Emilio

Columna: Prospectiva

Por: Emilio de Ygartua M.

PRIMERA PARTE

*Una cumbre en la que no se oirá la voz de todos

*”No somos todos los que estamos, ni estamos todos los que somos”

Hoy inicia la controvertida Cumbre de las Américas organizada por el gobierno de Joe Biden. Al final del día, la postura original no varió y la exclusión será el sello distintivo de un evento del que poco se espera porque así han sido este tipo de reuniones a lo largo del tiempo. Más allá de las fotos, las reuniones bilaterales, que suelen ser más redituables que los acuerdos multinacionales, estos encuentros han sido, y no creo que en esta ocasión ocurra algo diferente, diálogos de sordos.

Más allá de esos pingües resultados, esta cumbre, que se desarrollará del 6 al 10 de este mes en Los Ángeles, California, pasará a la historia no sólo por lo anodina y excluyente, sobre todo, porque puede ser la última oportunidad que tenga el gobierno de Estados Unidos de atemperar las diferencias que cada día lo separan más de sus vecinos del sur.

El presidente Biden fracasó en la diplomacia al no poder convencer a su vecino más cercano, Andrés Manuel López Obrador, de que acudiera a este encuentro multinacional. ¿Quién gana, quién pierde? En política no existe “suma cero”, unos pierden, otros ganan. Los opuestos al régimen de la 4T insisten, insistirán, que la postura del tabasqueño dañará las relaciones con el vecino del norte. Su visión es tan chata e históricamente equivocada, como ocurrió con Manuel Gómez Morin, fundador del PAN, uno de los críticos más severos de la decisión del general Lázaro Cárdenas de expropiar la industria petrolera en 1938.

La coyuntura lo favoreció. Lo mismo ocurrirá ahora. Estados Unidos tiene muchos fierros en la lumbre y, aunque lo niegue, requiere de nuestro país y, como negarlo, nosotros de ellos, pero la guerra en Ucrania derivará en un nuevo orden mundial, eso no se puede dejar de lado, México, no puede hacerlo.

La derecha no ha roto el cordón umbilical que la ata a pensamientos unidimensionales que no aceptan que la defensa de la soberanía y la independencia nacionales no es cuestión de modas, de estilos o de posturas ideológicas, sino un precepto que ninguna nación puede dilapidar en el afán de “quedar bien” con el Imperio.

A mi juicio, insisto, el gran perdedor es el presidente Joe Biden, quien se plegó a las posturas de los grupos más conservadores, en su mayoría republicanos, sí, pero también de algunos correligionarios, que impusieron su visión unilateral impidiendo que la cumbre fuera un punto de encuentro de jefes de Estado tratados como iguales, más allá de las diferencias ideológicas, o por la no aceptación de formas de gobierno diferentes a las que el vecino del norte ha establecido como paradigmas para todas las naciones de la región.

Andrés Manuel López Obrador, con su postura, ha fortalecido su liderazgo en la región, abandonado la idea de convertirse en el “hermano mayor”. Luego de varias administraciones que renunciaron a fortalecer sus alianzas con el sur, el tabasqueño ha generado empatías y, sobre todo, impuesto una narrativa que se sustenta en la necesidad de revertir las precariedades y promover el desarrollo en la región, tarea en la que los Estados Unidos debe participar con seriedad y consistencia.

“No estamos todos los que somos, ni somos todos los que estamos”

¿Hará falta la voz del presidente de México en la Cumbre de las Américas? Desde luego que sí. Lo ideal hubiera sido su presencia. Estará bien representado por nuestro canciller, Marcelo Ebrard. Además, el presidente de México acordó con su homólogo de la República de Argentina, Alberto Fernández, que en su calidad de presidente ad tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) lleve la voz de la región y haga explícita la protesta de los que quedaron fuera de la convocatoria.

El presidente Fernández también había expresado su negativa a acudir a la Cumbre, lo que obligó al presidente Biden a pedir al ex senador demócrata Chris Dodd, coordinador del evento a celebrarse en Los Ángeles, que se movilizara para convencerlo de asistir. Lo mismo ocurrió con el flamante mandatario chileno Gabriel Boric, y los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Uruguay, Luis Lacalle Pou.

Dodd comunicó a su jefe que el presidente argentino no había dado una respuesta favorable, lo que motivó una llamada desde la Casa Blanca a la Casa Rosada. La conversación se extendió por casi una hora, finalmente, Fernández accedió a asistir no sin manifestar que llevará la voz de los países de la CELAC. Sin duda, pesó en su decisión el que Washington jugó un papel muy importante en la aceptación del FMI de la propuesta argentina para la enésima renegociación de su deuda externa.

No tengo información acerca de los 14 países de la región del Caribe que se adhirieron al planteamiento del presidente de México de no asistir si se excluía a Cuba, Venezuela y Nicaragua. De lo que no tengo la menor duda es que la invitación al evento al venezolano Juan Guaidó, a quien Estados Unidos reconoce como mandatario de ese país, generará muchas inconformidades. La próxima semana, en este mismo espacio daremos cuenta de los resultados de esta cumbre.

Para los preocupados, y no ocupados, por la postura del gobierno de México ante la política excluyente de Washington, quizá los tranquilicen las palabras del hiperactivo embajador de EU en México, Ken Salazar, quien expresó que pese a la incertidumbre sobre los países que asistirán a la Cumbre de las Américas, que hoy inicia, “las buenas relaciones entre México y Estados Unidos se mantendrán. Los presidentes Biden y López Obrador trabajan muy bien en muchos temas.”

Necesario reconocer el papel que ha jugado el diplomático estadounidense. Desde luego que su estilo personal ha caído bien. No recuerdo un embajador que, en tan poco tiempo, haya acumulado tantas millas recorriendo el país. Su papel en el proyecto orientado a desarrollar el Sur del país es innegable. Obvio es que su papel de cónsul del país más poderoso del mundo, no lo exime del propósito de imponer la visión de su gobierno, lo cual ha hecho, sí, pero cuidando las formas y entendiendo la postura del gobierno de López Obrador que también ha sido flexible en todo aquello que no contravenga nuestra soberanía e independencia nacionales. En este punto, lo sabe muy bien Míster Ken, no hay modo de transitar.

Destaco las reuniones realizadas en días pasados en Palacio Nacional, en las que el mandatario mexicano habló largo y tendido con empresarios norteamericanos que en su momento externaron su oposición a la reforma eléctrica que, si bien no transito la aduana legislativa, tiene un nuevo componente legal, declarado constitucional por la Suprema Corte. Hubo avances, pero el jefe del Ejecutivo fue muy claro en señalar que esa normativa le obliga a actuar como vigilante de su cumplimiento.

También tuvo comunicación con John Kerry, responsable plenipotenciario del presidente Biden para temas relacionados con los retos del cambio climático y el tránsito hacia un modelo de energías limpias. Contrariando a los que insisten en que su gobierno no camina por esa ruta, el tabasqueño garantizó que en cuanto a política ambiental y el uso de las energías limpias, México cumplirá con los compromisos que establece la Agenda 20-30 impulsada por la ONU.

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