también ha tenido esta pandemia en la población infantil han sido psicológicos. Si pensamos que los adultos dejamos de ir a nuestros lugares de trabajo, a reuniones sociales, a un concierto, y que muchas de esas actividades hoy nos causan añoranza, en los niños esto no ha sido distinto.

De un día a otro dejaron de ir a la escuela, algunos ni siquiera conocen a sus compañeros de salón, se les ha dejado de festejar sus cumpleaños, no se les permitía ver a sus abuelos y a sus amigos, y algunos, además, perdieron a un ser querido.

Esto ha ocasionado un impacto en las emociones de los menores. Algunos lo han soportado de mejor manera que otros, o han tenido mayor acompañamiento por parte de sus padres que otros.

La doctora Teresa Monjaras Rodríguez, de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que la depresión y la ansiedad son de las afectaciones que más se han observado en los menores durante esta pandemia, aunque también dijo que depende de la etapa en la que se encuentren.

Por ejemplo, explica que en los de edad preescolar, al estar en la etapa de adquirir habilidades de socialización, de límites, de respetar las reglas o los turnos, cuando no están en un ambiente escolar que les permita convivir o compartir con otros de su edad, estas habilidades se pueden ver retrasadas.

En el caso de los adolescentes, por su parte, se encuentran en una etapa de su vida en la que existe un cierto rechazo hacia las figuras de autoridad, por lo tanto, al estar encerrados con sus padres se aumenta la tensión y el estrés en ellos.

Otra repercusión que se ha visto en algunos menores es la aparición de estrés postraumático, sobre todo en aquellos que vivieron la pérdida de uno de sus padres o algún otro ser querido. En ellos dicho estrés puede representarse a través de pesadillas; pueden evitar hablar con las personas, acercarse a ellas o incluso si escuchan hablar del coronavirus pueden tener alguna alteración fisiológica, como podría ser que su corazón palpite aceleradamente.

También se ha observado un aumento en los casos de violencia contra niñas, niños y adolescentes, así como de deserción escolar durante esta pandemia. De acuerdo con la Secretaría de Salud, de enero a junio de 2021, casi 78% de las lesiones por violencia en contra de menores de 18 años se dieron en el hogar.

Acompañamiento emocional

Así como los adultos nos hemos tenido que ir adaptando a la pandemia, también los menores lo han hecho. La doctora Monjaras Rodríguez destaca que en un estudio cualitativo que hicieron con niños de preescolar se observó que aquellos que se sentían alegres durante la pandemia es porque pasaban mayor tiempo con sus padres, jugaban y tenían algunas actividades recreativas con ellos, como hacer dibujos sobre el coronavirus, la tristeza o lo que estaban sintiendo en ese momento. Por lo tanto, afrontaban el confinamiento de una manera más funcional.

Por el contrario, aquellos niños o niñas a quienes los papás evitaban hablarles del tema de la pandemia, cuando se les preguntaba cómo estaban siempre decían que bien, aunque podían presentar problemas de estrés, de mal dormir o incluso se mordían las uñas.

“La recomendación es hablar con nuestros hijos sin importar la edad que tengan. Porque a veces minimizamos a los pequeños y pensamos que ellos no entienden, que están tranquilos, que no se estresan, porque a diferencia de un adulto ellos no están preocupados por la situación económica o por ciertas situaciones, sin embargo, sí hay situaciones que les estresan”, puntualiza.

Así, es importante hablar con los hijos y que en el momento cuando se detecten conductas que afectan su entorno –por ejemplo, su desempeño escolar o su relación con sus hermanos u otros integrantes de su familia, que llore todo el tiempo, que se niegue a hacer ciertas actividades–, buscar ayuda de un especialista en salud mental infantil.

Entre las recomendaciones que expone la académica de la Facultad de Psicología se encuentran: mantener las rutinas y los hábitos con los hijos, dar crianza con amor, encontrar soluciones entre todos y saber que las situaciones de conflicto son una oportunidad; informarles de lo que está sucediendo, no perder contacto con los amigos y familiares, y que los padres se mantengan saludables física y mentalmente para, de esta manera, poder apoyar a sus hijos en su desarrollo.

Por su parte, la doctora Rosa María Wong llama a los padres a que se vacunen “porque la mayoría de los casos de Covid-19 en niños es porque los padres contagian a los hijos. En esta tercera ola en México, la mayor parte de los jóvenes son los que están siendo infectados, o sea, de 18 años a 39 años, y justo son ellos, los padres de los niños… Entonces es muy importante que los papás también se vacunen, porque de esa forma protegen a los niños, sobre todo ahora que ya hay clases presenciales; y si uno de los hijos tiene tos, fiebre, diarrea o cualquier otro síntoma, no hay que mandarlo a la escuela”.

Aunque la mayoría de la población aún desconoce las sutiles diferencias que pueden manifestarse en niños, por fortuna, también cada día es más común que los infantes entiendan que para evitar contagiarse deben seguir algunos sencillos pasos: lavarse las manos frecuentemente, mantener una sana distancia y usar cubrebocas.

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