Imaginemos una pista de carreras de atletismo con sus ocho carriles. Así como los velocistas con los mejores tiempos regularmente obtienen su lugar en los carriles centrales, las variantes alfa, delta y ómicron del SARS-CoV-2 se pelean el primer lugar en la carrera evolutiva a lo largo de esta pandemia. En los carriles exteriores “corren” algunas variantes que quedarán muy atrás e incluso las que no terminarán la carrera y ya se han extinguido.
Bajo esta misma analogía, hasta ahora no hay evidencia clara ni sustentada de que “deltacron” haya entrado a la carrera ni tenga mejores tiempos que las variantes que van por los carriles centrales. “No hay variante recombinante como ésta en la carrera, en tanto, ómicron y delta las llevan de ganar”, señala José Campillo, profesor de la Facultad de Ciencias de la UNAM y entusiasta del atletismo.
En entrevista, explica que la recombinación genética de las variantes delta y ómicron del SARS-CoV-2 no se han confirmado y que los datos hechos públicos por la Universidad de Chipre generan reserva y reticencia en la comunidad científica, no porque sea improbable, sino porque no han ofrecido los estudios y evidencias que lo sustente.
“Entre la comunidad científica si un estudio no está publicado o en prepublicación y aparece antes una nota divulgativa en los medios –como es el caso de la Universidad de Chipre– hay que tomarlo con cuidado”, agrega el miembro de la Sociedad Mexicana de Virología, quien refiere el pulso de sus colegas en México y fuera del país sobre la reserva de lo que podría ser un error.
“Esta nueva variante parte del análisis de la detección de dos pedazos de genomas de delta y ómicron, pero podría haber sido una contaminación de las muestras: se leyeron las dos secuencias en cada uno de los 25 pacientes señalados por la Universidad de Chipre donde quizá interpretaron mal el resultado, por lo que hay que confirmarlos. Para ello, se requieren de metodologías que cuenten con diversos controles y así evitar falsos positivos”.
Incluso si se confirma la existencia de “deltacron”, la imagen de una recombinación mutante con las mejores –peores para los seres humanos– características evolutivas de cada una, es una especulación más bien sensacionalista. Una variante así tendría que ser analizada como todas las demás para saber si es peligrosa, es decir, evaluar factores como su transmisibilidad, virulencia, evasión, de la respuesta inmune, entre otros, apunta el virólogo.
MUTANTES.
Los coronavirus, recuerda Campillo, son expertos en recombinación genética y si todas las variantes del SARS-CoV-2 recibieran una letra del alfabeto griego ya nos lo habríamos terminado hace tiempo. En el caso de la influenza o el VIH, ejemplifica, los cuales mutan con mayor velocidad, poner una letra a cada variante registrada a lo largo de los años sería inútil.
Recuerda que, para empezar, estos coronavirus, así como otros virus y seres biológicos se encuentran en constante recombinación genética (eufemismo de mutación, término que genera miedo social), y que los causantes del SARS-CoV-2 no dejarán de evolucionar y seguir generando variantes, algunas podrían mezclar sus genomas entre sí.
Incluso ya hay información de recombinación de la variedad alfa con otras, registrada en estudios de Reino Unido y EU, agrega el académico, sin embargo, no han sido de cuidado, puesto que no han resultado de preocupación como delta y ómicron. Es por ello que enfatiza sus dudas en la falta de reportes de los análisis de Chipre, puesto que en los casos anteriores se han publicado los resultados para su revisión por pares.
La única certeza que tienen los científicos es que no se puede predecir la evolución de éste y otros virus, ya que el azar en biología es irrenunciable, por lo que es casi imposible determinar con exactitud el fin de la pandemia o si surgirán nuevas variantes que ganarán la carrera evolutiva.
Lo que sí pueden hacer los humanos es generar condiciones para que no proliferen más variantes a través de mantener un uso adecuado de cubrebocas, buena ventilación, evitar aglomeraciones y otras medidas que se supone conocemos bien, enfáticamente la vacunación. De esta manera, explica Campillo, se cierran las puertas, y carriles, para generar nuevos reservorios y potenciales mutaciones.
Lo que se sabe de ómicron
La nueva variante del SARS-Cov-2 tiene una menor capacidad de virulencia, asegura Samuel Ponce de León, titular de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus de la UNAM.
De las variantes del SARS-CoV-2 (la original Wuhan, Alpha en el Reino Unido y la Delta), ómicron tiene una capacidad de transmisión extraordinariamente eficiente, apunta el doctor Ponce de León en un comunicado de la UNAM.
Puede ser tan transmisible como el sarampión, que es el virus reconocido como el patógeno con más contagiosidad. Afortunadamente, considera el también Coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS), ómicron causa COVID-19 con síntomas discretos o moderados en muchos pacientes y sólo en un pequeño número de casos se complica y puede requerir de cuidados intensivos o causar la muerte. El especialista recuerda que ómicron es capaz de infectar a aquellas personas vacunadas y con “su esquema completo”, e inclusive una tercera dosis de refuerzo.