– ¿Y esto qué es? -pregunta con extrañeza don Genaro, de 46 años, a la voluntaria territorial del INEA, mientras le muestra el documento, un papel ininteligible para él.
-Es su certificado de primaria -le aclara ella.
-¿Y por qué me dan certificado, si ni siquiera sé leer ni escribir?….
La inconformidad de un numeroso grupo de operadores del Instituto, el cual buscó a este reportero para denunciar la falta de pago, fue el hilo para descubrir diversas anomalías y simulaciones en el trabajo realizado en México para acabar con el analfabetismo y el rezago educativo. Como en muchos otros temas, en éste no hubo transformación; al contrario, la dependencia enfocada a la Educación de los Adultos -dependiente de la SEP- hoy está salpicada de corruptelas y vicios; y su impacto entre la población parece fantasmal.
No es un asunto menor: conforme a datos del propio INEA, 28 millones de personas de 15 años o más no saben leer ni escribir, o no han iniciado o concluido su educación primaria o secundaria. Se trata del 23 por ciento de los mexicanos a nivel nacional. La mayoría, en condiciones de marginación y pobreza, o en alguna situación vulnerable (reclusión, discapacidad, etc.).
“El fracaso del Instituto se da porque se sigue viendo a los educandos como números. El objetivo no es que aprendan o que mejoren sus habilidades académicas, sino emitir certificados sin sustento, porque eso representa más presupuesto. No hay un combate real al rezago educativo, sólo se usa esa bandera para atraer recursos que luego no se sabe dónde paran”, cuenta Margarita, con más de una década como asesora del INEA y cuyo último pago o apoyo del gobierno federal fue el del mes de febrero.
La mayor coincidencia entre los entrevistados -voluntarios, asesores y técnicos docentes- es la exigencia diaria de incrementar las cifras, de embaucar cada vez a más personas para presentar evaluaciones e intentar certificarse, lo cual alimenta los moches y un negocio furtivo: la venta de exámenes, libros y certificados.
A DESTAJO
Contrario a las promesas al inicio del gobierno o en campaña de cambiar el modelo para revertir de manera genuina el rezago educativo, la 4T mantuvo la figura del examen único para obtener certificaciones. Esta maniobra fue impulsada por Enrique Peña Nieto como parte de su reforma educativa, y siempre con el propósito de justificar el presupuesto. Lo llamaron Programa Especial de Certificación (PEC). Pese a los reproches de expertos en materia educativa, quienes lo etiquetaron como un instrumento “para emitir certificados a destajo”, no hubo marcha atrás: la administración de Andrés Manuel López Obrador le dio continuidad, aunque lo disfrazó con un nuevo nombre: Examen de Reconocimiento de Saberes (ERS).
Ni en sus informes de labores ni en sus reportes estadísticos el INEA hace mención de cuántas personas ha certificado por medio del ERS. Es un dato oculto, encubierto. Sin embargo, con ayuda de personal de la institución, Crónica obtuvo la referencia oficial de la Ciudad de México, la cual, se asegura, es espejo de la realidad nacional: el 70 por ciento de los certificados se alcanzan por medio del examen único; sólo el 30 por ciento es mediante el programa regular, el cual contempla asistencia a clases, seguimiento de un asesor, avance periódico de módulos educativos y uso de libros.
ILUSIONISMO. La obsesión de la 4T por las cifras se refleja en los testimonios de los operadores consultados y en las Reglas de Operación publicadas cada año, en las cuales se estipulan simples objetivos numéricos.
En el acuerdo para el ejercicio fiscal 2024 se marcó al vuelo la atención de 800 mil personas y, de forma inverosímil, como si se tratara de una táctica de ilusionismo, se lanzó el compromiso de sacar del rezago educativo a 642 mil personas y hasta se especificó el género: 296 mil hombres y 346 mil mujeres.
La meta de 2024 luce falaz a la luz de los números oficiales en ciclos anteriores: en 2022-2023 el INEA apoyó a 339 mil personas para concluir algún nivel educativo; en 2021-2022 fueron 369 mil; en 2020-2021, 133 mil 450; en 2019-2020, 394 mil 500.
“¿De dónde sacan ahora que 642 mil personas saldrán del rezago educativo? Son puros cuentos, si ni tenemos material y, ahora, ni siquiera una remuneración a nuestro trabajo”, pregunta Josefina, promotora territorial desde hace 6 años.
De la inclinación por los exámenes también hay algunos datos: según el Quinto Informe de Labores de la SEP, en el ciclo 2022-2023 el INEA aplicó 882 mil exámenes, un número mayor al de las personas supuestamente atendidas (339 mil).
CORRUPCIÓN. Según el actual gobierno, se ha logrado abatir el rezago educativo en más del 2 por ciento. Al iniciar el sexenio había 28.6 millones de personas en esa condición, y ahora se ha bajado a 28 millones, una cifra manejada por la nueva directora del INEA, Yadira Ixchel George Hernández, al asumir el cargo el pasado 13 de noviembre de 2023: “Trabajaré diariamente por los 28 millones de personas que, por las circunstancias de la vida, han tenido que abandonar sus estudios de educación básica o no saben leer ni escribir”, dijo.
George llegó a la dependencia tras la salida de Teresa Guadalupe Reyes Sahagún, quien en octubre de 2023 fue designada por López Obrador como la nueva titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, sin conocer nada del tema.
Pero más allá de esa ignorancia, reprochada por especialistas y colectivos de madres buscadoras, Reyes dejó al INEA bajo la sombra de la corrupción: cinco meses antes se había denunciado de manera formal ante la Secretaría de la Función Pública y el Órgano Interno de Control -según consta en oficios compartidos a Crónica- un desvió millonario de recursos (más de 22 millones de pesos) destinados a Chiapas, una de las entidades con mayor rezago educativo; el dinero fue a parar a la cuenta bancaria de un proveedor en el Estado de México, en pleno periodo electoral.
“Tere Lupe, como se le conoce, ya estaba bastante quemada por todo lo que se sabía de las corruptelas en el Instituto, operadas principalmente por la Unidad de Administración y Finanzas a cargo de José Muñoz Gómez. Jamás nos explicamos por qué la mandaron a buscar personas, cuando lo que se debía buscar era el dinero perdido para la educación de los adultos”, señala José Manuel, técnico educativo, quien respalda a sus voluntarios y colabores sin pago.
-¿Cuántos me trajiste hoy? -pregunta a Rosario un coordinador de zona del INEA, en la delegación Iztapalapa.
-Es que sí hay gente, pero la mayoría quiere estudiar y aprender, quiere sus libros -responde ella.
-Ya sabes que aquí no trabajamos con libros, lo que quiero que le vendas a la gente es el examen único, véndeselos como sea. Quiero números, si no los doy, me corren, y a ti también…