La “inquisición moderna”

Tratamientos médicos obligatorios que deterioran y matan poco a poco a quien los toma, golpes a individuos que sufren epilepsia, negligencia médica, diagnósticos clínicos falsos, medicinas psiquiátricas suministradas sin control y fármacos combinados con drogas, es lo que todos los días sufren los internos del Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial (CEVAREPSI), discapacitados mentales que están sujetos a morir y degradar su salud debido a la incompetencia del director y las autoridades de dicho penal, quienes se rehúsan a contratar personal médico capacitado que auxilie a las personas privadas de su libertad a reintegrarse a la sociedad.

Mezcla de antidepresivos y ansiolíticos con marihuana, violencia y forzamiento para que individuos discapacitados ingieran sustancias nocivas, son acciones que el sujeto a cargo de este centro penitenciario permite y tolera, ya que el objetivo de éste funcionario y los programas que ha implementado en esta fraudulenta utopía de reclusorio están encaminados a que imputados vulnerables pierdan sus derechos humanos, sean golpeados cuando sufren convulsiones incontrolables y que su percepción por poseer una enfermedad mental sea equivalente a reconocerse como un desecho.

Cuando se creó el CEVAREPSI en 1997, las autoridades nombraron a dicha cárcel como un sitio para destinar a la población varonil inimputable como lugar para extinguir su medida de seguridad y como valoración y tratamiento de manera transitoria para pacientes psiquiátricos provenientes de otros centros. Sin embargo, la realidad que los prisioneros viven en el rotundo fracaso de una falsa penitenciaría especializada en trastornos, se basa en agresiones, delitos, golpes y exceso de medicamentos que aletargan a los discapacitados, actos que no se relacionan a una institución mental.

Así como la integridad física y la libertad sexual de los privados en ese reclusorio es quebrantada por los custodios y director del lugar, el deterioro de su cerebro, órganos y extremidades es utilizado como un método de tortura similar al de la “santa inquisición”, donde la “cuna de Judas” fue sustituida por el exceso de Risperidona combinado con marihuana, “el péndulo” se cambió por las hemorragias producidas después de las golpizas por ataques epilépticos y “el aplasta cabezas” es el equivalente al encorvamiento y deformaciones que adolecen los internos del CEVAREPSI.
Valoraciones médicas ficticias

Cuando una persona ingresa a esa cárcel, se le niegan todos los tratamientos psiquiátricos que previamente ingería, ya que según el director, ese centro es una prisión, no un hospital, por lo que las medicaciones son generalizadas, las dosis de los fármacos son incontrolables y los efectos secundarios como los encorves y traumatismos son castigados con las peores mortificaciones.

“Cuando entras te hacen una valoración, un diagnóstico y te medican, meses después te revisan otra vez y te cambian la medicina, si te mueven de estancia el tratamiento es otro, entonces no hay un seguimiento, no hay doctores que lleven un control, incluso algunos internos no tienen problemas mentales y están medicados. En la visita no tienen tiempo para explicarnos a los familiares cómo va la salud del interno; he investigado las consecuencias del medicamento que les dan aquí y me dicen que tiene muchos efectos secundarios pero no me dicen nada, les pido el informe y se niegan a dármelo. Al principio me pidieron unas medicinas, que son las que afuera les recetaba un psiquiatra particular y aquí se las dejaron de dar pero no me avisaron. He pedido recetas y no me las quieren dar, no hay contacto ni seguimiento”, explicó la madre de un recluso.

“Al momento que alguien se pone violento le pegan y le exigen responder; por su falta de control y porque todos tienen condiciones diferentes hay unos que se ponen peor que otros. He preguntado y me dijeron que a mi hijo le están dando mucha dosis ¿Cómo subsistes cuando no tienes los mínimos medios? Hay personas con enfermedades contagiosas revueltas con todos y les da igual, todo aquí es castigo, en la pandemia hubo un momento en el que todos tenían gripa, obviamente era COVID-19 porque no nos dieron información y no los dejaban salir”, recalcó.

Delitos por negligencia médica y sobredosis de fármacos innecesarios

Por su parte, internos de dicha penitenciaría declararon que constantemente son sometidos a estudios y análisis médicos, pero los resultados de éstos son encubiertos y no son dados a conocer a los interesados; además, las autoridades a cargo cometen delitos cuando efectúan de manera forzada exámenes de VIH-SIDA, aun cuando la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) establece que no se puede hacer una prueba obligatoria a su ingreso al reclusorio o prisión, ni durante su estancia o a su salida.

“A cada rato exámenes de diabetes y SIDA, pero no sabemos a dónde van a parar los resultados, les preguntamos qué tenemos y no nos dicen nada, nada más nos llenan de pastillas y nunca me entero de lo que tengo, hace 20 días me sacaron sangre y no supe para qué. El medicamento que me dieron me aceleró y así están todos, algunos ya se están enchuecando, para el que tiene retraso mental, el que tiene esquizofrenia, ataques epilépticos es el mismo medicamento”, expresó un recluso.

