Culturarte / La muerte hay que mirarla cara a cara

Por: María Elodia Zurita Argáez.

¡Hoy también es un gran día!…

Bernarda -Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!
Fragmento de la obra teatral La casa de Bernarda Alba. Federico García Lorca

Federico García Lorca, nació el 5 de junio de 1898 en Fuentevaqueros, un pequeño pueblo de la vega granadina, en el seno de una familia de posición económica favorecida. Su primera casa, en Fuente Vaqueros, es hoy un museo. Pero el nacimiento del dramaturgo dista mucho de su triste final trágico: era agosto de 1936, en la pintoresca ciudad de Granada cuando una madrugada entre el 19 y el 20 de ese mes, sin juicio y sin ninguna acusación comprobada, sería fusilado el célebre poeta, junto a dos anarquistas y un maestro. Murió a los 38 años.

«Yo nunca seré político. Yo soy revolucionario, porque no hay verdadero poeta que no sea revolucionario» se definió alguna vez. Y probablemente esa fue la razón de su muerte que fue atribuida al naciente régimen de Francisco Franco, aunque se ha especulado mucho a ese respecto; pues también se ha manejado la hipótesis en la que algunos miembros de la familia Lorca estarían implicados en su muerte y esta teoría sostiene que, en gran medida, que el crecimiento económico del padre de Lorca, Federico García Rodríguez, se habría producido en detrimento de una rama de su propia familia, quienes como represalia ejecutan a su hijo más preciado.

Con Federico García Lorca, la literatura española recuperó el prestigio y aquélla posición de la que había gozado desde su Siglo de Oro de las letras, pese a la inmensa talla de figuras como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o el premio Nobel Vicente Aleixandre, ninguno de ellos alcanzaría tanta proyección internacional como García Lorca.

Fue un autor polifacético: músico, orador, director de teatro, dramaturgo, pintor, recitador de versos; sus amigos le seguían, pues era la alegría de vivir en sí misma. Según Jorge Guillén, el secreto de Lorca es que nunca perdió su imaginación infantil, su intuición poética, típica de cada niño.
En 1918 publica su primer libro, «Impresiones y paisajes» y en 1920, se estrena su primer drama, «El maleficio de la mariposa», en el Teatro Eslava de Madrid. Sus primeros poemas aparecen en Libro de poemas, de 1921. “Bodas de sangre”, fue la obra que lo consagró, pero la obra que lo proyecto internacionalmente y por la cual es más reconocido “La casa de Bernarda Alba”, pero no menos importante es “Yerma”. Entre muchos otras más.

El poeta español más conocido en el mundo, lamentablemente terminó sus días de una forma no muy gloriosa, pues sus restos fueron enterrados en una fosa común en algún lugar de esos parajes de Fuente Grande, en el municipio de Alfacar, junto con el cadáver de un maestro nacional, Dióscoro Galindo y los de los anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ejecutados con él.

CASIDA DEL LLANTO
He cerrado mi balcón
Porque no quiero oír el llanto,
Pero por detrás de los muros
No se oye otra cosa que el llanto. Fragmento: Casida del llanto. F. García Lorca

Que esta sea una productiva semana para todos. La ciencia nutre la mente, la religión alimenta el espíritu, el arte enriquece el alma. Facebook: Mary Zurita; e-mail maryzurita2006@yahoo.com.mx

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