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“La violencia vicaria es un tipo de violencia de género y normalmente se presenta dentro del núcleo familiar, en el que uno de los miembros de la pareja realiza una serie de conductas dirigidas a los hijos con el objetivo de dañar, chantajear o hacer que el otro integrante cumpla su voluntad”, definió Beatriz Bautista Aguilar.
Al presentar el círculo de reflexión que todos los días ofrece el Instituto Estatal de las Mujeres (IEM), como parte de sus actividades para terminar con todo tipo de violencia contras las mujeres, la especialista aseguró que se trata de un mecanismo por el cual se ejerce presión sobre el otro miembro de la pareja para mantener el poder sobre ella.
En su plática titulada “Violencia vicaria”, explicó que es un término relativamente nuevo, y se presenta cuando una pareja está en proceso de separación o ya se consumó, y se utiliza para violentar a la mujer y amenazarla con mensajes como “te voy a quitar a los niños” o “ya viste que tu mamá siempre está haciendo cosas malas”.
La jefa de Área de Atención Psicológica a Víctimas del instituto detalló que este tipo de violencia no es física ni personal, sino psicológica y que tiene que ver con la salud mental, y afecta a otros integrantes de la familia, principalmente a los hijos, quienes son utilizados para mandar mensajes, principalmente amenazantes, a la ex pareja.
La violencia vicaria, se trata, por lo tanto, de un tipo de violencia aplicada sobre el o los hijos de la pareja con el objetivo de causar el mayor daño posible al otro miembro de la pareja, sintetizó la conferencista al insistir que se utiliza en un proceso de separación o divorcio, o cuando uno de los miembros desea rehacer su vida con otra persona.
Bautista Aguilar dijo que se pueden presentar casos de homicidio contra los propios hijos o la ex pareja, como sucedió en España, que un padre secuestró a su hija y posteriormente la mató con tal de causar un daño físico y mental a su ex pareja. “Es posible que también se presenten casos de feminicidios”, puntualizó.
Se pronunció porque la mayoría de los estados de la República empiecen a tipificar este tipo de violencia contra las mujeres, principalmente para proteger el bien mayor, que son los hijos, porque en un alto número de casos no pueden demandar a la ex pareja, porque la violencia no es en forma directa o personal, sino a través de los hijos.
Recomendó a quienes ya sufre este tipo de violencia, a que acudan a las instancias que están para apoyarlas, como el propio Instituto Estatal de las Mujeres, para detectarla bien y empezar a poner límites y tomar decisiones para protegerlas y buscar, principalmente, el bienestar de los hijos.
“Es un tipo de violencia silenciosa, que lastima profundamente y que puede llegar a límites extremos, por lo que se debe atender a tiempo, y acompañar a las mujeres que la sufren, porque les causa mucho daño”, aseguró la egresada de Psicología de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT).
Indicó que el factor que desencadena la violencia vicaria puede ser muy distinto, pues a pesar de haberse registrado también en mujeres hacia hombres, suele ser del hombre a la mujer, y en muchos casos, el hombre tiene antecedentes de malos tratos y violencia de género, y se agrava cuando se consume en exceso alcohol o drogas.
Apuntó que, en el caso de la pareja agredida, al ver cómo los hijos sufren esta violencia, pueden llegar a ceder, alargando la sumisión deseada por el miembro agresor. Y los trastornos psicológicos generados son múltiples, como estrés, ansiedad, estrés postraumático, y otros.
Consideró que para tratar la violencia vicaria es necesario un abordaje multidisciplinario, y de entrada es preciso que tanto la propia ciudadanía como los servicios sociales, administrativos y judiciales trabajen de la mano de manera casi preventiva. A su vez, enfatizó, es importante que sea la propia legislación quien ampare y proteja las necesidades tanto del progenitor que sufre como de los propios niños.
Cuando se produce violencia vicaria, es importante que el progenitor y los propios hijos sean orientados y ayudados por profesionales psicológicos capacitados, ante los numerosos efectos y daños colaterales que se pueden producir en ambos.
