Con base en los conocimientos sobre la secuenciación del genoma humano, han surgido nuevos conceptos como el de la medicina centrada en las personas, mejor conocida como medicina de precisión, que se ha convertido en un nuevo paradigma de tratamiento en muchos centros especializados en cáncer alrededor del mundo, ya que está basada en un diagnóstico que se adentra en el nivel genético del paciente, a través del análisis de biomarcadores-con la finalidad de seleccionar los tratamientos más individualizados para cada caso y con menos efectos adversos.
La medicina de precisión permite a los doctores seleccionar los tratamientos con mayor probabilidad de ayudar a los pacientes según las características genéticas individuales de cada uno y las características moleculares de los tumores.
La medicina de precisión ha presentado diversas ventajas, entre las que destacan una correcta prescripción desde el inicio del tratamiento, menor probabilidad de eventos adversos serios, menor posibilidad de falla del tratamiento, además de que incrementa la eficiencia del mismo y puede evitar gastos innecesarios y complicaciones que comprometan la calidad de vida de los pacientes.
Un ejemplo de la medicina de precisión, que ha tenido grandes beneficios en pacientes con cáncer, es la inmunoterapia, que marca un hito en la lucha contra esta enfermedad, al aprovechar y mejorar las capacidades del sistema inmunitario para que éste sea capaz de reconocer las células cancerígenas y destruirlas.
Por ello, en el marco del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora el 4 de febrero, es fundamental hablar de los tratamientos contra esta enfermedad que hoy son una realidad cada vez más disponible para los pacientes y de la importante tarea de los oncólogos e investigadores para continuar innovando en beneficio de todos aquellos que lo necesitan.
En México, el cáncer es la tercera causa de muerte, provocando el deceso de 14 de cada 100 mexicanos al año, y a pesar de que existen muchas alternativas para su tratamiento como la quimioterapia, radioterapia y en algunos casos cirugía, que han dado resultados positivos contra la enfermedad, aún enfrentamos el reto de reducir los efectos secundarios, brindar mayor calidad de vida y mejor pronóstico de supervivencia al paciente.
En 2011, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), aprobó el primer medicamento inmuno-oncológico en extender la supervivencia en pacientes con melanoma en etapa tardía, que llegó a México un año después. Éste ha demostrado ser uno de los tratamientos que ofrecen mejores beneficios en cuanto a sobrevida a largo plazo en pacientes con cáncer metastásico, ya que los estudios de seguimiento mostraron que el 20 % de los pacientes tratados vivieron al menos tres años y algunos incluso han alcanzado sobrevivir por más de 10 años.
Es clave mencionar, que antes de la aprobación de este primer medicamento inmuno-oncológico, los pacientes con melanoma avanzado tenían una tasa de supervivencia a 5 años de aproximadamente el 10%. Para 2013, varios ensayos de fase II habían alcanzado los 5 años y mostraron tasas de supervivencia del 28.4 % en aquellos pacientes previamente tratados, y del 49.5 % en pacientes sin tratamiento previo.
Ocho años después del surgimiento de la primera terapia inmuno-oncológica (I-O), han sido desarrolladas nuevas terapias I-O capaces de tratar diferentes tipos de cáncer en distintas etapas además del melanoma, como son pulmón, cabeza y cuello y linfoma de Hodgkin. Actualmente se continúan realizando estudios clínicos sobre nuevas moléculas inmuno-oncológicas para el tratamiento de diversos tipos de cáncer.
“El futuro para Bristol-Myers Squibb es la medicina de precisión, ya que tenemos mayor probabilidad de ayudar a los pacientes, entendiendo las características genéticas de su padecimiento y la variabilidad en el metabolismo de los fármacos, es decir; el tratamiento correcto, en el momento correcto para el paciente correcto.”
Se espera que en los próximos años la medicina de precisión se convierta en el estándar de tratamiento para pacientes con cáncer y que estos tratamientos lleguen a ser afines a los cambios genéticos de la enfermedad en cada persona, logrando elegir aquellos que tienen mayor probabilidad de atacar el tumor efectivamente.