De acuerdo con el Artículo 197 de la Ley General de Salud de México, al que indebidamente suministre o prescriba a un tercero, mayor de edad, algún narcótico mencionado en el artículo 193 (estupefacientes y psicotrópicos) para su uso personal e inmediato, se le impondrá de dos a seis años de prisión y de cuarenta a ciento veinte días multa.

“Si a alguien le da un ataque, no lo atienden y en lugar de calmarlo lo golpean, creen que con los golpes van a ayudarlo y te castigan por todo, el personal de enfermería es déspota y si no te tomas las pastillas te dicen que no andes pidiendo. Un compañero tiene su pie hinchado con llagas, rogó la atención y es momento que no lo llevan al hospital, no te ayudan, a veces te dan una pastilla, pero el muchacho cada vez está peor y nadie sabe qué tiene. Otro chico golpeó accidentalmente a un custodio cuando le dio una crisis, le pegaron mucho y lo tuvieron castigado en el dormitorio seis”, mencionó.

Según el Artículo 469 de la Ley General de Salud de México, al profesional, técnico o auxiliar de la atención médica que sin causa justificada se niegue a prestar asistencia a una persona, en caso de notoria urgencia, poniendo en peligro su vida, se le impondrá de seis meses a cinco años de prisión y multa de cinco a ciento veinticinco veces la Unidad de Medida y Actualización y suspensión para ejercer la profesión hasta por dos años.
Convenios para comercialización de drogas

Asimismo, los sujetos privados de su libertad aseguraron que el director permite que los discapacitados mentales comercialicen y mezclen drogas como marihuana con fármacos psiquiátricos, hecho que afecta al bienestar del cerebro, llegando a provocar problemas de comportamiento como la depresión y ansiedad. Igualmente, la negligencia de las autoridades del CEVAREPSI y la autorización para vender estimulantes como el café y el licor desencadenó en los reclusos padecimientos irreversibles como daño cerebral, coma, problemas del corazón, convulsiones, sangrado estomacal, daño e insuficiencia hepática, golpes de calor e insuficiencia respiratoria.

Conforme al Artículo 228 BIS II. del Código Penal Federal, al responsable del delito de negligencia médica se impondrá una pena de tres meses a dos años de prisión y se condenará además la reparación del daño y gastos originados derivados de la mala práctica.

“Ahí se vende droga, azúcar, café, pan, cigarros, chocolate, Coca – Cola y licor que muchos consumen y cuando los juntan con los medicamentos se retuercen, se ponen agresivos y algunos ya no razonan, andan encuerados y se pierde el pudor. Te ven como una res y como no nos defendemos y nos dicen locos, basura; si el director ve que a alguien que le está dando un ataque epiléptico y una crisis, les dice a los custodios que le den otra madriza para que se calme. Las terapias no existen, todo es con pastillas y te obligan a tomarlas, te dicen abre la boca, pásatela, sin que sepas para qué son las medicinas”, subrayó un ex preso.

Amenazas y discriminación para ingerir medicamentos

“Tomaba Risperidona y Quetiapina hasta nueve veces al día, desde que salí me siento mucho mejor sin tomármelo ya que me estaban obligando a hacerlo. Sufro de depresión múltiple y esa medicina es para la esquizofrenia, por eso en el CEVAREPSI todos están nerviosos y reaccionan agresivos, lentos, fuera de sí, somnolientos y muchos se quieren cortar las venas o ahorcar y es porque tantas pastillas y la droga los hacen actuar así. El director y los custodios tienen convenio con una persona que vende marihuana adentro”, dijo.

“La doctora nos discriminaba, era despectiva y una vez nos dejó seis días en el dormitorio seis, una zona de castigo pésima, las peores celdas del CEVAREPSI”, reveló.

Acorde a médicos especializados en tratamientos médicos mentales, la dosis óptima de Risperidona es un miligramo una vez al día. En caso de sobredosis, se ha notificado prolongación del QT (trastorno de señalización cardíaca que puede hacer que el corazón lata rápido y de manera caótica) y convulsiones. Respecto a la Quetiapina, la dosis efectiva habitual está en el rango de 400 a 800 miligramos al día, el exceso de éste fármaco puede provocar una prolongación del QT, convulsiones, estado epiléptico, rabdomiolisis, depresión respiratoria, retención urinaria, confusión, delirio, agitación, coma y muerte.

“A mi hermano lo hemos visto aletargado por la Risperidona, él tomaba media pastilla de Olanzapina y le funcionaba, antes hablaba muy bien y ahora ya no puede, les pregunto por qué le dan eso y no me responden, dicen que es puro antibiótico”, manifestó la hermana un recluso.

Las personas privadas de su libertad en el CEVAREPSI están expuestos a falsos doctores y especialistas que todos los días atentan en contra de su salud, jugando y experimentando con fármacos cuyas dosis afectan severamente el sistema motriz y nervioso de las víctimas. Hacia los delitos cometidos, ninguna autoridad de la capital del país ha intervenido, pues los reclusos con discapacidades mentales son invisibles para una parte de la sociedad.

Este medio de comunicación solicitó a los guardias a las afueras del Centro un testimonio de alguna autoridad de la institución, sin embargo, éstos respondieron que en ese momento no era posible llevar a cabo dicho diálogo.

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