Oriundo de algún país amazónico que pudo ser Brasil o Ecuador, el cacao data, según investigaciones arqueológicas recientes, de hace aproximadamente 5,300 años cuando lo descubrieron en la región amazónica, en zonas tropicales y subtropicales de América.
Distintas fuentes señalan que se desconoce cómo llegó a territorio mexicano, si los antiguos pobladores mesoamericanos lo transportaron hasta América Central, extendiéndose a México, y si llegó en planta, en semilla, o por medio de las aves u otros animales.
Se afirma también que distintas civilizaciones precolombinas, como la maya, la inca y la azteca utilizaban el cacao, y también se cuenta que su historia se remonta al año 1500 a.C., cuando ya los olmecas valoraban los beneficios de este alimento.
De lo que no hay duda es que el chocolate, que se obtiene del cacao, es un bocado exquisito creado por los antiguos mexicanos, que convirtieron al cacao en uno de los productos más representativos de la cultura mexicana. “Se puede argumentar que los mayas convirtieron el consumo de cacao en una forma de arte”, indica la revista Forbes citando un estudio de Michael Blake, publicado en el diario Nature Ecology & Evolution la Universidad de British Columbia y la Universidad de California Davis.
Las culturas prehispánicas consideraban al cacao como un alimento sagrado por su valor y versatilidad, formaba parte de los rituales religiosos, donde se tributaba a los dioses; lo aprovechaban como alimento, lo valoraban como moneda de intercambio en el sistema económico de trueque, y aplicaban también sus propiedades medicinales.
En tiempos recientes, la Asociación Nacional de Fabricantes de Chocolates promovió la celebración del Día Nacional del Cacao y el Chocolate, que fue proclamada en 2019 por el Senado de la República para celebrarse cada 2 de septiembre, como una forma de dar a conocer a los productores de cacao en México, así como difundir los beneficios de este alimento e incentivar su consumo.
El cacao y su deliciosa preparación como chocolate son causantes de alegría y de una mejor salud. Investigadores de esta semilla sostienen que las endorfinas que produce, hormonas responsables del placer, estimula la actividad cerebral y reduce el riesgo de padecer enfermedades mentales y, al estimular la felicidad, el chocolate ayuda a prevenir futuros trastornos.
La semilla, tras ser tostada, contiene nutrientes: 52-56% de grasa, de la cual un poco más de la mitad es saturada; 12% de proteínas, 7% de hidratos de carbono, principalmente en forma de almidón, y no de azúcar, por lo cual no es dulce, así como 2% de agua.
Uno de los principales componentes de la semilla del cacao y el chocolate es la teobromina, su principal alcaloide. El cacao en polvo puede contener diferentes concentraciones de teobromina, desde un 2% hasta el 10%, y las concentraciones son normalmente mayores en el chocolate negro que en el chocolate con leche. Unos 28 gramos de chocolate con leche contienen aproximadamente 60 miligramos de teobromina, y la misma cantidad de chocolate negro contiene unos 200 miligramos.
La teobromina es uno de los compuestos responsables de que, al tomar cacao o chocolate experimentemos entusiasmo, animación o felicidad. Theobroma cacao proviene de la unión de dos términos griegos: Theo, que significa Dios y Broma, alimento; y para los mayas y aztecas el cacao y el chocolate eran el alimento de los dioses, el alimento divino.
Algunos productores de chocolate indican que el cacao contiene fibra que reduce los niveles de colesterol; es bueno para la salud digestiva e idóneo para la piel porque contiene fenoles y atequinas, dos antioxidantes que combaten el envejecimiento prematuro.
Entonces, celebremos el Día Nacional del Cacao y el Chocolate y dispongámonos ¡a comer y beber chocolate!