Después de cuatro décadas de trayectoria artística en las que, entre muchas otras cosas, se ganó “El premio mayor”, Carlos Bonavides confiesa no tener ahorros, algo que no le preocupa ni le quita el sueño. A sus 81 años, el actor es feliz “viviendo al día”, y sólo se ocupa de que no falte la comida en la mesa que comparte con su esposa, Yodi Marcos, y Tadeo, su hijo adolescente, fruto de su amor.
A finales de julio, el intérprete de Huicho Domínguez, personaje que lo catapultó a la fama, fue hospitalizado de emergencia en la CDMX, debido a una bacteria que, además de una infección en el aparato digestivo, le causó un grave cuadro de deshidratación. El hecho de que en 2018 le fue extirpado un riñón, debido a un tumor, preocupó a los doctores ante una posible complicación.
Por fortuna, hoy el veracruzano se encuentra ya estable y, según él, “lleno de vida”. Hace ejercicio todos los días y va de puerta en puerta, como en sus inicios, buscando nuevas oportunidades de trabajo.
Estuvo grave en el hospital, ¿qué le sucedió? Sufrí deshidratación y ésta se me complicó con una hernia en el estómago con la que llevo varios años batallando. La deshidratación fue tan severa que la bacteria podía afectar algunos órganos vitales y llevarme a la muerte. Afortunadamente recibí una atención inmediata que logró salvarme la vida; fueron seis días los que estuve muy delicado, que hasta se llegó a pensar en la muerte.
¿Qué fue lo peor que vivió durante su reciente hospitalización? De los seis días que estuve internado, dos de ellos no pude hablar, ni ver. Me caí tres veces, me desmayé una… Dos días estuve verdaderamente grave. Ya con tantas medicinas, al tercer día reaccioné con una debilidad espantosa. Gracias a Dios y a la Virgen, he recuperado mis fuerzas, porque las ganas de vivir siempre las he tenido.
¿Su economía se vio afectada? Sí, claro, por supuesto que me pegó en el bolsillo. El hospital no me costó porque soy miembro honorario de la ANDA, y la hospitalización y las medicinas no las tuve que pagar. Vivo la vida muy modesta, sin lujos, y afortunadamente los frijoles no faltan en mi mesa para mí y mi familia. Mi vida es modesta, pero tranquila, con la convicción de que tenemos fe.
¿Sus ahorros son un salvavidas para usted? Yo no tengo ahorros, no tengo nada, vivo al día. A mí nunca me faltará trabajo; después de que termine de grabar Como dice el dicho, ya vendrá otra cosa. Tengo mucha fe en las circunstancias de la vida y en el propósito que Dios tiene para mí.
¿Le desespera no tener trabajo? A pesar de mi edad, sigo tocando puertas; no sufro de egos, voy pidiendo chamba donde sea. Además soy concejal de la Alcaldía Azcapotzalco en la CDMX. A mí no me gusta la ropa de moda, ni los carros caros, ni los premios, ni las fiestas con celebridades… A mí no me falta nada en la vida, tengo todo lo que quiero.
¿Y teme a la muerte? (Risas). La muerte es un juego, una continuidad. La muerte no existe, la venció Cristo; nada más pasamos a otro plano, pero hay que pasar sin miedo, con valor… Por eso hay que disfrutar plenamente la vida y aprovecharla, para tenerla con espíritu de servicio, no hacerle mal a nadie, llevar una vida recta, porque, por desgracia, vivimos en una sociedad muy enferma en muchos aspectos.