Los expertos reunidos en la Conferencia Mundial sobre el Sida en Múnich, con más de 15.000 participantes, se refieren a él como el «segundo paciente berlinés» y preservan así su anonimato. Tiene ahora 60 años y dio positivo al VIH en 2009. En 2015 le diagnosticaron leucemia mieloide aguda (AML), una forma de cáncer de sangre. Además de la quimioterapia, le fue realizado un trasplante de células madre: se le transfirieron células madre de un donante sano, incluido un sistema inmunológico.
«El sistema inmunológico del donante toma el control, por así decirlo», explica Olaf Penack, médico jefe de Hematología, Oncología e Inmunología Tumoral en la Charité de Berlín, Alemania. Lo especial de este caso es el método de tratamiento, subraya Christian Gaebler, líder del grupo de trabajo de la Clínica de Enfermedades Infecciosas y Medicina Intensiva de la Charité, implicado también en el equipo y encargado de describir el desafío.
Tras la donación de células madre, el paciente recibe la llamada terapia antirretroviral contra el virus, para evitar su reproducción. Sin embargo, esta terapia no influye en los reservorios de virus existentes que se han formado después de la infección. «Estos escondites de virus son el mayor obstáculo en la investigación de la cura del VIH», apunta. Gaebler, que constata que la terapia antiviral fue finalmente suspendida en 2018 porque el paciente estaba curado, es el tercer caso de curación de esta enfermedad el la clínica berlinesa y ha sido presentado en Múnich como guía para nuevas terapias.
«Se estima que alrededor de 39 millones de personas viven con infecciones por VIH en todo el mundo y el ‘segundo paciente berlinés’ es ya uno de los siete casos de curación registrados hasta ahora», asegura el equipo alemán. El virus no es detectable en su organismo desde hace más de cinco años y se ha convertido en símbolo de esperanza para muchos especialistas, que calculan que el sida estará curado en 2030.
«Si existe la voluntad política, es perfectamente realista esa fecha», confirma Hendrik Streeck, del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA). «Sin embargo, debemos distinguir entre el SIDA, la enfermedad que causa el virus, y la infección por VIH. Incluso si la pandemia de SIDA termina y ya no mueren más personas como resultado de la infección por VIH, seguirá habiendo infecciones por VIH y deberemos luchar por que los afectados no transmitan el virus», dice.
Lo cierto es que, a pesar de estos evidentes avances en la investigación y de que un número significativamente menor de personas se infecten con el virus del VIH, las cifras están aumentando nuevamente en al menos 28 países. «En comparación con lo que realmente sería posible y con lo que la comunidad internacional ha fijado como objetivo, la situación es bastante crítica», según ONUSIDA, que ha presentado en coincidencia con la Conferencia Mundial su último informe.
Cifras de contagios
Informa también que la vida media de los pacientes en el sur de África aumentó de 56 a 61 años entre 2010 y 2023. Pero en comparación con lo que realmente sería posible y con lo que la comunidad internacional ha fijado como objetivo, la situación sigue siendo bastante crítica. Para 2030 deberían infectarse un 90% menos de personas en todo el mundo y morir un 90% menos que en 2010. De hecho, la disminución de las nuevas infecciones el año pasado fue de poco menos del 40% y la disminución de las muertes fue de alrededor del 50%.
Pero hay regiones del mundo en las que el número de nuevas infecciones es hoy mayor que en el mismo año 2010. En Oriente Medio y el Norte de África ya se han duplicado. En América Latina aumentaron un 9%, en Europa del Este y Asia Central aumentaron un 20%. Más del 90% de los casos en esta región provienen de cuatro países: Kazajstán, Rusia, Ucrania y Uzbekistán. «La tasa de nuevas infecciones sigue siendo alarmantemente alta», lamenta Peter Sands, director del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Malaria y la Tuberculosis, al comentar las cifras. Esta evolución contribuye a que, por primera vez, las nuevas infecciones fuera de África meridional sean más elevadas que en la región que inicialmente se vio especialmente afectada.
Por otro lado, los objetivos provisionales de la comunidad internacional, que se han resumido en la pegadiza fórmula 95-95-95, parecen más prometedores. Para 2025, el 95% de todas las personas infectadas deberían haber sido diagnosticadas y el 95% de ellas deberían recibir tratamiento, que a su vez debería funcionar tan bien en el 95% de los casos el virus no debería poder detectarse. En 2023, las cifras globales eran 86-89-93, lo que llevó a ONUSIDA a decir que aún serían alcanzables el próximo año.
En Alemania, según el Instituto Robert Koch, el balance actual es: 92-99-96. Los expertos han expresado recientemente su escepticismo de que todavía se pueda alcanzar el primer objetivo de 95 en este país. En total, casi 40 millones de personas en todo el mundo vivían con el virus en 2023. 1,3 millones se infectaron y 630.000 murieron como resultado.
La solidaridad entre países se desmorona
«Sabemos lo que obstaculiza el éxito», reprocha en el informe la directora de ONUSIDA, Winnie Byanyima, citando principalmente el hecho de que la solidaridad entre los países y dentro de ellos se está desmoronando. La voluntad política para seguir financiando programas contra el VIH está disminuyendo e incurre ya en déficit de financiación.
En 2023, había casi 20.000 millones de dólares disponibles para programas de VIH en los países más pobres, casi 9.500 millones de dólares menos de lo que se necesitarían en 2025. La financiación se encuentra actualmente en su nivel más bajo en más de una década.
Hans Kluge, director de la Región Europea de la OMS, ha añadido en un comunicado: «La triste verdad es que el obstáculo más grande y más difícil para acabar con el sida no es médico. En su oponión son la estigmatización y discriminación constantes de los afectados, que descarrilan los esfuerzos de prevención» las principales causas.