Especialistas desarrollan biodiésel avanzado

Investigadores de diversas instituciones y centros de investigación desarrollan un tipo de biocombustible llamado “biodiésel avanzado”, el cual si bien está en ciernes en el país, es una opción clave para tener no sólo aire más limpio en las ciudades, sino además cumplir los acuerdos internacionales para reducir los gases de efecto invernadero, provenientes de los automotores pesados y de transporte.

De esta forma, universidades y Centros Conacyt han puesto en marcha el Clúster de Biodiésel Avanzado, que forma parte del Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía. El objetivo es generar la tecnología que requiere el desarrollo de estos combustibles, pero además propiciar el entorno comercial e industrial para detonarlo, por lo que en el clúster participan también diversas empresas del sector.

El clúster es liderado por el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej), donde un grupo de investigadores encabezados por Georgina Sandoval Fabián desarrollan un biodiésel generado a partir de microorganismos.

Una de las diferencias más importantes que la científica resalta entre el biodiésel avanzado y el “común”, o de primera generación como el etanol (obtenido principalmente de cultivos como el maíz), es su origen. El biodiésel avanzado, explica en entrevista, es todo aquel que no proviene de un cultivo alimenticio. “A diferencia del etanol, el que desarrollamos no tiene esa controversia”.

Explica que la materia prima para estos biocombustibles son desde residuos de aceite de cocina, hasta la obtención de aceites microbianos —en el caso particular del Ciatej, los científicos alimentan levaduras que lo generan—. Por su parte, en el caso de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), los investigadores centran su trabajo en obtener un reactor solar para la producción de biodiésel.

A su vez, la empresa SOLBEN ofrece consultoría y tecnologías propias para la producción de diversas fuentes de bioenergía, como biodiésel que utiliza grasas de origen animal y vegetal como materia prima.

“Hay diversas técnicas para obtener biodiésel, pero es sólo una parte del trabajo que realizamos en el clúster, puesto que también estudiamos los recursos necesarios para usar diferentes materias primas. Por ejemplo, cuando tenemos un aceite usado muy degradado, posee moléculas que ya no son del producto original y requiere un proceso diferente para ser utilizado”. También estudian qué residuos se pueden usar y dónde están, si son grasos o posible alimento de microorganismos.

TRANSICIÓN ENERGÉTICA. No obstante su importancia medioambiental y económica, este tipo de tecnología aún tiene un estado incipiente en el área industrial, si bien porque el clúster y las instituciones requieren de mayor financiamiento, también porque el sistema gubernamental no ha estimulado su desarrollo y la competencia con los hidrocarburos comunes no ha permitido abrir el mercado, explica la científica.

“Los biocombustibles deben emplearse cada vez más en el mercado, principalmente en el sector del transporte. En México, a diferencia de otros países, no ha habido incentivos, por el contrario se tienen impuestos: la tasa del IESP (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios) es la misma que el de la gasolina Premium (…) de esta forma se compite deslealmente con los combustibles fósiles, puesto que los biocombustibles no tienen subsidio. Es por ello que este mercado se ha retrasado, mas no la investigación”.

Paradójicamente, el “gasolinazo” ha ayudado el aumento de la demanda de biocombustibles, señala la especialista. Antes, los productores debían vender, al menos, un centavo más barato para que compraran el biocombustible, pero con el “gasolinazo” pueden vender un peso menos de lo que cuestan los combustibles fósiles.

“Este tipo de biocombustibles se van a vender y a demandar cada vez más. Por el lado ambiental está comprobado que ayudan a tener un aire más limpio, la contaminación con agentes cancerígenos, azufre, partículas pesadas…”.

Sandoval Fabián explica además que se deben tomar medidas para cumplir los Acuerdos de París en la disminución de gases de efecto invernadero, pero también para tener aire limpio en las grandes ciudades. “Está documentado que la contaminación de las grandes ciudades no proviene exclusivamente de los autos, puesto que el 80 por ciento de ésta proviene de los autobuses y transportes de carga. Si queremos aire más limpio necesitamos biodiésel o diésel ultralimpio, que es más caro y difícil de conseguir”.

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