El consumo de cigarrillos electrónicos, conocidos popularmente como vapeadores, ha aumentado de manera alarmante en México, especialmente entre los jóvenes. A pesar de la percepción errónea de que estos dispositivos son una alternativa segura al tabaco, los estudios sobre sus riesgos para la salud siguen acumulándose, advirtiendo sobre efectos adversos significativos. A medida que la preocupación por el aumento de su uso crece, la regulación de estos dispositivos se convierte en un tema crucial para la protección de la salud pública en el país.
Sustancias y químicos en los vapeadores
Los cigarrillos electrónicos funcionan calentando una solución líquida que generalmente contiene nicotina, propilenglicol, glicerina vegetal y una variedad de saborizantes. Sin embargo, investigaciones han encontrado que algunos vapeadores también contienen sustancias tóxicas como benceno, tolueno y formaldehído, que son carcinógenos conocidos. Estas sustancias pueden resultar en daños graves al sistema respiratorio y cardiovascular. Según un estudio de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), se detectaron niveles peligrosos de benceno en el 80% de los vapeadores analizados. El benceno, un compuesto químico utilizado en combustibles y plásticos, está vinculado con el desarrollo de leucemia y otros tipos de cáncer.
Riesgos para la salud
El uso de vapeadores no está exento de riesgos. Aunque se comercializan como menos dañinos que los cigarrillos tradicionales, los estudios indican que los efectos a largo plazo del vapeo son igualmente perjudiciales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la nicotina presente en los cigarrillos electrónicos es adictiva y puede causar trastornos en el cerebro, especialmente en adolescentes cuyos cerebros aún están en desarrollo. Además, el vapeo está relacionado con problemas respiratorios, como la “lesión pulmonar asociada al vapeo” (EVALI), una condición grave que afecta a los pulmones.
A nivel internacional, investigaciones realizadas en países como Estados Unidos y Reino Unido han documentado una serie de problemas relacionados con el uso de vapeadores. En 2019, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) advirtió sobre el aumento de enfermedades pulmonares relacionadas con el vapeo, con más de 2,000 casos registrados, algunos de ellos fatales. Un ano más tarde, en 2020, un informe de la OMS concluyó que, aunque los cigarrillos electrónicos pueden ser útiles para ayudar a algunos fumadores a dejar de fumar, el vapeo presenta serios riesgos para la salud. Además, el informe advirtió que los jóvenes que no fumaban anteriormente están siendo atraídos por los sabores atractivos de los líquidos de vapeo, lo que podría llevarlos a desarrollar adicción a la nicotina. Estos estudios subrayan la necesidad urgente de una regulación más estricta en torno a estos productos.
Propaganda y percepciones juveniles sobre el vapeo
Uno de los factores que ha impulsado el crecimiento del vapeo entre los jóvenes es la abundante y llamativa publicidad que se dirige a este sector. Las empresas de cigarrillos electrónicos han desarrollado estrategias de mercadotecnia con colores vibrantes, empaques atractivos y una gran variedad de sabores, como frutas, dulces y postres, que hacen que el vapeo parezca inofensivo y hasta deseable. Esta propaganda contribuye a que los adolescentes perciban estos productos como una alternativa divertida y sin riesgos, ignorando los efectos adversos para la salud. La promoción de estos dispositivos a través de redes sociales y plataformas digitales ha generado preocupación entre expertos en salud pública, quienes advierten sobre la necesidad de regular este tipo de estrategias publicitarias para evitar que más jóvenes se inicien en el consumo de nicotina.
Muchos jóvenes perciben los vapeadores como una alternativa “moderna” y “menos perjudicial” al cigarro tradicional. Entre las principales razones que mencionan para iniciarse en su uso están la curiosidad, la presión social y la creencia de que son menos adictivos. Además, la variedad de sabores dulces y afrutados resulta atractiva para ellos, al igual que la facilidad para adquirirlos en puntos de venta informales o en línea. Algunos también destacan que los vapeadores no emiten el característico olor del tabaco, lo que los hace más discretos y fáciles de usar en lugares cerrados sin ser detectados. Sin embargo, algunos también reconocen que, una vez que comienzan a usarlos, pueden desarrollar una dependencia rápida a la nicotina y tienen dificultades para dejarlos.
Regulaciones en México
Ante los crecientes riesgos asociados al uso de los cigarrillos electrónicos, México ha comenzado a tomar medidas regulatorias más estrictas. En diciembre de 2024, la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional que prohíbe la venta y distribución de cigarrillos electrónicos y productos relacionados, con el objetivo de proteger la salud pública, especialmente entre los jóvenes. Esta medida se considera un paso fundamental para combatir la creciente epidemia de vapeo en el país.
La COFEPRIS ha intensificado los esfuerzos para controlar la importación y comercialización de estos dispositivos, con el fin de reducir su disponibilidad en el mercado y prevenir su consumo entre adolescentes. Esta afirmación es respaldada por COFEPRIS, que ha informado sobre el decomiso de más de 121,000 piezas de vapeadores a un año de la publicación del decreto presidencial que prohíbe su comercialización, además de recibir más de 1,200 denuncias por la venta y publicidad de cigarrillos electrónicos. La reforma también incluye campañas de concientización sobre los riesgos asociados al vapeo y el consumo de nicotina.
Sin embargo, la implementación efectiva de estas regulaciones enfrenta desafíos. La ilegalidad de los productos en el mercado no ha logrado frenar completamente su consumo, especialmente a través de canales informales. Los expertos sugieren que las campañas educativas, junto con políticas de control más estrictas y la promoción de alternativas más seguras, son esenciales para reducir los riesgos del vapeo en la población mexicana.
Conclusión
El vapeo es una preocupación creciente para la salud pública en México. Aunque se presenta como una alternativa menos dañina al cigarro tradicional, el vapeo está lejos de ser seguro. Las sustancias químicas peligrosas contenidas en los líquidos de vapeo y los riesgos a corto y largo plazo para la salud, especialmente en jóvenes, exigen una regulación más estricta y medidas de prevención eficaces. Con la reciente aprobación de la reforma para prohibir la venta de cigarrillos electrónicos, México ha dado un paso importante en la protección de la salud de sus ciudadanos, pero aún queda mucho por hacer para garantizar un futuro libre de estos riesgos.