Mexicanos desarrollan silla de ruedas que se maneja con los ojos

Tres científicos mexicanos, que realizan estudios de doctorado y post doctorado en la Universidad Libre de Berlín, presentaron una silla de ruedas autónoma que han desarrollado juntos, con el objetivo de facilitar el traslado a pacientes con enfermedades o lesiones que afectan su control muscular.

La tecnología y los programas de cómputo que actualmente prueban los mexicanos permitirán que la silla se mueva en el interior de edificios, pero también en la vía pública, con capacidad de evitar obstáculos, para lo cual Adalberto Llarena desarrolló un sistema para que una computadora instalada en la silla de ruedas pueda saber qué objetos están alrededor y cómo puede desplazarse hacia un lugar que ha decidido el usuario; José Antonio Álvarez trabaja actualmente en un sistema de cámaras para que la silla ubique mejor su ruta y obstáculos, y Omar Mendoza prueba una interfase cerebro-computadora para que el paciente pueda operar la silla con los ojos.

Los tres investigadores han sido dirigidos y apoyados por el científico mexicano Raúl Rojas, que desde 2006 ha desarrollado en la Universidad Libre de Berlín, los primeros automóviles autónomos que obtuvieron permisos para circular en vías públicas.

“En diferentes partes del mundo se ha observado que es necesario crear sillas con ruedas que sean autónomas. Una de las razones es el creciente número de personas que tienen discapacidad por lesiones severas en la espina dorsal o con enfermedades degenerativas como el mal de Parkinson o la esclerosis múltiple. Por eso, este grupo ha adoptado algunas de las tecnologías y programas que se han desarrollado para crear automóviles autónomos, para acercar la tecnología a este tipo de vehículo individual”, explicó el doctor Llarena en el Centro Dahlem para Robótica y Aprendizaje de Máquinas, de la Universidad Libre de Berlín, donde trabaja desde el año 2012.

El sistema de navegación de la silla es parecido al que usan los automóviles autónomos, pero se tuvo que usar otro sistema original porque, aunque no lo parezca, una silla de rueda se enfrenta a muchos obstáculos y sorpresas que un automóvil no encuentra, como personas que se atraviesan, niños, pisos rotos o superficies irregulares que hacen vibrar todos sus equipos y procesadores.

“Actualmente ya hemos trabajado la navegación de la silla de ruedas en espacios interiores y ahora estamos fortaleciendo el sistema para que pueda desplazarse con seguridad en ambientes exteriores”, detalló Llarena, quien realiza estudios de post doctorado. Al mismo tiempo que explica cómo opera la silla autónoma muestra cómo de desplaza sola la silla desde el laboratorio hasta la cocina de ese edificio de la universidad, calculando giros y evitando obstáculos, a una velocidad baja.

En el mismo lugar, José Antonio Álvarez Ruiz, quien estudia actualmente el doctorado, explica que a él le ha tocado hacerse cargo de probar y mejorar el sistema de navegación, en exteriores, de la silla de ruedas autónoma, para lo cual trabaja mucho con cámaras para ayudar al sistema inteligente a saber dónde está localizado y que obstáculos encontrará enfrente.

“Entre menos estructurado es el ambiente donde se va a desplazar el vehículo el reto es mucho mayor, y el desplazarse por las banquetas es mucho menos estructurado que circular por las calles; incluso en Berlín, donde hay mucha infraestructura para personas con discapacidad, como rampas y accesos especiales. Por eso estamos incorporando a esta silla mejores sensores y cámaras, pero también buscamos que sean equipos baratos, para que en el futuro sea posible que haya demanda de esta tecnología”, añade el mexicano, originario de Durango.

IMPULSOS CEREBRALES. En el mismo Centro Dahlem para Robótica, Omar Mendoza Montoya, becario mexicano del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), quien busca obtener el grado de doctor, prueba una interfase cerebro-computadora, es decir un equipo que detecta los impulsos eléctricos del cerebro, gracias a unos electrodos que están en una especie de gorro. Después de registrar la información la envía a una computadora donde un programa de cómputo recibe y procesa la información que le mandó el cerebro del paciente.

“Esta técnica permite medir la actividad del cerebro de un paciente cuando se le pide que realice una tarea sólo con la mirada, por ejemplo, seleccionar una serie de puntos de la pantalla, sin necesidad de controles manuales, como son los teclados, “ratones” o palancas tipo joys­tick”, indica Mendoza Montoya.

“Lo que hacemos es, por ejemplo, ponerle al paciente una secuencia de puntos que él tiene que buscar dentro de una cuadrícula que se mira en la pantalla. Cada vez que él va contando un punto tiene que dirigir la mirada hacia el punto que nosotros le indicamos y el interfase registra la actividad de sus ojos para ver si cumplió con la tarea encomendada. Esta interacción cerebro-computadora es la base para que un paciente con poca movilidad pueda controla un vehículo autónomo”, añadió el investigador mexicano.Consed molorunti sap

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